NOTA ORIGINAL MILENIO DIARIO
Consternado, me entero en El calambre de Víctor Trujillo de algo que nos deja más patidifusos que la declaración abascaliana de que, ¡por Dios!, no va a haber represión en Oaxaca: que el público prefiere que la medalla Belisario Domínguez se le quede a Carlos Monsiváis en vez de a Luis Miguel. En qué clase de país vivimos cuando un artista de la talla de El Sol –que no ha sido de los boleros ave de paso– se le escatima una medalla que don Belisario le daría por haberse enfrentado con tanta gallardía a los Victoriano Huertas del paparazzismo. Además, cuando es más guapo y seguramente más culto que su contrincante.
Y es que somos un país atiborrado de malagradecidos, sospechosistas y resentidos sociales. Ahí tenemos el caso de Ulises Ruin, gran humanista y mejor gobernador que no ha sido valorado por el naquerío que lo repudia más que a Tiziano Ferro y al Pirru. En vez de honrarlo por la manera tan viril en que, escondido tras la vitrola, exige la intervención del gobierno federal y hasta con valentía se ofrece a pilotar el helicóptero que habrá de dejar caer algunas molotov un poquito más sofisticadas que las de la APPO sobre Oaxaca.
Otro caso, el de Félix Castellanos, el diputado petista que con una nada oportunista sensibilidad política, se desmarcó de sus compañeros de sector y de partido para acompañar –no se fuera a extraviar– a Jelipillo Calderón en su gira por Centroamérica desde donde renunció a su bancada. Por supuesto, la canalla lo va a señalar como traidor sin pensar que el hombre lo único que quería era viajar de gorra, en un afán turístico más que ideológico.
Por eso y muchas cosas más, en vez sentirme amenazado y levantarme de la mesa de negociación como Toledo, quiero reconocer a quienes tuvieron la amabilidad de enviarme correos insultantes, escritos en un lenguaje que homenajea a Kamel Nacif. patibularios que me gané, en estos tiempos de polarizaciones y canciones, no por Lyn mailspejista o por negarme a ser empanizado, sino debido a un hallazgo: que Slim, el capitalista por todos tan temido, se apañó viejas propuestas de la izquierda (combate a la pobreza e inversión en materia educativa) para sacar a México del subdesarrollo. Entiendo que encontrarle rasgos neocomunistoides a este hombre fue traumático.
En cuanto a la Belisario en disputa, si no le cumplen a Luismi por satisfacer a los monsifans, como diría Efraín Huerta, siquiera déjennoslo como estatua.
Consternado, me entero en El calambre de Víctor Trujillo de algo que nos deja más patidifusos que la declaración abascaliana de que, ¡por Dios!, no va a haber represión en Oaxaca: que el público prefiere que la medalla Belisario Domínguez se le quede a Carlos Monsiváis en vez de a Luis Miguel. En qué clase de país vivimos cuando un artista de la talla de El Sol –que no ha sido de los boleros ave de paso– se le escatima una medalla que don Belisario le daría por haberse enfrentado con tanta gallardía a los Victoriano Huertas del paparazzismo. Además, cuando es más guapo y seguramente más culto que su contrincante.
Y es que somos un país atiborrado de malagradecidos, sospechosistas y resentidos sociales. Ahí tenemos el caso de Ulises Ruin, gran humanista y mejor gobernador que no ha sido valorado por el naquerío que lo repudia más que a Tiziano Ferro y al Pirru. En vez de honrarlo por la manera tan viril en que, escondido tras la vitrola, exige la intervención del gobierno federal y hasta con valentía se ofrece a pilotar el helicóptero que habrá de dejar caer algunas molotov un poquito más sofisticadas que las de la APPO sobre Oaxaca.
Otro caso, el de Félix Castellanos, el diputado petista que con una nada oportunista sensibilidad política, se desmarcó de sus compañeros de sector y de partido para acompañar –no se fuera a extraviar– a Jelipillo Calderón en su gira por Centroamérica desde donde renunció a su bancada. Por supuesto, la canalla lo va a señalar como traidor sin pensar que el hombre lo único que quería era viajar de gorra, en un afán turístico más que ideológico.
Por eso y muchas cosas más, en vez sentirme amenazado y levantarme de la mesa de negociación como Toledo, quiero reconocer a quienes tuvieron la amabilidad de enviarme correos insultantes, escritos en un lenguaje que homenajea a Kamel Nacif. patibularios que me gané, en estos tiempos de polarizaciones y canciones, no por Lyn mailspejista o por negarme a ser empanizado, sino debido a un hallazgo: que Slim, el capitalista por todos tan temido, se apañó viejas propuestas de la izquierda (combate a la pobreza e inversión en materia educativa) para sacar a México del subdesarrollo. Entiendo que encontrarle rasgos neocomunistoides a este hombre fue traumático.
En cuanto a la Belisario en disputa, si no le cumplen a Luismi por satisfacer a los monsifans, como diría Efraín Huerta, siquiera déjennoslo como estatua.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
#Dontriananews gracias por escribirnos