9 de marzo de 2013

TRANSGENICOS: El no de Sagarpa y Semarnat - Guillermo Knochenhauer

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Español: Ubicación del estado de Sinaloa en la República Mexicana (Photo credit: Wikipedia)
La Jornada Morelos en Internet:

Guillermo Knochenhauer

Los efectos conocidos de la siembra de semillas transgénicas en la diversidad biológica y en la salud humana, justifican la firme oposición que científicos nacionales y extranjeros han sostenido en contra de la siembra comercial de maíz genéticamente modificado en México.
Por razones que no han sido explicadas, ni la Sagarpa ni la Semarnat han emitido su resolución sobre las solicitudes de Monsanto, Agrosciences y Pioneer para sembrar maíz transgénico a escala comercial en Sinaloa y Tamaulipas (más de 2 millones de hectáreas). El 26 de febrero terminaron los cuatro meses de plazo en el que ambas dependencias debían resolver las seis solicitudes de las empresas biotecnológicas.

Por lo que han demostrado más de 200 investigadores de 70 instituciones nacionales en un estudio coordinado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) que dirige el doctor José Sarukhán, y por lo que argumentan la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, Greenpeace y por las aportaciones de científicos de todo el mundo, el gobierno de México no debe permitir la producción de maíz transgénico ni su importación de Estados Unidos.
Como dejó oficialmente dicho Olivier De Schutter, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación al término de una reciente misión a México: “el problema de los cultivos transgénicos tiene una resonancia particular en México”.
La siembra comercial de maíz transgénico tendría esa resonancia mayor en nuestro país que en otros, por diversas causas, en las que insisten científicos de diversas disciplinas. Destaco tres:
La primera es que se terminaría de perder la soberanía sobre nuestro principal alimento humano, ya que además de las crecientes importaciones de maíz se tendría que depender de las semillas y de su paquete de agroquímicos que ofrecen Monsanto y otras pocas transnacionales.
Las importaciones también seguirían en aumento (mientras no cambie la orientación de la política agropecuaria en favor de los pequeños productores), porque las semillas transgénicas no contribuyen a elevar la producción; no están diseñadas como material de alto

 
rendimiento, sino para resistir herbicidas que la propia Monsanto fabrica y plagas que en México ni siquiera son problema.
Además, esas semillas requieren condiciones de humedad y temperatura que sólo se dan en alrededor de 2.5 millones de hectáreas en México. Son inutilizables en el resto de las tierras, en las que se siembra en condiciones ambientales frecuentemente críticas, a las que están adaptadas las semillas criollas.
Un segundo hecho demostrado y documentado es que los transgénicos se dispersan mediante la polinización y movimientos o intercambios de semillas. No hay barreras al viento ni a las aves que puedan impedir la polinización de siembras no transgénicas al lado de las que sí lo sean. También las importaciones de maíz transgénico circulando por todo el territorio nacional son contaminantes.
No se puede permitir que las variedades con las que se obtiene la mayor producción maicera del país, se contaminen con las genéticamente modificadas y pierdan así su capacidad reproductora. La única manera de evitar esa contaminación, es prohibiendo la siembra e importación de transgénicos.
Un tercer hecho tiene que ver con la salud humana. Científicos como el doctor Ignacio Chapela, Profesor de la Universidad de California en Berkeley, sostienen que las plantas transgénicas transfieren sus genes a las bacterias en el ambiente y que esas bacterias transmisoras desarrollan resistencia a los antibióticos.
Eso significa –argumenta el doctor Chapela- “que estamos armando, a través de los transgénicos, bacterias resistentes a los antibióticos, el tema que más preocupa a las instituciones de salud pública de todo el mundo”.
Al gobierno mexicano le sobran argumentos para negarse a autorizar la siembra comercial de maíz transgénico. Después de la frivolidad y mediocridad de los gobiernos panistas que entre otros perjuicios al país, levantaron la moratoria a esas semillas, parece que el nuevo gobierno está decidido a recuperar el poder soberano del Estado.
La soberanía alimentaria es sustancial a la soberanía del Estado. No debe perderse en intereses mercantiles de empresas transnacionales.
http://estadoysociedad.com

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