PEMEX Reynosa (Photo credit: Reynosa Blogs) |
Las pérdidas de Pemex
Asfixia fiscal y financiera
Más ingresos = más deuda
Carlos Fernández-Vega
D
os cosas concretas y contrapuestas puede presumir Petróleos Mexicanos: que es uno de los consorcios más rentables del mundo (con un margen de ganancia cercano a mil 600 por ciento por barril de crudo, una vez descontado el costo total de extracción) y que, a la vez, es la única petrolera en el planeta que permanentemente registra pérdida (ficticia, pero contablemente anotada como tal). Difícilmente alguna empresa distinta a la citada puede mostrar esta ambivalencia, porque de ser así de tiempo atrás habría cerrado sus puertas.
La emblemática paraestatal cada año obtiene más ingresos, pero al mismo tiempo cada año reporta mayores números rojos y se endeuda más para tapar su pérdida financiera. Parece un cuento de terror, aunque no es más que la triste realidad de este gran consorcio del Estado mexicano que permite mantener aceitado el terriblemente ineficiente gasto público del país, y que ahora, en el enésimo intento, el gobierno y los abajo firmantes del Pacto por México pretenden modernizar a favor del capital privado, por ser –dicen los jilgueros privatizadores– un ente improductivo que ya no es negocio.
Para dar un ejemplo de esto último la información financiera de Pemex para el periodo 2009-2011 (la de 2012 aún no se conoce a detalle) documenta un rendimiento bruto (utilidades para el caso de una empresa privada) antes de impuestos por un billón 844 mil 410 millones. Muy pocos consorcios pueden presumir ese volumen de ganancia, pero llegó la Secretaría de Hacienda y arrasó: se quedó íntegramente con ella (vía derechos sobre extracción de crudo, impuesto a los rendimientos petroleros y otro tipo de gravámenes), y por si fuera poco a la paraestatal le exigió un monto adicional equivalente a 13 por ciento de esas ganancias, para redondear 2 billones 77 mil millones.
¿Resultado? Sencillo: en ese lapso Petróleos Mexicanos reportó una pérdida por 232 mil 380 millones de pesos, los cuales recuperó por medio de un mayor endeudamiento. ¿Qué empresa en el mundo paga una tasa fiscal de 113 por ciento sobre utilidades, se endeuda para tapar agujeros financieros y sobrevive? Sólo Pemex, a la que en 2011 extraer un barril de crudo le costó 6 dólares con 12 centavos para venderlo a 101 dólares con 13 centavos (precio promedio de exportación) en el mercado internacional, o lo que es lo mismo, un margen de ganancia cercano a mil 600 por ciento, es decir, nada más lejano a la versión de que ya no es negocio.
De hecho, la propia Pemex informa que en 2011 los ingresos por ventas alcanzaron un máximo histórico de un billón 558 mil 400 millones de pesos (111 mil 400 millones de dólares) y que el incremento en ventas fue de 21.6 por ciento, en comparación con 2010. Pero ese mismo año las contribuciones por impuestos y derechos también registraron un nivel máximo histórico ascendiendo a 876 mil millones de pesos (62 mil 600 millones de dólares), lo que representó 56.2 por ciento de las ventas totales y 111 por ciento de los rendimientos antes de impuestos, derechos y aprovechamientos.
Derivada de lo anterior, apunta la paraestatal, “en el ejercicio contable 2011 se registró una pérdida neta de 91 mil 500 millones de pesos (6 mil 500 millones de dólares). Así, mientras más ingreso obtiene, mayor es la pérdida de Pemex y, por lo mismo, su endeudamiento, en un cuento –que no es cuento– de nunca acabar. Entonces, con la modernización –que privatizará sin privatizar– ¿quién será el guapo del sector privado que se animará a perder permanentemente para cumplir con las voraces exigencias de la Secretaría de Hacienda?
Para 2013 la Ley de Ingresos de la Federación obliga a Petróleos Mexicanos a pagar puntualmente cuando menos los siguientes derechos: ordinario sobre hidrocarburos, sobre hidrocarburos para el fondo de estabilización, extraordinario sobre exportación de petróleo crudo, para la investigación científica y tecnológica en materia de energía, para la fiscalización petrolera, sobre extracción de hidrocarburos, especial sobre hidrocarburos, adicional sobre hidrocarburos y para regular y supervisar la exploración y explotación de hidrocarburos. Sólo por estos conceptos deberá enterar al fisco 787 mil 561.4 millones de pesos.
En el capítulo segundo de la citada ley (De las obligaciones de Petróleos Mexicanos), se obliga a Pemex y sus organismos subsidiarios al pago de contribuciones y sus accesorios, de productos y de aprovechamientos, excepto el impuesto sobre la renta (aunque en el informe 2011 reconoce un pago superior a 3 mil millones de pesos por tal gravamen), y para que no quede duda le ordenan pagos diarios, incluyendo los días inhábiles, por 634 millones 525 mil pesos durante el año. Además, el primer día hábil de cada semana del ejercicio fiscal deberá efectuar un pago de 4 mil 453 millones 880 mil pesos. Todo, a cuenta del derecho ordinario sobre hidrocarburos.
Cantidades similares se le imponen por la venta de gasolinas y diesel, impuesto al valor agregado, impuestos a la exportación de petróleo crudo, gas natural y sus derivados, impuestos a los rendimientos petroleros, impuestos a la importación de mercancías, y otras obligaciones. Lo anterior, no sin antes advertir a la paraestatal que la Secretaría de Hacienda queda facultada para modificar el monto de los pagos diarios y semanales establecidos en este artículo y, en su caso, para determinar la suspensión de dichos pagos, cuando existan modificaciones en los ingresos de Petróleos Mexicanos o de sus organismos subsidiarios que así lo ameriten, así como para expedir las reglas específicas para la aplicación y cumplimiento de lo dispuesto en este artículo.
Lo llamativo de todo esto es que el gobierno peñanietista, por medio de Luis Videgaray, anuncia que primero va la reforma energética y después la fiscal, cuando a todas luces ésta condiciona la modernización de la paraestatal; sin ella, la privatización sin privatizar es mero albur. Al final de cuentas, como dice el consejero Fluvio Ruiz, lo mejor para para Pemex es restructurarlo y reintegrarlo, porque la participación del capital privado en la paraestatal no es la panacea.
Las rebanadas del pastel
La Jornada informa en su contraportada de ayer que los migrantes están en riesgo por una empresa, Ferrosur, que ha colocado postes cerca de las vías que han causado accidentes entre los centroamericanos que van hacia Estados Unidos. En 2012, al menos siete indocumentados resultaron con lesiones graves por tal acción. ¿A quién pertenece ese consorcio privado? No se esfuercen: a Germán Larrea, el mismo propietario de Pasta de Conchos, barón Forbes a quien el gobierno también entregó otro bien de la nación, Ferrocarriles Nacionales de México.
cfvmexico_sa@hotmail.com
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