20 de septiembre de 2006

3 ,3 NOTAS MAS DE EME-EQUIS:

AQUI LAS NOTAS ORIGINALES:

SATANIZANDO A LOPEZ OBRADOR

Por Sergio Aguayo Quezada*

Dentro y fuera de México se multiplican las condenas a Andrés Manuel López Obrador y aumentan las alabanzas a las instituciones que organizaron unas controvertidas elecciones presidenciales. El reduccionismo enturbia la comprensión de los borrascosos tiempos mexicanos.
La conflictividad mexicana se origina en una multiplicidad de factores imposibles de capturar en una variable. Son indudables los errores estratégicos y tácticos y los excesos retóricos de López Obrador, pero hasta el Tribunal Electoral aceptó que el presidente Vicente Fox puso en riesgo la elección y que la cúpula empresarial violó la ley con sus beligerantes spots televisivos, entre otras irregularidades. El esfuerzo colectivo produjo la elección más lodosa de nuestra historia y, por ello, alrededor de un tercio de ciudadanos quedamos insatisfechos, por motivos de lo más diverso, con la calidad de la elección.
México está fracturado y la adjetivación en los medios es un pálido reflejo de las hernias que rasgan el tejido social. Hay hijos que prohíben a la abuela visitar al nieto mientras mantenga su respaldo al candidato de la izquierda; parejas que por la disputa frigorizaron la alcoba; y el racismo y el clasismo florecen como selva húmeda. En el festival de enojos hay una gran variedad de motivaciones e impulsos.
Siempre he votado por la izquierda, pero en 2000 sufragué por Vicente Fox convencido de la urgencia de un cambio. Lo hice pensando que Fox era un demócrata dispuesto a reconocer la pluralidad y llevar el compromiso un poco más allá: durante su gobierno serví de manera honorífica en consejos ciudadanos de ministerios federales. En Gobernación participé en una comisión encargada de atender los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y en la Secretaría de Desarrollo Social encabecé un Comité de Transparencia que intentó ingenuamente evitar la utilización electoral de los programas sociales. Me desconcertó, primero, y me ofendió, después, el descarado activismo de Vicente Fox en favor de los suyos y contra López Obrador.
Entiendo que en otros países el proselitismo realizado por el jefe de gobierno es parte de la normalidad. México es diferente. Un comportamiento de ese tipo además de ilegal, desencadena los recuerdos de los presidentes omnipotentes a quienes bastaba señalar con el dedo para elegir al sucesor. Por ello resultó tan impropia la actitud de Vicente Fox, el primer presidente de la alternancia que terminó comportándose, en este aspecto, como los predecesores que alguna vez denunciara.
El presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, tiene días insistiendo en la reconciliación. Sus llamados seguirán siendo retórica hueca en tanto no los apuntale con hechos concretos; él y sus partidarios, dentro y fuera de México, deben entender que en las condiciones actuales es difícil olvidar los agravios contra la democracia.
Desde hace dos meses los inconformes con la calidad de la elección coincidimos con los partidarios de López Obrador en solicitar un recuento de todos los votos. Calderón siempre respondió que respetaría lo que el Tribunal Electoral decidiera, lo cual era jurídicamente impecable pero políticamente insuficiente. Sucedió lo predecible: el Tribunal ratificó su victoria, pero rechazó el recuento lo cual, a los ojos de un sector, confirmó las irregularidades. Ya como presidente electo, Calderón enfrenta otra polémica que le permitiría tender puentes hacia los inconformes y demostrar su compromiso con la transparencia y la democracia.
La oportunidad se llama recuento ciudadano. Después de la elección, unos 800 individuos, empresas y organismos solicitaron al Instituto Federal Electoral (IFE) acceso a las boletas de la elección para volver a contar los votos. Entre los peticionarios están W Radio, la revista Proceso y el periódico El Universal, y aunque el ejercicio carece de valor jurídico, en el contexto actual sería muy provechoso, porque de confirmarse los resultados oficiales, daría legitimidad a Felipe Calderón. El riesgo está en que suceda lo contrario.
El IFE tenía dos opciones: obedecer a la legislación electoral y destruir las boletas o respetar la ley de transparencia y entregarlas a los solicitantes. El mismo día en que el tribunal ratificó la victoria de Calderón, el IFE rechazó la petición de transparencia e informó que procedería a la incineración de las boletas. De consumarse la intención, en la hoguera seguirá evaporándose la esperanza de concordia, porque aviva el recuerdo de aquel pasado ominoso en el que mandaba un solo partido.
En 1988 Carlos Salinas triunfó gracias a un fraude electoral monumental y meses después de consumado, el entonces gobernante PRI y el PAN aprobaron en el Congreso la quema de las boletas, con lo que desapareció una evidencia fundamental para conocer la verdad.
Estamos en 2006 y estoy entre los que se niegan a acatar la opacidad del IFE, una de las instituciones santificadas por los conservadores. En mi caso, la motivación principal está en salvaguardar el derecho de saber, un pilar esencial de la democracia. En la batalla jurídica que se librará entre los peticionarios y el IFE, Felipe Calderón podría respaldar el recuento ciudadano y apuntalar sus credenciales democráticas. El PAN podría alentar la participación de organismos civiles conservadores para tener certidumbre sobre un recuento que limpiaría en algo el lodo que mancha la elección.
El recuento ciudadano tiene una dinámica independiente a las acciones seguidas por López Obrador. Si la comunidad internacional reconoce éste y otros matices, entendería mejor la complejidad del conflicto que afecta a México. Atribuir las turbulencias mexicanas a una sola persona es una simplificación de dudosa utilidad. En México el fragor de la disputa por la Presidencia encubre el enfrentamiento entre izquierda y derecha que está poniendo en riesgo la calidad de la democracia.


