14 de noviembre de 2012

El país que deja Calderón - Laura Itzel Castillo

El país que deja Calderón - Columnas:

En concreto | Laura Itzel Castillo
El país que deja Calderón


Miércoles 14 de noviembre de 2012



Desde el Consejo de Defensa de la Vivienda (CDV) hemos venido alertando acerca de la problemática generada a partir de la construcción masiva de vivienda chatarra, que se ha sembrado sin tomar en consideración la planeación urbana ni las necesidades reales de la población.
Quienes están al frente del gobierno no se han cansado de pregonar que debe ser el mercado el que defina las posibilidades del desarrollo habitacional, en función de la ley de la oferta y la demanda, teniendo como prioridad siempre su visión financiera.



Recientemente en una entrevista, Felipe Calderón respondió que la falta de planeación urbana, en este país, obedece a la corrupción que se ejerce directamente desde los ayuntamientos, quienes son los responsables al definir los usos del suelo en sus municipios.
Definitivamente no sorprende a nadie su cinismo. Lo que sí sorprende es que el todavía habitante de Los Pinos hable del problema que representa la vivienda abandonada, un tema que ha estado rezagado en la agenda política.
Sin embargo desde la óptica de la derecha, la planeación no es asunto del gobierno federal, sino exclusivamente de los gobiernos locales, cuando los recursos que manejan los organismos nacionales de vivienda provienen de los mismos derechohabientes. Por ejemplo: el fondo del Infonavit tiene su origen en la cuota de 5% del salario del trabajador, considerada como aportación patronal.
De esto, en el 2011 obtuvo 50 mil millones de pesos. A ello hay que agregarle la cobranza, más lo que ingresa por la bursatilización. En total el Infonavit obtuvo 137 mil millones de pesos que debieron servir para garantizar una buena inversión y por tanto debiera ser el primero en negar la autorización de los proyectos que no cumplen con las mínimas características de habitabilidad. Conjuntos que se encuentran alejados de los centros de trabajo y de las zonas urbanas, que no cuentan con equipamiento en kilómetros a la redonda.
Por otra parte, los egresos del Infonavit son de alrededor de 130 mil millones de pesos, es decir le sobran 7 mil millones. ¿Cómo puede sobrarle dinero a una institución como ésa, habiendo tantas carencias? ¿Y cómo puede dejar en manos del mercado la decisión de dónde construir?
Hace unos días un humilde trabajador pensionado, acreditado del Infonavit, denunciaba lo que está sucediendo en Acapulco: “La Marina está entrando con violencia a los departamentos, buscando delincuentes; esto es aterrador. Los delincuentes exigen en las tiendas cercanas la relación de compradores de tiempo aire para teléfonos celulares con el objeto de contar con la lista de probables delatores.
“He llegado a pensar en que sería mejor traspasar mi departamento, venderlo o abandonarlo. En estas unidades habitacionales la gente se está yendo a otros destinos, cierran con llave y dejan los muebles. Otros necesitados violan chapas, invaden, sacan pertenencias...
“Hay edificios completos abandonados y otros completamente invadidos. No sé que hacer, el banco me descuenta de mi pensión 2,200 pesos y me quedo solamente con mil para comer... Esto se está poniendo espantoso, vivimos aterrorizados, por una parte el Infonavit con sus exigencias desfasadas de la realidad, por otra la delincuencia organizada y para acabarla de amolar el Ejército, los marinos y la Policía Federal violando derechos humanos”.
Este es el país que deja Felipe Calderón, 93 mil muertos producto de su guerra contra el narco, 5 millones de viviendas abandonadas y cientos de unidades habitacionales infernales. Qué desgracia.

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