Pero la mayor deficiencia que tuvo aquella reforma fue dejar fuera las propuestas sobre democracia participativa y la posibilidad de poder elegir candidatos
La reforma política de 1996, que creó al IFE y determinó los nuevos requisitos para el registro de partidos y candidatos a cargos de elección popular, así como los nuevos derechos políticos para los ciudadanos del Distrito Federal, sin duda significó una refrescante apertura al dinosáurico autoritarismo priista. Pero, como decía Porfirio Muñoz Ledo hace unos días, otorgó demasiado poder a la cúpula de los partidos políticos.
Pero la mayor deficiencia que tuvo aquella reforma fue dejar fuera las propuestas sobre democracia participativa y la posibilidad de poder elegir candidatos sin partido en cargos de elección popular.
A esas propuestas las han querido mezclar el voto nulo, y llamarlas en conjunto “agenda ciudadana”. Pero nada que ver. La democracia directa o participativa es democrática, trata de que la voz del ciudadano, sin la deformación que pude acarrear la mediación de un mal representante popular, defina leyes, políticas públicas, presupuestos e incluso sanciones a funcionarios. El voto nulo no define nada, es… nulo.
Hay quienes aceptan esta realidad, pero piensan que lo importante es salvar una especie de buena conciencia y generar una merma moral a los partidos que no logran convencer a esos ciudadanos que anulan su voto. Oh, error. Los partidos no actúan por sentimientos de culpa, actúan por intereses. Buenos o malos, convenientes o inconvenientes, limitados o amplios, injustos o justos, ideológicos o pragmáticos intereses.
Por eso, ahora dejo estas 10 razones para no anular el voto:
1. La vida pública no es un asunto de conciencia individual, sino colectiva.
2. Los dirigentes políticos, ciudadanos, sociales responsables deben convocar a actos creativos, no destructivos.
3. Los inconformes sólo podemos evitar que gobiernen los peores si votamos por alguien.
4. Los llamados al voto nulo restan votos activos y se suman al abstencionismo. Ninguno de los dos decide quién gobierna.
5. Los ciudadanos sin partidos son tan impuros como los ciudadanos con partido. Y a veces peores, porque no tienen quién los controle.
6. La pureza hay que buscarla en la iglesia. En la política debemos buscar al mejor gobernante.
7. El voto nulo no sólo no cuenta, no representa ninguna identidad para los que optan por él. Hay divisiones sociales más importantes como la desigualdad social.
8. Mentira que todos los representantes populares representen lo mismo y sean iguales. Si queremos luchar contra los que gobiernan hay que hacerlo así, luchando por sacarlos del gobierno y no por la nada.
9. A los únicos que afecta realmente el voto nulo no es a los que gobiernan mal sino a los que están en contra de ellos y no pueden sumar a otros que también lo están pero optan por anular su voto.
10. ¿Por qué anular el voto si podemos llevar a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República?
#AMLO2012
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