10 de octubre de 2006

ARTURO BARBA: TIEMPOS DE CAMBIO

NOTA ORIGINAL MILENIO DIARIO

Dos de los más grandes pilares de la educación mexicana se encuentran en momentos importantes de su historia y desarrollo: mientras que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) festeja su lugar 74 entre las 100 principales universidades del mundo, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) se acerca al momento de cambio de su director general, en diciembre próximo.

Ambas instituciones son muestra de que la educación pública, laica y masiva, puede ser de calidad mundial, y realizan esfuerzos para continuar llevando a cabo investigación científica de alto nivel y ofreciendo educación de calidad.

Sin lugar a dudas, el enorme dinamismo de las comunidades académicas de los dos centros de educación superior estará marcado por los esfuerzos que se realicen hoy, por los recursos públicos que reciban para continuar impulsando la investigación, y por la participación de sus propias comunidades en las decisiones y programas que lleven a cabo para fortalecerse.

Un aspecto fundamental para la vigencia y avance de las instituciones es la democracia; si en el pasado proceso electoral quedó debilitada, es un imperativo para el país que se desarrollen bajo principios de transparencia y participación.

Desde hace 70 años, el IPN –la institución de educación tecnológica más importante del país– se encuentra sumergido en la práctica antidemocrática del dedazo. Aunque su comunidad está integrada por cerca de un cuarto de millón de personas, una sola decide quién será su director general.

De acuerdo con su Ley Orgánica, esta decisión recae en el Ejecutivo federal, pero ello no excluye una práctica común en muchas universidades y centros de investigación: la elección de una terna a decisión y participación de la comunidad politécnica en la que estudiantes, profesores, científicos y administrativos puedan tener voz y voto.

Un proceso abierto fuera de los órganos oficiales controlados por la administración, podrá acercar al IPN a la democracia y, quizá en un futuro, a su autonomía. Al menos los politécnicos podrían elegir a los tres candidatos que consideren aptos para dirigir esta institución.

Sin duda, esta participación le permitirá retomar el dinamismo que le caracterizó en los tiempos de la expropiación petrolera y de la industria eléctrica.

¿Estará lista la comunidad politécnica para ejercer su derecho fundamental? Yo creo que sí, y tal vez dentro de poco veamos a un IPN entre las mejores cien universidades del mundo, acompañando a la UNAM.

abanav@gmail.com

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