*Doctor en relaciones internacionales e investigador de El Colegio de México. Entre sus libros más recientes se encuentran: Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en México (2003), El pequeño almanaque mexicano (2004) y Almanaque México-Estados Unidos (2005).

OAXACA Y LAS DERECHAS

Por Humberto Musacchio*

Muy profunda y amplia debe ser la crisis de la educación para que cada año, desde hace más de un cuarto de siglo, los profesores se lancen a la calle en demanda de mejoras salariales y contractuales, lo que muestra una radical incapacidad de los gobiernos para darle solución a los problemas del magisterio.
El conflicto que hoy sangra a Oaxaca comenzó con la protesta anual de los maestros. Esta vez, en demanda de un pago menos indecente por laborar en ciertos lugares de difícil acceso.
Nada del otro mundo. Los mentores se plantaron en el zócalo de la vieja Antequera y la respuesta del “gobernador” fue lanzar contra ellos a la fuerza pública; pero lejos de aplastar la insurgencia, la recrudeció y a partir de entonces el estado vive sin ley, Ulises Ruiz “despacha” en un hotel, el Congreso local hace como que se reúne en casa de algún diputado y el Poder Judicial no existe.
Se le piden soluciones al presidente de la República y éste responde “y yo por qué” o algo así. Pero pasan las semanas y el conflicto se mantiene vivo, por lo que Fox decide encargarlo a la Secretaría de Gobernación que, a desgano, envía a Oaxaca un funcionario de cuarta o quinta categoría, dizque a mediar y nadie le hace caso.
Siguen pasando las semanas y por fin el señor Carlos María Abascal recibe a los líderes del magisterio oaxaqueño y les ofrece lo que le pedían desde el principio: dinero para la rezonificación. Demasiado tarde, el movimiento que empezó con esa demanda ha sido rebasado por los hechos, el tiempo y la participación de sindicatos, agrupaciones estudiantiles, campesinas y de otros sectores sociales, lo mismo que de grupos de todo origen político y hasta núcleos identificados con la guerrilla.
Como no hay ley y las corporaciones policiacas sólo sirven para provocar y agredir a los manifestantes, el movimiento se convierte en un torneo de radicalismos en el que la prudencia corre a cargo de los sindicatos, lo que no impide que un sector de la rebeldía tome la justicia en sus manos y se produzcan intentos de linchamiento.
Abascal contempla el incendio político de Oaxaca con indiferencia mientras algunos sectores de la derecha le insisten en que aplaste por la fuerza el movimiento. Lo que no saben los halcones es que si el gobierno de Fox reprime, generará costos políticos que no tiene con qué pagar.
Lo peor es que la sonrisa beatífica de Abascal se debe a que, hasta ahora por lo menos, su gobierno tiene decidido no intervenir a cambio de que los priistas apoyen el entronizamiento de Felipe Calderón. Para confirmarlo, los senadores del PRI y del PAN se manifiestan en contra de admitir y declarar la desaparición de poderes en Oaxaca. Están dispuestos a proteger a un troglodita como Ulises Ruiz como antes defendieron al góber precioso de Puebla. Ése es el estercolero que defienden las derechas. Oaxaca es parte del precio.


