Francisco Rodríguez / Índice Político
Pasó desapercibida en México la entrevista que Lionel Barber, uno de los editores del londinense The Financial Times, le hiciera al señor Felipe Calderón durante la visita de éste a Davos, Suiza, a finales del más reciente enero.
De no ser por la columna de don Enrique Galván Ochoa que se publica en el diario La Jornada –y de este espacio que se percató de dicho ejercicio periodístico leyendo el texto aparecido en “Dinero”–, ningún otro medio mexicano hizo alusión a las mentiras y exageraciones –sobre todo eso, exageraciones– que el ocupante de Los Pinos volcó sin sonrojo alguno ante el incrédulo y a veces hasta burlón míster Barber.
Algunas de esas mentiras y exageraciones: los 112 millones de mexicanos con cobertura universal de salud (jejeje), lo que no deja de ser un propósito que aún estamos lejos de alcanzar, sobre todo por la enorme corrupción que enmarca a este programa electorero de la fallida actual Administración panista. Un cuento, pues, que los primeros en no tragarse son los afiliados a tal programa.
O los 100 mil ingenieros graduados aquí anualmente que dijo también Calderón en aquella entrevista a la postre jocosa, de no ser porque evidencia la megalomanía de “el chaparrito, peloncito, de lentes”.
O las 100 nuevas universidades construidas sobre el territorio nacional en los últimos cinco años, lo que de plano ya resulta una mentira y/o exageración enfermizas.
Nada de eso se divulgó en México, más allá de los espacios periodísticos reseñados. No hubo televisora que transmitiera fragmentos –la página del Financial Times “subió” un video de la misma–, y ni siquiera los colegas en la nómina de Los Pinos se atrevieron en esta ocasión a cantar las consabidas loas a quien en menos de un sexenio ha destruido al país hasta en sus cimientos.
Y es que, por supuesto, no hubo boletín de prensa. Quizá porque a los propios empleados de Calderón en Los Pinos les avergonzaban las mentiras y exageraciones que éste decía en la mentada entrevista –otra: que se dedicará en los próximos meses a solucionar el problema (económico y financiero) de Europa, ante lo cual el entrevistador casi se desternilla de risa–. Por lo que sea, no la difundieron. Cuidaron a su jefe.
Pero éste, ayer mismo, no quiso quedarse con sus exageraciones guardadas en la bolsa.
Y así fue que en Morelos, durante una de sus giras de campaña –como si él mismo buscara reelegirse–, volvió a hablar de que en México, ese México que al parecer sólo existe en su cabeza “la mañana del día siguiente”, se gradúan más ingenieros que en Canadá, que en Brasil donde hay más habitantes que por acá, casi casi más que en la Gran Bretaña. Exageración y mentira, sin duda alguna.
Pero vamos a dar por hecho que así sea. Que en nuestro país hay cada año más y más ingenieros… Ahora que Calderón nos diga ¿dónde trabajan?
Lo más seguro es que el autodenominado “Presidente (sic) del empleo” pueda ubicarlos en un tianguis o mercado sobre ruedas, ruleteando tras el volante de un taxi, o cual representantes de una fábrica de materiales de construcción caminando las calles con un catálogo de ventas bajo el brazo. Eso si tienen suerte, que si no…
Calderón está en campaña. Exagerando, como siempre.
Lo hizo en 2006, cuando extremó y dramatizó aquello del “peligro para México” que, a final de cuentas, fue en lo que él mismo se convirtió. Lo hace ahora cuando escuchamos spots en los que se habla de que durante su fallida gestión “se han construido 27 mil kilómetros de carreteras”. ¿Dónde? ¿Las contamos? ¿Las medimos?
“Toda exageración resulta insignificante”, decía el controvertido estadista francés Charles Maurice de Talleyrand.
Las cosas, los eventos, los hechos, efectivamente, pierden significado cuando se excede a la realidad.
A lo mejor si hay unos cuantos ingenieros que, con penas y sacrificios, consiguen graduarse cada año. A lo mejor, en serio, se han creado dos o tres universidades. A lo mejor, se han concesionado a las constructoras hispanas la rehabilitación de dos que tres tramos carreteros, pero cacarear en centenas y en centenas de miles le resta significado.
Pero Calderón está en campaña.
Como si quisiera reelegirse.
¿O también esto es una exageración?
Índice Flamígero: Recordé otra frase, breve, directa, de Talleyrand: “El crimen es el último recurso de políticos imbéciles.”
