Por: Jenaro Villamil - mayo 9 de 2013 - 16:18
COLUMNAS, Villamil en Sinembargo - 4 comentarios
De vez en vez, las tragedias ocurridas por explosiones de pipas de gas, como en el reciente caso de San Pedro Xalostoc, de ductos de gas de Pemex, como en San Juanico en 1984 y en el sector Reforma de Guadalajara, o, incluso por una extraña “acumulación de gas metano”, como en el Edificio B de la Torre de Pemex, indican la extrema vulnerabilidad en zonas urbanizadas con criterios electorales y el menosprecio constante a las elementales medidas de protección civil.
La explosión de la pipa de doble remolque en San Pedro Xalostoc parece conmover más a la opinión pública nacional e internacional que a los propios pobladores del municipio de Ecatepec, acostumbrados, quizá, a vivir en medio de la impunidad urbana, el clientelismo de todos los partidos y la impunidad de empresas como Termo Gas, una de las decenas que se han instalado en el valle metropolitano sin cumplir mínimas reglas de protección civil.
La brutalidad del recuerdo de San Juanico hace inevitable la comparación con lo ocurrido en Xalostoc, aunque las dimensiones de la primera tragedia (500 muertos, más de tres mil heridos) fueron mucho mayores. Y las lecciones aprendidas prácticamente nulas.
En septiembre de 2008, a dos semanas de cumplirse el aniversario 24 de las explosiones en una de las zonas más pobres del Estado de México un sondeo de Parametría titulado “Percepción sobre las gaseras ubicadas en San Juanico” indicaba que el 85 por ciento de los pobladores se sienten habitando sobre “una bomba de tiempo”, mientras el 72 por ciento aún considera “muy probable” una explosión.
fuente:
'via Blog this'http://www.sinembargo.mx/opinion/09-05-2013/14244
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