5 de enero de 2010

Compromiso y Dignidad: Florencia Molina pas�de v�ctima a activista contra la trata de personas

Compromiso y Dignidad: Florencia Molina pas�de v�ctima a activista contra la trata de personas:


Florencia Molina pasó de víctima a activista contra la trata de personas

Fue llevada con engaños a EU, donde trabajó en condiciones de esclavitud. Hoy, su testimonio ha servido para aprobar importantes leyes

Sanjuana Martínez

Periódico La Jornada
Lunes 4 de enero de 2010,
“La trata es como un monstruo que te acecha y no sabes cuándo te devorará”, dice con la mirada perdida Florencia Molina, mexicana originaria de Puebla, víctima de trata de personas con destino a Estados Unidos.

Está sentada en una terraza del céntrico barrio de Coconut Grove, en Miami, y bebe un refresco en un vaso rojo de plástico: “La patrona me decía: ‘tú vales menos que un perro. Si yo mato un perro en la calle, tengo problemas; pero contigo, nada me pasaría. Eres una ilegal. Yo pagué por ti. Tengo tus documentos. No existes”’.

Florencia deja de hablar y fija la mirada en el vaso. El calor húmedo se mezcla con el olor a mar y el silencio. Hace un esfuerzo para seguir contando su experiencia, pero el dolor la paraliza por momentos, a pesar de que ha contado decenas de veces su historia. Una historia que ha cambiado la vida de miles de personas.

Gracias a ella y a otros más fue posible aprobar dos leyes en los pasados siete años, que benefician a las víctimas de trata y sus familias en Estados Unidos. Una medida que pretende reducir también el tráfico de mexicanos. México es el segundo país que más víctimas de trata de personas envía, después de Tailandia.

Todo empezó con la muerte de su hija recién nacida en 2001. La extrema pobreza impidió que fuera atendida debidamente en un hospital. La depresión posparto llegó de manera fulminante. Para combatirla se inscribió en clases de corte y confección. Esa decisión cambió su vida. “A los dos meses, mi maestra me dijo que necesitaban costureras en Los Ángeles, California, que tenía tres días para decidir si quería ir. Que ellos pagaban el avión, y que tenía asegurado el trabajo, la vivienda y la comida. Recuerdo que me aclaró: ‘Tu boleto lo pagarás con trabajo. No te preocupes por nada’. Yo le di inmediatamente mi acta de nacimiento y mi credencial de elector. Y a los tres días viajé con ella de México a Tijuana”.

Florencia tenía 30 años y tres hijos de seis, nueve y 12 años, que dejó a cargo de su madre: “Me fui pensando en mi hija muerta. Y en los que dejaba para darles un mejor futuro. Al llegar a Tijuana me di cuenta que algo iba mal. En lugar de transbordar a otro avión nos recibió la que iba a ser mi patrona. Me la presentaron, pero ella no fue amable conmigo, por el contrario, me recibió muy enojada. Me hablaba de forma muy exigente y me presentó al coyote que me iba a pasar a Estados Unidos”.

Florencia nunca más volvió a ver su acta de nacimiento ni su credencial del IFE: “Yo crucé en carro, en ningún momento me escondieron. Me sentaron al lado del chofer. Nunca vi los documentos que el coyote presentó de mí. Recuerdo que luego de pasar me llevaban de un lugar a otro y no me estaba permitido hacer preguntas. Al llegar a Los Ángeles me entregaron con la patrona. Ella supuestamente pagó por mí. Nunca supe cuánto”.

Florencia llegó un 31 de diciembre de 2001. En lugar de celebrar el año nuevo, trabajó 16 horas desde el primer día. Su patrona, otra mexicana de Puebla, vecina de donde ella misma vivía, la levantaba a las cinco de la madrugada para que limpiara su casa, el jardín y los coches. Luego se la llevaba al taller de costura donde hacían vestidos de fiesta que vendían a grandes tiendas.

¡Es un Honor Estar con Obrador!

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