“Con pesimismo no se puede hacer la revolución”, pero tampoco con optimismo y emotividad
Pedro Echeverría V.
1. Ayer, en la tercera asamblea regional de la Coordinadora (la CNTE) –después de la primera celebrada en Campeche y la segunda realizada en Mérida- sostuvimos un pequeño debate en Cancún: luego de anunciarme como un pesimista indomable de los últimos cinco años por la experiencia y reflexión de los fracasos nacionales e internacionales de las luchas sociales en los últimos 54 años, así como del papel avasallador del imperialismo y las burguesías fuertes aún en el mundo, recibí respuestas muy atentas e inteligentes de mis queridos amigos jóvenes Miguel y Remigia. Alguno de ellos me decía que “con pesimismo no se puede hacer la revolución”, pero yo respondí mentalmente: “mucho menos se puede hacer con el sólo optimismo”.
2. Les decía que me era ya muy difícil externar una opinión en una gran asamblea o en un mitin porque en lugar a animar al auditorio les podría contagiar mi pesimismo que, en lugar de narrar victorias de los trabajadores en sus luchas sociales : movimiento ferrocarrilero, magisterial othonista, medico, estudiantil de 68, guerrilla urbana y rural, fraudes electorales, movimiento electricista, de Mexicana, el bloque “socialista”, Castro, Chávez, Morales, veía que habían sido todas derrotas o semiderrotas en manos de grandes burguesías empresariales y el imperialismo. Decía que mucho más de orador y opinador me había convertido en simple observador y apoyador personal de las luchas sociales y escritor diario de mis reflexiones.
3. He pensado que con el optimismo –sobre todo cuando es exagerado, lleno de emoción y triunfalismo, así como de creencias de que el poder se debilita por nuestras luchas- tampoco se llega a hacer ninguna revolución. El optimismo y pesimismo tienen que ver con la revolución social pero no la determinan porque es un proceso social más profundo. Pienso que hay que participar con alegría, firmeza y fuerza en todos los movimientos que surgen entre los trabajadores, pero luego hay que reflexionar de manera honesta acerca de lo sucedido y –muy por encima de todo- si en la acción se lograron avances firmes, mayor aglutinamiento en la lucha o, por el contrario, si fueron retrocesos reales que pueden hacer más débiles nuestras batallas futuras.
4. Me adelanto a decir que así como se puede acusar al pesimismo de inmovilizador o paralizador, al optimismo se le puede calificar de reconfortante al pensar que vamos avanzando. Si a una protesta acuden mil, luego 700 y después sólo 300 –cuando debería ser al contrario- es que algo está pasando que debemos investigar y no culpar, como siempre se hace, al mal tiempo, a errores de información o al gobierno; hay que ver si acaso el movimiento mismo está cayendo por algo que tiene que ver con la dirección política y los planteamientos. Y no sólo un caso en particular sino analizar las coyunturas nacionales e internacionales. Porque si fuera simplemente “convocar para hacer algo” sin pensar si ayuda a fortalecer el movimiento o debilitarlo, sería muy fácil.
5. Hay que combatir el pesimismo que paraliza, pero también el optimismo que ve triunfos (que suelen ser ilusos) por doquier. Los participantes de un movimiento no pueden moverse por la simple emoción o por el deseo de protestar. Ante la explotación, la miseria y la represión los trabajadores deben dar una respuesta lo más contundente posible a la clase dominante con un plan de combate que haga avanzar y que no demuestre debilidad. ¿Cómo hacer que en nuestros actos de protesta no predominen la emociones –que pueden ser violentas o de desánimo- sino las reflexiones que también pueden ser violentas pero bien organizadas y planeadas? Si hay condiciones para arrebatar el poder y hacerlo trizas, puede ser en mejores condiciones.
6. Los estudiosos del pensamiento humano señalan que un altísimo porcentaje de hombres y mujeres predominantemente usan más la pasión que la razón, que son mucho más prácticos y emotivos que reflexivos. La clase dominante capitalista sabe bien eso y siempre cuenta con miles de asesores políticos que mediante la reflexión se dedican a planear cómo mantener dominado a ese pueblo que sólo actúa y produce sin pensar haciendo lo que le ordenan o le “sugieren de manera sutil”, como son los programas escolares. ¿Cómo ser optimistas si desde las alturas el gobierno y la clase empresarial nos observan contando nuestros pasos para aplastarnos cuando quieren? Por el contrario, pensando y reconociendo nuestra incapacidad para derrotarlos, encontraremos mejores estrategias y caminos.
7. La tercera asamblea de regional de Cancún concluyó con acuerdos básicos: a) No claudicar en la lucha contra la reforma privatizadora que busca imponer el gobierno de Peña; b) Fortalecer el plantón de la ciudad de México; c) trabajar para que la región una sus esfuerzas en el brigadeo político; d) Reconocimiento en que ha bajado un poco la participación en la región; e) Luchar con mayor energía en la reinstalación de la maestro Neida Pat; e) programar la cuarta reunión regional en el estado de Tabasco; f) Se brindó un agradecimiento y apoyo a los dos compañeros de Oaxaca (Ángel y Ausencio) y a la compañera “Chela” de Michoacán por presidir la mesa junto a los representantes de la región y, por ultimo se brindó un aplauso a los compañeros de Quintana Roo que nos brindaron la alimentación y el local.