17 de mayo de 2013

Héroes y manipulación | Luis Javier Valero comenta sobre el churro de TELEVISA 5 de mayo, la batalla

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Héroes y manipulación | Opinión | Diario.com.mx:


Luis Javier Valero
Analista político | 2013-05-15 | 20:37
Cómo no van a tener el mundo de cabeza los jóvenes si lo que los maestros intentan inculcar a sus alumnos, si la televisión y las películas financiadas y producidas por la televisión, en un santiamén, cambian todos los parámetros?

¿Cómo esperar que el país mejore en materia educativa si la televisión mexicana es una de las peores en el mundo y, por desgracia, es lo que más ha influido e influye en los jóvenes de varias generaciones, por lo menos de los que no tienen un mayor acceso a otras opciones televisivas y que son la absoluta mayoría de la población?

Tales cuestionamientos vienen a cuento a propósito de la exhibición de la película “5 de mayo, la batalla”, propagandizada como la película con el mayor presupuesto de la historia de la cinematografía mexicana, financiada, por puritita casualidad, por la empresa Televisa y el gobierno de Puebla.

Tal película es uno de los ejemplos paradigmáticos de lo que se imagina el monopolio televisivo debe ser la enseñanza de la historia nacional. Según este bodrio, el principal protagonista de la batalla más recordada por los mexicanos, porque se le infligió una histórica derrota al mejor ejército del momento, el francés, fue Porfirio Díaz, y su ejército, el mejor del país, solo porque entonces, al igual que ahora –esas son las paradojas de la vida nacional– Oaxaca aportaba, y aporta, la mayor cantidad de elementos al ejército mexicano.

Estrenada con uno de los más altos números de copias –400– simultáneamente en México y Estados Unidos, es una coproducción del gobierno de Puebla (encabezado por Rafael Moreno Valle, fruto de una coalición PAN-PRD), Gala Films, Estudios Churubusco Azteca, Equipment & Film Design, Labodigital y Televisa Films.

En la presentación de la película a los medios de comunicación, el secretario General de Gobierno, Luis Maldonado Venegas, develó nítidamente cuales son las motivaciones de la administración estatal: “Los espectadores estarán de frente a lo que es una auténtica guerra, donde los personajes como don Benito Juárez, Ignacio Zaragoza, Porfirio Díaz, aparecen como hombres de carne y hueso, con sus errores y aciertos”, argumento utilizado frecuentemente por quienes pretenden rescatar la honra del ex dictador mexicano –que los hombres cometemos errores y que se debe hacer una valoración global de todos ellos– y convencernos, por ejemplo, de que el gobierno de Díaz nos llevó a un desarrollo económico sin igual.

Ciertamente, Porfirio Díaz era, en esa época, uno de los más destacados generales afines a Benito Juárez (al que en la película se le muestra brevemente, y como un personaje acartonado y no, como lo fue en la realidad, el líder que fue capaz de encabezar al conjunto de políticos más brillantes de la historia nacional), pero de ahí a sostener, como lo hacen los realizadores de la película, que fue el principal héroe de la Batalla del 5 de Mayo hay un mundo de distancia.

Y es que es imposible realizar un juicio estrictamente cinematográfico de la cinta, habida cuenta de la conjunción de dos entidades “extrañamente” unidas en esta película, el Gobierno de Puebla y Televisa, a las que unen más coincidencias de las que podríamos esperar y que sólo esperan un buen resultado en las taquillas para realizar otras dos películas. La del sitio de Puebla, “que sería como la muerte, y luego la resurrección con la batalla del 2 de abril”, según dijera el director, Rafael Lara, sin mencionar que, efectivamente, en la batalla del 2 de abril el héroe fue quien luego gobernara durante 30 años al país.

Si se tratara de verla sólo como una película (algo difícil dados los antecedentes de Televisa en los últimos años al pretender imbuir su propia versión de la historia nacional) es una pésima película. Mal dirigida, sin ritmo, con historias increíbles, peores diálogos, esquemática a decir basta, en la cual los buenos son buenos hasta empalagar y los malos son malos de a de veras.

La historia de “amor” de dos personajes es malísima, tratada con el velo de las mentes conservadoras de hoy y no con el realismo con el que se tejieron miles y miles de historias en esa guerra, como en todas.

Y las escenas de guerra francamente son para abandonar la sala, en un increíble abuso de la “trepidación” y del movimiento sin ton ni son de las cámaras, que  llevan al espectador a que no sepa, en la mayor parte de las escenas, a no saber quienes eran franceses o mexicanos.

Para llorar.

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