Pasó desapercibida en México la entrevista que Lionel Barber, uno de los editores del londinense The Financial Times, le hiciera al señor Felipe Calderón durante la visita de éste a Davos, Suiza, a finales del más reciente enero.
De no ser por la columna de don Enrique Galván Ochoa que se publica en el diario La Jornada –y de este espacio que se percató de dicho ejercicio periodístico leyendo el texto aparecido en “Dinero”–, ningún otro medio mexicano hizo alusión a las mentiras y exageraciones –sobre todo eso, exageraciones– que el ocupante de Los Pinos volcó sin sonrojo alguno ante el incrédulo y a veces hasta burlón míster Barber.
Algunas de esas mentiras y exageraciones: los 112 millones de mexicanos con cobertura universal de salud (jejeje), lo que no deja de ser un propósito que aún estamos lejos de alcanzar, sobre todo por la enorme corrupción que enmarca a este programa electorero de la fallida actual Administración panista. Un cuento, pues, que los primeros en no tragarse son los afiliados a tal programa.
O los 100 mil ingenieros graduados aquí anualmente que dijo también Calderón en aquella entrevista a la postre jocosa, de no ser porque evidencia la megalomanía de “el chaparrito, peloncito, de lentes”.
O las 100 nuevas universidades construidas sobre el territorio nacional en los últimos cinco años, lo que de plano ya resulta una mentira y/o exageración enfermizas.
Nada de eso se divulgó en México, más allá de los espacios periodísticos reseñados. No hubo televisora que transmitiera fragmentos –la página del Financial Times “subió” un video de la misma–, y ni siquiera los colegas en la nómina de Los Pinos se atrevieron en esta ocasión a cantar las consabidas loas a quien en menos de un sexenio ha destruido al país hasta en sus cimientos.
Y es que, por supuesto, no hubo boletín de prensa. Quizá porque a los propios empleados de Calderón en Los Pinos les avergonzaban las mentiras y exageraciones que éste decía en la mentada entrevista –otra: que se dedicará en los próximos meses a solucionar el problema (económico y financiero) de Europa, ante lo cual el entrevistador casi se desternilla de risa–. Por lo que sea, no la difundieron. Cuidaron a su jefe.
Pero éste, ayer mismo, no quiso quedarse con sus exageraciones guardadas en la bolsa.
Y así fue que en Morelos, durante una de sus giras de campaña –como si él mismo buscara reelegirse–, volvió a hablar de que en México, ese México que al parecer sólo existe en su cabeza “la mañana del día siguiente”, se gradúan más ingenieros que en Canadá, que en Brasil donde hay más habitantes que por acá, casi casi más que en la Gran Bretaña. Exageración y mentira, sin duda alguna.
Pero vamos a dar por hecho que así sea. Que en nuestro país hay cada año más y más ingenieros… Ahora que Calderón nos diga ¿dónde trabajan?
Lo más seguro es que el autodenominado “Presidente (sic) del empleo” pueda ubicarlos en un tianguis o mercado sobre ruedas, ruleteando tras el volante de un taxi, o cual representantes de una fábrica de materiales de construcción caminando las calles con un catálogo de ventas bajo el brazo. Eso si tienen suerte, que si no…
Calderón está en campaña. Exagerando, como siempre.
Lo hizo en 2006, cuando extremó y dramatizó aquello del “peligro para México” que, a final de cuentas, fue en lo que él mismo se convirtió. Lo hace ahora cuando escuchamos spots en los que se habla de que durante su fallida gestión “se han construido 27 mil kilómetros de carreteras”. ¿Dónde? ¿Las contamos? ¿Las medimos?
“Toda exageración resulta insignificante”, decía el controvertido estadista francés Charles Maurice de Talleyrand.
Las cosas, los eventos, los hechos, efectivamente, pierden significado cuando se excede a la realidad.
A lo mejor si hay unos cuantos ingenieros que, con penas y sacrificios, consiguen graduarse cada año. A lo mejor, en serio, se han creado dos o tres universidades. A lo mejor, se han concesionado a las constructoras hispanas la rehabilitación de dos que tres tramos carreteros, pero cacarear en centenas y en centenas de miles le resta significado.
Pero Calderón está en campaña.
Como si quisiera reelegirse.
¿O también esto es una exageración?
Índice Flamígero: Recordé otra frase, breve, directa, de Talleyrand: “El crimen es el último recurso de políticos imbéciles.”
#AMLO2012
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