20 de febrero de 2012

AMLO ¿descabellado? - Raúl Rodríguez Cortés


AMLO ¿descabellado? - Columnas:


Es muy difícil escuchar sin desesperarse las entrevistas radiofónicas y/o televisivas de Andrés Manuel López Obrador, un poco por los seseos tropicales de su hablar, pero mucho, y casi siempre, porque sus interlocutores casi no lo dejan completar las ideas que esboza.
Es cierto que cuestionar —lo que siempre resulta mejor con información y conocimientos— es parte de nuestra tarea como periodistas. Pero de ahí a interrumpir constantemente a un entrevistado, más con un afán descalificador que con una sincera disposición al entendimiento, hay una enorme diferencia.


Las interrupciones descalificadoras de la mayoría de los entrevistadores de quien por segunda ocasión es el candidato presidencial de la izquierda, y que torpemente creen que así lo desenmascararán o cacharán en alguna maroma o trampa, son las que dificultan la comprensión de sus planteamientos y la posibilidad de cuestionar inteligentemente su viabilidad.
No ocurre en las entrevistas que se hacen a los contrincantes de AMLO: a la candidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, o a los candidatos priísta, Enrique Peña Nieto, y panalista, Gabriel Quadri, les conceden ensu mayoría verosimilitud y, por lo tanto, una viabilidad casi incuestionable.
Los detractores de El Peje dirán con lógica impecable —más aún los que ilusamente creyeron y creen que es el peligro para México machacado hasta la saciedad en la propaganda sucia por el PAN, Felipe Calderón y los poderes económicos que hace seis años lo sentaron en Los Pinos— que el problema es que las proposiciones de López Obrador son inalcanzables, por decir lo menos, o definitivamente descabelladas, lo que estaría por verse y seguramente se aclararía si lo dejaran explicarlo y, después, claro está, cuestionarlo, lo que indistintamente fortalecería o debilitaría su oferta.
Enfatizar en el crecimiento económico y la creación de empleos —sobre todo para 7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan—, sin descuidar el combate al crimen organizado, es la estrategia de seguridad que propone. Para el movimiento que encabeza, en la falta de crecimiento de la economía y en la cada vez más estrecha oportunidad de conseguir trabajo están las principales causas de la expansión del crimen organizado y la violencia que ha traído consigo.
Si la estrategia de Calderón —que enfatiza en el uso de la fuerza— ha cobrado 50 mil vidas en seis años, ¿no le parece sensato intentar por el lado de la propuesta de AMLO? Entonces surge la inevitable pregunta: ¿y cómo le va a hacer para que la economía crezca y con ella los empleos, y cuándo empezaríamos a ver ese crecimiento?
López Obrador asegura que de ganar la Presidencia, el crecimiento se vería desde el primer año de gobierno con la creación de 5 millones de empleos. ¿Y cómo? Identifica tres fuentes para financiar el crecimiento que totalizan 800 mil millones de pesos: 300 mil millones se obtendrían del combate a la corrupción, otros 300 mil millones de la austeridad aplicada al gasto corriente del gobierno y 200 mil millones más de la aplicación de una política fiscal que grave más al que más gana y menos al que menos, sin nuevos impuestos o aumento de los existentes, simplemente eliminando los privilegios fiscales.
Nada de eso está en el librito del actual modelo económico neoliberal, vamos, en su ortodoxia. Son medidas que se salen de esa camisa de fuerza, absolutamente heterodoxas. Pero ¿son verosímiles?, ¿viables?
Disminuir el gasto del gobierno (no corriendo gente, sí reduciendo sueldos de los mandos superiores) es absolutamente posible. ¿Y arrebatar dinero a la corrupción? Pues mucho se avanzaría si el SAT, por ejemplo, cobrara los millones de pesos de multas aplicadas por la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación. Pero, ¿es El Peje verdaderamente honesto? Pienso en lo personal que sí, pues no se le ha podido demostrar ninguna triquiñuela o abuso y le han buscado por todos lados en una guerra que lleva más de seis años. ¿Pero su honestidad alcanzaría para revertir la corrupción del sistema? Ahí sí le diría que quién sabe.
Si 30 años de modelo neoliberal han propiciado un crecimiento que no rebasa un promedio anual de 2% y a 52 millones de mexicanos en la pobreza, ¿por qué no darle la oportunidad a otra propuesta que ofrece crecimiento sostenido y 5 millones de empleos en un año? Suena utópico, pero hay un antecedente histórico que demuestra que sí es posible: el del presidente de EU Franklin D. Roosevelt, quien en 1933, para contrarrestar los devastadores efectos de la crisis económica mundial de 1929, liberó fondos para abrir millones de empleos para los más desprotegidos.


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