Una vez más, Estados Unidos e Israel lograron que los desprestigiados dirigentes palestinos se sentaran a una mesa de negociaciones en la que nadie bien informado (incluidos ellos) ha puesto la menor expectativa
“Ustedes tienen que hablar el lenguaje de la paz. No importa lo que hagan sobre el terreno. Usen siempre el discurso de la paz, y no digan nunca lo que realmente van a hacer” (Lyndon B. Johnson a los dirigentes israelíes).[1]
¿Se puede sentar a negociar a la víctima y al verdugo, al violador y a la violada, al opresor y al oprimido; o en este caso, al ocupante y al ocupado, al colonizador y al colonizado? ¿Qué tipo de “negociación” se puede dar cuando existe entre las dos partes una desmesurada asimetría de poder? Ciertamente, nunca una que beneficie a la parte más débil. Sobre todo cuando la negociación pretende sustituir y eludir otros caminos: el de la justicia y la rendición de cuentas del más fuerte.
Una vez más, Estados Unidos e Israel lograron que los desprestigiados dirigentes palestinos se sentaran a una mesa de negociaciones en la que nadie bien informado (incluidos ellos) ha puesto la menor expectativa, para repetir por enésima vez la farsa de un “proceso de paz” diseñado por el mismo “mediador” que otorga 3000 millones de dólares anuales sólo en ayuda militar a una de las partes, además de su incondicional respaldo diplomático para evitar la rendición de cuentas en Naciones Unidas [2].
Aun los más ingenuos u optimistas reconocen que esta vez las negociaciones se retoman en las peores condiciones posibles para los intereses palestinos: no sólo porque la dominación israelí está más fuerte que nunca (en términos militares y económicos), ni porque el “mediador” designado por Obama es Martin Indyk (un reconocido lobista pro-Israel que tuvo un papel activo en instancias anteriores fracasadas), sino sobre todo porque EEUU ha logrado que las negociaciones se reanuden “sin condiciones” para Israel, es decir, dejando de lado incluso los términos de referencia que guiaron las instancias anteriores: tomar como base la Línea Verde o mal llamada “frontera de 1967”[3] y suspender la imparable construcción de colonias judías en el territorio palestino que se supone tendrá que devolver.
fuente: http://palestinalibre.org/articulo.php?a=46478&utm_source=feedly
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