* Periodista, colaborador de Excélsior y autor de varios diccionarios enciclopédicos sobre México.

EL CASO GAMBOA-KAMEL Y ANEXAS ¡CUANTO CINISMO!

Por Óscar Camacho Guzmán*

Decía Felipe Calderón en campaña:
“El peligro verdadero, amigas y amigos, es convertir a nuestro país en un país de cínicos, en un país donde se puede actuar impunemente a mansalva, en un país donde se puede explotar y abusar el recurso de todos…”
Y no ha pasado ni siquiera un mes de que la campaña presidencial ha terminado, cuando una noticia ha cimbrado a todo México: las grabaciones que dan a conocer las relaciones de un político priista, Emilio Gamboa Patrón, con el empresario acusado de pederasta, Kamel Nacif.
Y lo primero que uno podría suponer, exigir, reclamar a las autoridades responsables de la procuración de justicia en este país, es una actuación inmediata, puntual contra delitos confesos, a la vista y oídos de todos los mexicanos.
Pero no.
En cascada, uno tras otro, los políticos mexicanos del PRI y del PAN se defienden unos a otros. Se cubren. Se solapan. Se deslindan y se lavan la cara mutuamente.
¡Cuánto cinismo!
Emilio Gamboa saliendo a cuanto noticiero lo busca para decir que ni siquiera recuerda lo que estaba hablando con Kamel, a pesar de la evidencia. Ah, pero eso sí, exigiendo que las autoridades intervengan para frenar actos delictivos como la intercepción de llamadas telefónicas de manera clandestina. Diciendo que él no hizo nada grave, que está limpio de toda culpa, que ni siquiera es práctica cotidiana suya el lenguaje soez del que dan cabal cuenta las grabaciones.
Y luego, el procurador Daniel Cabeza de Vaca, eximiendo de toda responsabilidad al legislador priista, antes de toda investigación. Diciendo que sólo podrá abrir una si hay denuncia de por medio.
Y enseguida, Rubén Aguilar, desde la vocería de la Presidencia de la República, eludiendo el tema, deslindando al priista.
Y los diputados del PRI, dando un “voto de confianza” a su “líder” en la Cámara. Al fin y al cabo que las elecciones ya pasaron y que por el momento importan un bledo los ciudadanos, esos a los que les pidieron su voto en los pasados comicios. Priistas que no aprenden que por eso se fueron a la cola de las fuerzas políticas del país.
Y para cerrar, las bancadas del PRI, PAN y PVEM bloqueando en el Senado la formación de una comisión investigadora de las tropelías del empresario mezclillero Kamel Nacif, un personaje que sigue libre por obra y gracia de los favores otorgados a quién sabe cuánto político, además de Mario Marín, gobernador de Puebla.
Hoy, PRI y PAN se necesitan mutuamente. Y los límites para su alianza no parecen tener el menor sentido de la ética.
Ah, pero cómo se llenan la boca hablando de legalidad… legalidad… legalidad.
“El peligro verdadero, amigas y amigos, es convertir a nuestro país en un país de cínicos, en un país donde se pueda actuar impunemente a mansalva…”, decía Calderón, sin darse cuenta, quizá, de que ese riesgo no existe, que ya es una realidad en muchos de los políticos que hoy encabezan la alianza trico-an-al.
¡Cuánto cinismo!

* Periodista. Subdirector de información de emeequis.

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