MARTES, JUNIO 25, 2013
La expropiación del petróleo de 1938 se ha convertido en el símbolo Nacionalista por excelencia en México. De hecho durante mucho tiempo las posturas nacionalistas se han dirimido en gran medida alrededor de la postura sobre el petróleo, que lleva al artículo 27 constitucional, con él a los recursos del subsuelo y especialmente al papel del Estado.
No obstante que el tema de la minería y el agua caben en esta postura del artículo 27 constitucional que le da potestad al Estado de los recursos del subsuelo, el petróleo ha llamado la atención de una manera poderosa, al grado que acapara el debate, tal vez porque como la minería ya ha sido entregada a empresas extranjeras no parece haber problema con seguir esa línea política, y el agua se ha privatizado en base a un discurso de escasez que tiene pocas bases científicas, vaya usted a comprar agua y sale más cara que la leche y se la venden sin minerales.
El gobierno y el PRIAN (alianza estratégica de la derecha mexicana que incluye al PRI y al PAN) han asumido que la política petrolera es una cuestión estrictamente financiera, para ellos todo se reduce a la disponibilidad de fondos de inversión y productividad, así que hay que abrir la puerta al capital extranjero porque como dice Peña Nieto, en México no hay capitales. Estas consideraciones merecen una mínima reflexión.
Los capitales mexicanos que se mueven en la bolsa de valores y en bonos del Estado, a veces con tasas de rendimiento negativas, ¿no podrán acaso encontrar un atractivo mayor en la industria petrolera?
Revisar el régimen fiscal de PEMEX puede liberar muchos fondos que se destinen a la investigación y prospección para aumentar las reservas petroleras; también para invertir en la refinación y utilización de productos secundarios del petróleo. ¿El gobierno sigue pensando en la empresa como en la gallina de los huevos de oro?, aunque esos huevos se los queden unos cuantos políticos (y Nava apá?).
Por qué no plantean revisar la política de compra de insumos de tal manera que haya una carga de producción mayor en el país que activara la economía y si se concentra regionalmente extenderá los beneficios. Pero entonces donde quedan las comisiones que se llevan los protegidos del régimen.
Se podría pensar en forzar a los bancos privados a invertir con préstamos blandos para la industria petrolera, así retribuirán un poco la mucha riqueza que se han llevado, aunque en el mediano plazo seguirán ganando porque la activación de petróleo orientada al mercado interno terminará generando recursos que les llegara a ellos. Eso se llama competitividad.
Hay dos grandes lecciones de las experiencias privatizadoras mexicanas:
Las empresas privatizadas no son más productivas, en muchas ocasiones son administradas con tal torpeza que el estado tiene que rescatarlas, ejemplos hay muchos, los ingenios azucareros rescatados varias veces, TELMEX que dicen cobra el servicio más caro del mundo y que se consolidó con fuerte protección gubernamental, empresas constructoras que amplían las concesiones en puentes y carreteras (GUTSA en Ciudad Juárez) porque “hicieron mal las cuentas”.
La economía ha sido entregada a fuertes monopolios (CEMEX, MASECA, TELEMX) que tienen una actitud depredadora y hunden la competitividad del país.
Si se entrega el petróleo corremos el riesgo de que se reproduzcan estas desviaciones, con lo cual pasarían tentativamente las siguientes consecuencias:
Se cobraría menos impuestos que tendrían que ser compensados por la sociedad (IVA a medicinas y alimentos).
Se fugarían del país las ganancias del petróleo agudizándose la dependencia nacional.
Posiblemente aumentaría el precio de las gasolinas y derivados aumentado la inflación y hundiéndose –todavía más- la competitividad nacional.
El petróleo mexicano no es intocable, esto lo comprobó Bill Clinton cuando prestó 20,000 (hay quién dice que son 50,000) millones de dólares para que México resolviera sus problemas de falta de liquidez propiciados por el perverso Carlos Salinas y agravados con el error de diciembre del torpe de Zedillo, Estados Unidos condicionó los fondos a que las ventas del petróleo como garantía para el pago del préstamo se depositaran en el Banco de la Reserva Federal de New York.
Los neoliberales tiene una agenda privatizadora a toda costa, no queda claro el interés nacional con la privatización, ¿qué se gana realmente con esto?
Más allá del impacto económico que ya sugerí, la pérdida del petróleo será un gran golpe para el tropo identitario del nacionalismo mexicano y entonces ¿qué nos ofrecerá la derecha del PRIAN?, ¿barras y estrellas?
SAMUEL SCHMIDT
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