“En el mundo de Huxley la gente no se rebela porque no quiere hacerlo, en el de Orwell no se rebela porque no puede”
Zygmunt Bauman en Libertad, pg.159.
A través de la historia hemos constatado cómo la palabra escrita ha sido un instrumento importante en distintos acontecimientos relevantes que se han suscitado, por citar algunos: la revolución francesa, la guerra de independencia norteamericana, la revolución bolchevique, la revolución mexicana, la primavera de Praga, en fin. Varios documentos fueron y son el pivote de tales sucesos que cambiaron la historia de cada país.
Hoy en día, la palabra escrita continúa su curso en pos de la libertad, las ideas y de la democracia masiva, pero la vía ya no es exclusivamente el papel y la tinta, sino la tecnología. El internet a través de las redes sociales ha impulsado no solamente la frivolidad del consumo y el lado obscuro (pornografía, sadomasoquismo, charlatanería ciber etc.) sino que nacen grupos y colectivos de información alternativa a los medios institucionales, grupos sociales de diversa índole que luchan por sus derechos y el de otros: páginas de denuncia contra la matanza de ballenas, el deterioro ambiental por la tala de bosques, contra la homofobia, el feminicidio, la desaparición de personas, por los derechos humanos, el maltrato a los animales, en fin una pléyade de causas y denuncias que el internet abraza de forma positiva.
La convocatoria a las movilizaciones sociales a través de la web, ha tenido un gran éxito en Corea del Sur desde hace años, incluso influyendo en la política electoral y en la posición contestataria de los candleligth vigils. En la última elección presidencial coreana se dieron grupos de discusión online de ciudadanos de la red (netizens) que han proliferado en ese país, el triunfo de la presidenta Park Geun-hye en mucho se debió a esto. Por otro lado, lo más relevante hoy es la información que ha salido a la luz pública gracias a wikileaks, la sociedad global ha tenido acceso a información clasificada y que ha puesto en tela de juicio al poder formal de ciertos gobiernos occidentales que se dicen democráticos.
Las nuevas tecnologías han auxiliado en catapultar el descontento social y convertirlo en acciones masivas. Es un hecho que en la medida de que la sociedad organizada tenga acceso a internet y a redes sociales con un objetivo comunitario, las cosas cambiaran radicalmente. Llegará el momento de que no habrá necesidad de convocar a grandes concentraciones humanas, sino que la protesta será virtual y tan efectiva o más que la presencia física de miles de personas. Tal vez por esto el establishment, gobiernos y las corporaciones multinacionales, desean ansiosamente regular el uso de ciertas tecnologías de información, e inhibir así la horizontalidad social y ciudadana.
Y bueno, los Robin Hood de lo ciber se quiera o no están apareciendo: Assange, Snowden y cientos de anónimos que irán teniendo nombre y cara. Si la Biblia, el Manifiesto Comunista o el Plan de San Luis al difundirse (cada cual en su tiempo) tuvieron un eco interesante, no se imagina uno que venga después en este océano de información y proclamas ciber, donde lo Top Secret se está desvaneciendo paulatinamente para convertirse en algo público y transparente.
SAMUEL F. VELARDE
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