15 de septiembre de 2006

VOLUNTAD POPULAR, SOLIDARIDAD Y LA NUEVA REPÚBLICA

Democracia real

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Por aquello de la flaca memoria característica del acontecer cotidiano, y en tanto no se corrija, adoptaré como lema permanente en mis escritos el recordatorio del fraude cometido en agravio de la voluntad popular en las elecciones del 2 de julio de 2006. Es importante mantener viva la memoria, no sólo en términos testimoniales, sino particularmente como elemento de coherencia de la lucha democrática y como respuesta a quienes pretenden confundir con la engañosa versión de que se trata de un capricho de ambición de poder.

En vísperas de la Convención Nacional Democrática vale hacer algunas consideraciones respecto de la enorme riqueza de la fuerza de la movilización popular que la respalda, cuyo destino es proveer a la construcción de la Nueva República. La solidaridad generada por el agravio común, que hace que los agravios de cada quien lo sean de todos, también constituye un elemento de gran valor para el emprendimiento de acciones colectivas y de autogobierno en muchos órdenes. Hoy quiero referirme a la cultura popular y a su más importante expresión: la economía popular.

Si en algo se distingue el régimen que se pretende derrotar es en la imposición de formas culturales ajenas que, manifestadas en maneras de satisfacción de necesidades básicas, alteran negativamente la capacidad doméstica de generar y distribuir riqueza. Los productores, no sólo los del campo sino también los urbanos, padecen por la falta de mercado y la competencia ruinosa de las importaciones; los consumidores, sometidos al disfrazado yugo de la publicidad comercial, se ven impelidos al consumo de bienes que, salvo raras excepciones, benefician a las economías de fuera en perjuicio de la nuestra. Sean las tortillas elaboradas con maíz transgénico importado, o las chucherías de a dólar traídas de China, pasando por casi toda la economía, se registra el fenómeno de que el peso que un trabajador gasta en su sustento, en vez de dar trabajo y de comer a otro paisano, se desvía para fortalecer economías ajenas, esencialmente de las grandes empresas transnacionales.

Se nos convoca a ejercer boicot contra muchas de esas empresas porque, en la protección de sus particulares intereses, participaron en la orquestación del fraude electoral, pero no se dice que todas ellas responden al mismo patrón de oferta de bienes enajenantes y nocivos, tanto para la salud como para la economía. Habría que ejercer el boicot permanentemente, aún si no hubiesen tenido participación política.

Las condiciones de solidaridad están dadas para emprender acciones de una verdadera revolución cultural, comenzando por la crítica del consumo familiar, para racionalizar y decidir colectivamente por la mayor conveniencia. Si la fuerza de la movilización se encamina a la formación de cooperativas de consumo que, a su vez, se conecten con cooperativas de productores para privilegiarse mutuamente, se estará recuperando y revitalizando la economía popular. El proyecto es impensable en condiciones de normalidad, con un gobierno en contra y una sociedad enajenada; pero adquiere viabilidad ante un gobierno en contra, pero espurio, y un pueblo movilizado y decidido a construir su destino.

En el mismo sentido, convocarnos desde la sociedad civil a emprender campañas de real alfabetización y salud, además de contribuir eficazmente a la construcción de la Nueva República, aportaría el significativo valor de darle tema y programa a la movilización. Si fuimos capaces de mantener con enorme sacrificio los plantones de la Ciudad de México, con mayor facilidad podremos encauzar la fuerza popular hacia estos objetivos. Y, como éstas, muchas acciones más.

Correo electrónico:

gerdez999@yahoo.com.mx


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