English: Agustín Carstens, a prominent Mexican economist. Español: Agustín Carstens, destacado economista mexicano. Français : Agustín Carstens, économiste mexicain. (Photo credit: Wikipedia) |
Humberto Musacchio*
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Divorciado de la historia, lejos de las necesidades populares, sin idea del nexo que existe entre leyes y realidades, el actual gobierno, cercana ya su fecha de defunción, trata de llevarse a la tumba al país entero, y un ejemplo elocuente de lo anterior es la propuesta de reforma laboral, que intenta poner más condiciones al derecho de huelga, facilitar los despidos sin indemnización, limitar a un año el pago de salarios caídos, propiciar en mayor medida la subcontratación y el llamado outsourcing, sustituir las juntas de Conciliación y Arbitraje por jueces dependientes del Poder Judicial y obligar a las directivas sindicales a rendir cuentas públicamente.
Con la honrosa salvedad de Lázaro Cárdenas, las huelgas no han contado con la simpatía de los gobiernos, que en varios sexenios anularon en la práctica ese derecho o bien recurrieron a la represión feroz y descarnada, como ocurrió con el movimiento ferrocarillero de 1958-59, aplastado por Adolfo López Mateos mediante una represión feroz, la detención de 15 mil obreros y 11 años de prisión para los líderes Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
Pese a todo, el derecho de huelga se ha mantenido en la Constitución y en la Ley Federal del Trabajo y una y otra vez los trabajadores lo han hecho valer, a veces con resultados adversos, pues la huelga puede prolongarse indefinidamente por voluntad (o falta de ella) por parte de la patronal, por fallos adversos o simplemente por la represión asesina.
Pero el derecho sigue ahí y ahora se pretende acotarlo, disminuirlo, pues se ignora que surgió como resultado de una Revolución que le costó al país un millón de vidas. Pero los gobernantes panistas y sus alfiles neoliberales suelen ignorar supinamente la historia. Ejemplo de lo anterior lo dio el señor Agustín Carstens, quien cree que trabajadores y patrones están en pie de igualdad. No sabe o pretende olvidar que la legislación laboral tiene un carácter tutelar, pues siempre el trabajador está en desventaja frente al propietario del capital.
Los despidos sin indemnización representan un retroceso al siglo XIX, al capitalismo manchesteriano, salvaje, en el que los seres humanos son tratados con menos respeto que una mercancía cualquiera. Pero esos despidos arbitrarios ya existen al amparo de la subcontratación y el outsourcing, que representan una forma de doble explotación —del patrón directo y el subcontratante— en la que prevalece el despido arbitrario y la falta casi absoluta de derechos obreros.
Las juntas de Conciliación y Arbitraje son organismos tripartitos integrados por representantes de los patrones, los trabajadores y la autoridad. Sustituirlos por jueces dependientes del Poder Judicial es quitar a los obreros la posibilidad de defensa para depositarlo todo en un togado que tratará a las partes como iguales, lo que también contradice el carácter tutelar de la legislación laboral.
Por último está el asunto de los dineros sindicales. La propuesta implica que sea el gobierno el que meta mano en las cuentas de las organizaciones obreras y cuente con un arma adicional para incidir en la vida de los sindicatos, lo que salvo contadísimas excepciones ha sido nefasto para los trabajadores. Por eso, lo procedente es propiciar que sean los propios asalariados quienes vigilen y determinen el empleo de sus fondos, no el Estado, porque éste jamás ha facilitado el combate contra los líderes deshonestos. Como bien se sabe, la liberación del charrismo sindical deberá ser obra de los trabajadores mismos. De nadie más.
*Periodista y autor de Milenios de México
hum_mus@hotmail.com
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