Por: Sanjuana Martínez - junio 24 de 2013 - 0:01
COLUMNAS, Daños colaterales - Sin comentarios
Enrique Peña Nieto sale de viaje para vender lo que no es suyo. Sale de México con la calculadora en mano para ofrecer al mejor postor Petróleos Mexicanos.
Nada nuevo en el firmamento. Los mexicanos sabemos que el PRI deseaba volver al poder para rematar y concretar la venta de Pemex. Sabíamos que tarde o temprano ese dulce objeto de la tentación sucumbiría al arbitrio de la ambición desmedida del partido en el poder.
Al inquilino de Los Pinos se le olvida que Petróleos Mexicanos no es del gobierno, ni de su propiedad para disponer su presente o futuro. Se le olvida que Pemex es del pueblo, de los mexicanos.
El saqueo de la paraestatal se ha incrementado desde la llegada de Peña Nieto a la Silla del Águila. Y el mejor pretexto para justificar su venta a la iniciativa privada es el déficit endémico que padece. Cualquier persona puede entender que el fin de la corrupción de sindicato y funcionarios, sería el principio de un Pemex altamente productivo y exitoso.
Pero el señor Peña andaba de viaje y en Londres aprovechó para decirles a los ingleses y estadounidenses a través del Financial Times que se harían los “cambios constitucionales necesarios” para dar certidumbre a los inversionistas privados porque la liberación del sector de gas y petrolero ya había sido acordada en el marco del “Pacto por México”.
Peña Nieto va y declara en el extranjero lo que no dice en México. Si carece del valor suficiente para anunciar los detalles de su reforma energética en nuestro país, es obvio que prefiere decir fuera, lo que adentro no puede: que busca atraer la inversión de compañías privadas a Pemex en el terreno de exploración en aguas profundas, lo cual significaría una privatización de facto del sector energético.
fuente: http://www.sinembargo.mx/opinion/24-06-2013/15312
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