7 de abril de 2013

Mecenazgo, el gran corazón de los oligarcas que reciben devoluciones de impuestos mientras brillan en santidad

English: Mexican businessman Carlos Slim Helú....
 (Photo credit: Wikipedia)
Español: Empresario mexicano Ricardo Salinas P...
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¿Los millonarios necesitan una ley de mecenazgo? No | El Economista:

7 Abril, 2013 - 19:56Credito:
Eduardo Cruz Vázquez
¿Quiénes son los millonarios que inyectan dinero al sector cultural ya sea a través de donativos o mediante inversiones y negocios? ¿Se puede saber el monto de esos recursos y su impacto en la economía nacional? ¿Una ley que norme los estímulos fiscales y la inversión privada en cultura puede ampliar dicha intervención en la oferta cultural? Ofrezco sólo respuestas parciales, ya que si bien tenemos la Cuenta satélite de las instituciones sin fines de lucro (ISFL) elaborada por el INEGI serie 2008-2011, aún no contamos con la Cuenta Satélite de Cultura.

De esta forma, en el 2011, el Producto Interno Bruto (PIB) del total de las instituciones no lucrativas, públicas y privadas, fue de 365,951 millones de pesos (incluyendo la valoración económica del trabajo voluntario), lo que representó 2.6% del PIB total del país. De este pastel, el porcentaje más bajo corresponde a cultura y recreación con 3.1% (alrededor de ¡11,000 millones!) y el más alto a enseñanza e investigación con 51.7% (considérese aquí instituciones educativas que en realidad son grandes negocios).

Por supuesto que estas cifras generan muchas dudas. El propio INEGI nos las revela al pie de la letra. “El PIB de las organizaciones no lucrativas privadas, también llamado el tercer sector, cerró en 150,608 millones de pesos durante el 2011, mientras que el de los organismos no lucrativos públicos alcanzó 215,343 millones de pesos. El valor económico del trabajo voluntario tanto de las ISFL privadas como públicas fue equivalente a 49,558 millones de pesos, del cual 46.2% fue generado por las mujeres y 53.8% correspondió a los hombres. Los voluntarios que participaron en las ISFL llegaron a 1 millón 405,000 personas durante el 2011, de las cuales 92% lo hizo en organismos privados y 8%, en públicos”.

Tomemos la guía que Forbes nos ofrece para atisbar a esos millonarios que tienen intereses en el sector cultural, paneo que en ciertos casos incluye el apartado educativo y de investigación. Carlos Slim y familia dominan abrumadoramente. Se convierte en uno de los nodos más determinantes para la estructuración de un modelo cultural de nación. Aseguró que Slim rebasó, y por mucho, a los hacedores del fenómeno televisivo como supuesto medio sin competencia para formar generaciones de mexicanos y apoderarse de sus consumos. Al convertirse lo cultural en una cuestión, diré, de enorme transversalidad, o si se quiere multisectorial, además de asumir la cultura como funcional, los intereses de Slim cubren un amplio espectro: de las plazas comerciales, al coleccionismo, a las telecomunicaciones, a las librerías, a los contenidos por celular, en menos de un cuatro de siglo determinó el destino de muchas generaciones.

Citemos personajes y algunos de sus negocios que extienden sus acciones al mecenazgo cultural: Alberto Baillères González (minería, comercio), Germán Larrea Mota Velasco (transporte, minería, salas de cine), Ricardo Salinas Pliego (comercio, televisión y servicios financieros, Fundación Azteca), Eva Gonda Rivera (industria de bebidas, coleccionismo), María Aramburuzabala (bebidas, telecomunicaciones, medios, tecnología, fondos de inversión), los Del Valle (de don Antonio: industria química, servicios financieros, educación), los Servitje (alimentos, Museo Papalote), Jerónimo Arango (familia en retiro desde el cual es protagonista del mecenazgo y el coleccionismo) y Emilio Azcárraga (televisión, editorial, entretenimiento, Teletón).

Hay una coincidencia que sólo el mexicanísimo azar explica. La fortuna de nueve de ellos da 72,464 millones de dólares, en tanto la de don Carlos es de 71,000. ¿Quiere explicaciones a partir de esas cantidades para comprender lo que significan casi 366,000 millones de pesos? Yo no.

Me causa terror e impotencia; peor aún, alerta mis ambiciones (de todo tipo). Prefiero darle otros nombres, ya que en mi trajín como formador de emprendedores culturales y como aprendiz de analista de la economía cultural, es lamentable el desconocimiento que hay sobre los intereses culturales de los millonarios mexicanos.

Los González Nova, Rufino Vigil, Carlos Hank Rhon, José Calderón y Héctor Hernández Pons. Finalmente, ¿una ley para que ellos y otros más apoyen/inviertan en cultura? Me temo que no. Ante este monopolio, impuestos es una de las claves.

eduardo.cruz@eleconomista.mx

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