4. septiembre, 2013 Álvaro Cepeda Neri * Conjeturas
Las oleadas del neoliberalismo económico que como ideología de derechas se inició con “la economía social de mercado” en Alemania tras la derrota del nazismo, fue reagrupada como ideas, proyectos y programas, primero por publicistas como Walter Lippman (1889-1947), periodista, asesor presidencial de Woo
drow Wilson, economista y propagandista eficaz. Y ya como un sistema teórico con Milton Friedman (su libro-programa Capitalismo y libertad; y con su esposa, Decisión para elegir), cuyas propuesta llevaron a la práctica Pinochet, con los Chicago Boys, la Thatcher y Reagan, para expandirse por todo el mundo capitalista y financiero hasta perforar economías como la rusa o la china donde ese neoliberalismo se mueve más a sus anchas por el autoritarismo político prevaleciente. Para profundizar en toda esa historia que nace con el “dejad hacer, dejad pasar” de la fisiocracia que ha seguido hasta nuestros días, nada como asomarse a las páginas esclarecedoras y deslumbrantes de Christian Laval y Pierre Dardot en La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal, de editorial Gedisa.
Y es que en esa escuela ultraderechista ofensiva del neoliberalismo económico, el inventor del término, Milton Friedman, postula que se debe limitar la democracia indirecta, suprimir la democracia directa y acrecentar los mercados libres de intervenciones que no sean las de favorecer a los empresarios y la competencia más salvaje. Y, ante todo y sobre todo, que los capitalismos deben consentir, tolerar e incluso alentar una “tasa natural de desempleo”. Natural porque se atienen al derecho natural contra el derecho positivo constitucional (ver el ensayo magistral de Hans Kelsen La idea del derecho natural y Crítica del derecho natural). Por eso es que en la agenda de Peña y el Pacto por Peña de Los Chuchos perredistas y del Partido Acción Nacional, si sudan ni se acongojan ante el despido de más de 3 millones que estaba empleados. Es “natural” que los patrones echen a la calle a mexicanos que, con los que no encuentran trabajo formal, suman más de 50 millones y no las cifras mentirosas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
El reportero Roberto González Amador (La Jornada, 24 de agosto de 2013) junto con la información de El Financiero, El Universal, El Economista y Excélsior –éste no obstante ser propiedad del voraz empresario Vázquez Raña– reportan que las empresas están despidiendo trabajadores… Y son ya 29 millones de informales que sobreviven en las calles. Pero, para el peñismo es “correcto” que haya desempleados. Es parte del neoliberalismo económico. Y mientras no haya protestas masivas que rayen en inicios revolucionarios, el neoliberalismo político autoritario insiste en implantar sus programas, y mantiene listas, en las calles, a las fuerzas represoras para contener y si es necesario aplastar a los inconformes. Para el peñismo no hay problema con esa tasa “natural” de desempleo, hasta que el ejército de parados, los miserables y los presos en el malestar social se rebelen. Ya veremos si los mexicanos resisten y soportan lo que les tiene reservada la agenda del neoliberalismo económico y político.
*Periodista
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