Carmen Aristegui: Off Side | Somos el medio:
Carmen Aristegui tiene, en términos absolutos, eso que en términos absolutos le falta a las instituciones de nuestro país: credibilidad. O dicho de otro modo, Carmen Aristegui tiene credibilidad, el IFE no, la PGR tampoco, la Presidencia tampoco, el Consejo del Episcopado Mexicano tampoco, la Suprema Corte, tampoco. Y no hablemos de
Televisa y
Tv Azteca: sus programas “informativos” (es un decir) y sus levantacejas, ya quisieran la credibilidad que se ha ganado, trabajando todos los días de la mañana a la noche, Carmen Aristegui.
Otra destacada figura pública que, en su momento, gozó de credibilidad inmensa es
Rosario Robles. Militante maoísta en su temprana juventud, cuadro de lujo en la cúpula del
PRD, jefa interina del Gobierno del
Distrito Federal (GDF), promotora de la despenalización del aborto, cuando estaba lista para aspirar a convertirse en la primera presidenta de
México (“¡No, la primera fue
Guadalupe Victoria”, dijo Fox o Peña Nieto, ahora no lo recuerdo bien), cometió un error que destruyó su carrera política: se “enamoró” de un gangster llamado
Carlos Ahumada.
Casos de personalidades moralmente intachables, en apariencia, hasta que mostraron el cobre y se derrumbaron, hay muchos más. Podría citar docenas, pero no lo haré porque me parece muy importante explicarle a Carmen Aristegui el riesgo que innecesaria e insensatamente está corriendo.
Muchos años atrás, Luis Spota publicó una novela que me viene de perlas para abordar este asunto: Casi el paraíso (1956) relata la historia de un italiano que llegó a México, en la época de Miguel Alemán, y conquistó a toda la aristocracia nativa. Los ricos de Polanco y Las Lomas, los miembros de la banda de Alí Babá y sus 40 ladrones, toda la gente que se ufanaba de su pedigrí y su fortuna, se desvivían por invitar a sus fiestas, a sus mansiones de
Acapulco y a sus bailes de blanco y negro al “noble” Ugo Conti.
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