2 de junio de 2013

Los transgénicos made in China esquivan los tópicos y mandan a MONSANTO al diablo

Los transgénicos ‘made in China’ esquivan los tópicos | Sociedad | EL PAÍS:
Los países emergentes apuestan por tecnologías que prometen ser clave para mejorar la nutrición de su población
Los científicos temen el contagio de los recelos de Gobiernos europeos
Cultivo de transgénicos en el mundo
JAVIER SAMPEDRO 2 JUN 2013 - 17:18 CET1
Archivado en: Vida y Artes Agricultura transgénica Nature China Países emergentes Asia oriental Geopolítica Prensa Alimentación Agricultura Asia Agroalimentación Industria Política Medios comunicación Sociedad Comunicación

Plantación de arroz transgénico en la provincia de Hunan, en el suroeste de China. / GUANG NIU (GETTY)


Los alimentos transgénicos son uno de los primeros ejemplos de dilema ético-científico que le vienen a la cabeza a cualquier ciudadano, y uno de los debates preeminentes en foros como el de Atomium sobre la relación entre ciudadanos y ciencia, en el que intervienen este diario y sus lectores. Pero la controversia, que ha estado muy polarizada entre científicos partidarios y ecologistas detractores, se enriquece ahora con un ángulo nuevo que no acomoda fácilmente los tópicos y prejuicios tradicionales sobre esta cuestión: que la ciencia pública de los países en desarrollo ha decidido invertir en serio en unas tecnologías que, según entienden, pueden ayudar a sus agricultores y mejorar la nutrición de su población en muchos casos. Ya no se trata de estar a favor o en contra de Monsanto y los demás gigantes mundiales de la agricultura. Se trata de una cuestión a la vez más sutil y más importante, y a la que conviene atender con una mirada limpia de prejuicios por primera vez en décadas.

Investigadores públicos de Nigeria, por ejemplo, han desarrollado una judía carilla (chíchere o chícharo) transgénica resistente a la maruca, una plaga muy común en África. Está en pruebas ya en campos de Nigeria, Burkina Faso y Ghana, y será facilitada a los agricultores africanos en 2017, como lo fueron en los años sesenta las innovadoras semillas desarrolladas por Norman Borlaug en institutos científicos de México.

Los expertos piden que las decisiones se basen en la mejor ciencia disponible
Y no es un ejemplo aislado. También en Nigeria está en pruebas de campo —la última fase antes de la comercialización o distribución de las semillas— un maíz que consume menos agua que el común. Otros centros científicos públicos de Uganda y Kenia están investigando modificaciones genéticas contra dos virus que diezman los cultivos de yuca. Y varios países en desarrollo están ensayando en el campo un arroz transgénico desarrollado en China enriquecido en vitamina A, cuyas deficiencias son uno de los grandes problemas nutricionales en las economías que dependen fuertemente del arroz.

“La ingeniería genética no es esencial, ni siquiera útil, para todas las mejoras de plantas de cultivo”, dice Christopher Whitty, consejero científico jefe del Departamento para el Desarrollo Internacional del Gobierno británico (DFID). “Pero en algunos casos contribuye a mejorar los rendimientos de los cultivos y su valor nutricional, y reduce los riesgos y costes asociados al uso excesivo de fertilizantes, pesticidas y agua de riego”.

fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/06/02/actualidad/1370186314_985887.html
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