Uno de los misterios sin resolver de nuestra vida política: ¿por qué, siendo algo indispensable en una sociedad plural y con vocación democrática, ningún partido del espectro político quiere ser identificado como de derecha? Tal vez exista en ello un componente histórico y cultural. Como las grandes refundaciones políticas de nuestro país (la Reforma, la República Restaurada y la Revolución) fueron emprendidas por líderes sociales que se autoconcebían como “de avanzada” (“progresistas” o “de izquierda”, se diría ahora) y contra la voluntad de otros a los que sus adversarios identificaban como “mochos”, “cangrejos”, “reaccionarios” (conservadores y de derecha, se diría ahora, evitando tintes despectivos), estos últimos acabaron cargando no sólo con el sambenito de ser defensores del gran capital y de un orden social injusto, sino de antipatriotas. Y como ser de derecha no es -ni ha sido- políticamente correcto, aun quienes no son partidarios a ultranza del orden establecido y más bien pugnan por ciertos cambios graduales (divisa de la derecha moderada), niegan que su plumaje sea de ésos.
Así como Vicente Fox ha negado ser de derecha, lo propio acaba de hacer Fernando Guzmán Pérez Peláez, ex diputado (federal y estatal), ex secretario de Gobierno de Jalisco y quien, se ha dicho, está por sacar este mismo reintegro. No obstante haber sido identificado como del ala ultra del PAN, de privilegiar la fuerza sobre la negociación ante determinados conflictos y reclamos sociales, de haber fungido en más de una ocasión como guarura político del arzobispo Juan Sandoval Iñiguez, Pérez Peláez no tiene empacho en autodefinirse como una versión criolla de André Malraux, el legendario ministro de *Affaires Culturelles del primer presidente de la V República Francesa, Charles de Gaulle: “siempre he estado en un centro humanista, si quieren un poco cargado a la derecha, pero centro humanista al fin y al cabo”.
Por principio de cuentas y como legiones de panistas, evidentemente Pérez Peláez confunde “humanista” (versado en la cultura clásica, letrado, civilizado) con “humanitario” (servicial, compasivo, caritativo). Y en cuanto a su adscripción a un supuesto centroderechismo, habría que verlo como al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, del Partido Popular, atestiguando oficialmente una boda gay, contra la opinión del arzobispo. El de Ruiz Gallardón es un caso ejemplar de lo que es la derecha moderna, la cual no se avergüenza ni de ser derecha ni de ser moderna.
COMENTARIO: Bueno, lo que se ve no se discute. La derecha en este país ha sido defensora del gran capital, de un orden social injusto y antipatriota, la vergüenza es lo que los hace negar la cruz de su parroquia. La derecha mexicana es retrógrada y franquista, su únicos sustentos son el miedo y su alianza con los extremistas católicos que manipulan la religión con fines políticos.
Así como Vicente Fox ha negado ser de derecha, lo propio acaba de hacer Fernando Guzmán Pérez Peláez, ex diputado (federal y estatal), ex secretario de Gobierno de Jalisco y quien, se ha dicho, está por sacar este mismo reintegro. No obstante haber sido identificado como del ala ultra del PAN, de privilegiar la fuerza sobre la negociación ante determinados conflictos y reclamos sociales, de haber fungido en más de una ocasión como guarura político del arzobispo Juan Sandoval Iñiguez, Pérez Peláez no tiene empacho en autodefinirse como una versión criolla de André Malraux, el legendario ministro de *Affaires Culturelles del primer presidente de la V República Francesa, Charles de Gaulle: “siempre he estado en un centro humanista, si quieren un poco cargado a la derecha, pero centro humanista al fin y al cabo”.
Por principio de cuentas y como legiones de panistas, evidentemente Pérez Peláez confunde “humanista” (versado en la cultura clásica, letrado, civilizado) con “humanitario” (servicial, compasivo, caritativo). Y en cuanto a su adscripción a un supuesto centroderechismo, habría que verlo como al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, del Partido Popular, atestiguando oficialmente una boda gay, contra la opinión del arzobispo. El de Ruiz Gallardón es un caso ejemplar de lo que es la derecha moderna, la cual no se avergüenza ni de ser derecha ni de ser moderna.
COMENTARIO: Bueno, lo que se ve no se discute. La derecha en este país ha sido defensora del gran capital, de un orden social injusto y antipatriota, la vergüenza es lo que los hace negar la cruz de su parroquia. La derecha mexicana es retrógrada y franquista, su únicos sustentos son el miedo y su alianza con los extremistas católicos que manipulan la religión con fines políticos.
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