13 de marzo de 2012

A Josefina (#JVM) ni la ven, ni la oyen - Mas Morales

A Josefina (#JVM) ni la ven, ni la oyen ~ Mi lucha contra la usura:


Cartón: Monero Hernández






El pasado domingo 11, en el Estadio Azul, a Josefina le pasaron la factura. Doce años de gobierno impostor y fallido, traducidos en un desastre nacional con más de 60 mil muertos a cuesta, parecen haber calado en el ánimo de las personas de manera brutal. Pese a la algarabía y la falsa ilusión que la presencia de una mujer en la contienda por la presidencia representará el “verdadero cambio”, la gente no le creyó y la dejaron sola en uno de los eventos que debería ser de los más importantes: su toma de protesta como candidata. Las inmediaciones del Estadio Azul lucían llenas. Desde temprana hora llegaron camiones repletos de acarreados, con el típico sabor de un mitin en plena “veda electoral”. Pero la mayoría no sabían ni a qué iban. Imágenes transmitidas por Milenio Tv nos muestran que a más de uno, ante la pregunta ¿tú a qué vienes? respondían con cualquier cantidad de cosas, y hubo hasta quien aseguró que iba a una “pelea de toros”. Yo no pude parar de reír con esa risa que te provocan las cosas que no tienen más que un calificativo: ridículo. Sí, eso fue lo que hizo la autonombrada señora de la casa, la mujer que promete “cuidar a nuestros hijos como a los propios”: Josefina Vázquez Mota hizo el mayor ridículo que se hubiera imaginado. 



Pese a la negación de unos cuantos que aseguraban que el estadio estaba repleto, no se pudo tapar el sol con un dedo. Cuando veía las imágenes de las personas salir del lugar mientras la señora hablaba, prometía, caminaba de un lugar a otro en el estrado, recordé los inicios de mis años de docente frente a jóvenes bachilleres que no se salían del salón pero se volteaban a platicar entre ellos cuando yo hacía mil y un esfuerzos para que atendieran la clase de literatura. A muchos de los chavos les valía un cacahuate quién había escrito El Quijote o si Gabriel García Márquez era el autor de Cien Años de Soledad. Con el paso del tiempo perfeccioné mis técnicas y capté la atención de los jóvenes que asistían a mis clases y hoy puedo decir, con mucho orgullo, que dejé huella en más de uno que hoy están graduados de sociólogos, literatos, politólogos, psicólogos. Finalmente me escucharon y cientos de “chamacos” – que ahora no lo son—son hombres y mujeres de bien. Pero a Josefina hasta eso le falló. Los que fueron “ni la oían ni la veían” y pudo más el cansancio, las horas bajo el sol, que el interés de estar sentados en su toma de protesta. 

Mantener la atención de un público de cincuenta personas o de miles no es sencillo. Que se enteren de lo que dijo tampoco. Menos lo es cuando no saben ni a qué van o la empatía que tiene el orador con sus oyentes es nula. Si a la señora Vázquez Mota alguien le doró la píldora de que cada uno de los asistentes iría con pleno fervor y convencimiento a verla y que estarían más que convencidos de que para ellos su plataforma política es la adecuada, vaya chasco que se llevó. Las técnicas del acarreo por compromiso laboral o económico en nuestro país cada vez caen más en desuso porque a los ciudadanos de a pie les importa un carajo irle a llenar un estadio o un local a una figura política, que en cuanto termine su perorata les dará un patada por el trasero. Y si hablamos de Josefina Vázquez Mota el desinterés crece al cubo ya que ella representa un partido que volvió más jodido al jodido y que, además, se ha caracterizado por ningunear al desprotegido, por echarse encima a los “grupos marginales” – siempre lo entrecomillo por no estar de acuerdo con esa definición—como a la comunidad lésbico-gay, por no ser incluyente ni propositivo en cuestión de género y por muchas, pero muchas cosas más que la soberbia de doña Chepina y sus insípidos e ignorantes organizadores no calibraron precisamente por sentirse el ombligo del mundo y creer que cualquier acarreado se queda a escuchar sus tonterías por una camiseta, una torta o un “chesco”. 

Organizar un mitin o evento político tiene su chiste. Y la realidad del panismo empieza a salir a flote: ni en su misma militancia los quieren. El PAN, caracterizado en su pasarela por el poder como un partido “de poquitos”, de minorías – ellos sí, minorías—y que sólo se preocuparon por encumbrar a las pocas familias pudientes de nuestro México amolado, empieza a ver sus frutos. Ni para acarrear sirven y en el Azul se puso de manifiesto. El siguiente ejemplo lo tendremos en las urnas. Ya lo veremos…


@Mar_Morales_

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#AMLO2012

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