Escrito por Índice Político en 10 mayo, 2013. Publicado en Francisco Rodríguez
Las placas de los vehículos, los muros de las obras, las carrocerías de las patrullas, los uniformes de los empleados gubernamentales, en un de repente, aparecieron con los colores de los partidos que tenían a su cargo las presidencias municipales, los gobiernos estatales, incluso a la Federación.
La primera vez que observé esto –quizá ya se habría practicado en otras partes– fue a principios de la década de los 80’s del siglo anterior, cuando los panistas se hicieron por primera vez de la alcaldía neoleonesa de San Pedro Garza García y mandaron a pintar de azul los barandales de una de sus principales avenidas, a la que de inmediato también cambiaron el nombre por el del fundador de su partido Manuel Gómez Morín. Ah, y claro, las patrullas.
Y de ahí pa’l real. Llegaron los panistas a Guanajuato y Jalisco, por ejemplo, y las placas de identificación vehicular se pintaron de azul. Ya con amarrillo. Ya con naranja.
El colmo se dio recientemente en Boca del Río –que, repito, no es la capital de Veracruz– cuando el junior de Miguel Ángel Yunes Linares mandó cambiar las señalizaciones de tráfico, que un acuerdo internacional ordena pintar de verde, por el blanquiazul del partido al que recién se había mudado su controvertido progenitor y, claro, al que lo había arrastrado.
No escapan de ello los priístas. El rojo, también en un santiamén, se convirtió en propiedad del partido fundado por Plutarco Elías Calles. Lo mismo: en los muros de las obras, en las placas vehiculares, en el vestuario de sus burócratas. Propaganda partidista, con recursos de los contribuyentes que no necesariamente militan en las filas de esos partidos y, las más de las veces, en ninguno de ellos.
Si algo debemos agradecer los capitalinos a las administraciones perredistas en el poder desde 1997, por ejemplo, es que las placas de nuestros vehículos no son negras y amarillas, aunque las corbatas de sus funcionarios invariablemente sean de este último color.
Se ha quejado el PAN del uso de recursos públicos para efectos propagandístico – electorales. Pero, cual se ve y se sabe, no escapan los albicelestes a este mal uso de los recursos públicos.
EL ADENDA, ¿SOLUCIÓN?
FUENTE: http://www.indicepolitico.com/cromatismo-partidista/
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