CREDITO:
Alberto Aguirre M.
“Hay votos que se pesan y votos que se cuentan. Yo busco los primeros”. La frase es producto del ingenio del dos veces candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador —el político de izquierda que más sufragios ha conquistado entre el veleidoso electorado mexicano—, pero pudo ser capturada por el ex Gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal Ávila.
Faltaban tres semanas para los comicios presidenciales del 2 de julio del 2006 y en el cuartel de campaña del entonces abanderado de la Coalición por el Bien de Todos había un intenso debate. La mayoría —entre ellos el entonces coordinador de la campaña, Jesús Ortega, y los dirigentes “moderados” Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard— estaba a favor de que el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal aceptara sentarse a dialogar con la maestra Elba Esther Gordillo, lideresa del magisterio.
“Serían los 10 minutos más caros de toda la campaña”, argumentaría AMLO ante los capitanes de la alianza izquierdista con los que había emprendido la ruta hacia Los Pinos, después del desafuero foxista. Ya había comenzado la ofensiva propagandística que auspició un amplio sector del empresariado —con el aval del gobierno panista— en contra del político tabasqueño y la Presidenta del SNTE ya había enviado una docena de mensajes conciliatorios.
Monreal hace un puntual relato de este momento decisivo de la campaña del 2006 en La larga marcha, sus memorias de la campaña del 2012, que comienza a circular esta semana. Allí queda claro que los mandos medios y superiores obradoristas veían con simpatía un pacto con Elba Esther.
¿Prudencia o extravío? Lo cierto es que el ejército electoral del magisterio terminaría apoyando a Felipe Calderón Hinojosa y las sospechas de un fraude electoral minarían la legitimidad del gobierno electo en esa primavera maldita que menguó la marcha de la transición a la democracia. Los recuerdos del ex Gobernador de Zacatecas son nítidos, aunque incompletos. Su libro —por ejemplo— no refiere que hubo emisarios de la Maestra apostados en el cuartel de campaña y en el domicilio particular de los principales colaboradores del equipo del tabasqueño. Una vez, Nicolás Mollinedo Bastar, el leal Nico que acompañó durante una década, recibió la visita de Elba Esther en su propia casa.
La larga travesía retrata episodios decisivos de la historia electoral del México contemporáneo, entre ellos “el charolazo de Las Lomas” protagonizado por el consultor uruguayo Luis Costa Bonino y el cineasta Luis Mandoki y que no es otro que la cena en casa del banquero Luis Creel, uno de los golpes más dolorosos de esa contienda en la que AMLO obtuvo 15 millones de votos y mandó al PAN al tercer lugar. Monreal Ávila identifica con su nombre y apellido a la empresaria que espió esa reunión privada y posteriormente filtró la grabación a un diario de circulación nacional.
También, la (imposible) defensa del voto con los Monexgate, Sorianagate y Scotiagate; la farsa de las encuestas y un juicio severo sobre la imparcialidad de los magistrados del Tribunal Electoral. Ese texto captura un estado de ánimo que se ha materializado en las dos campañas presidenciales de López Obrador: las condiciones de la competencia han sido extremadamente adversas y el candidato de la izquierda ha tenido que reponerse de errores propios e incisivas campañas de denostación como nadie más en la historia reciente.
Hay capítulos, por supuesto, que aún faltan por salir a la luz. Allí está, por ejemplo, el estudio elaborado por un grupo de empresarios regiomontanos, a finales del 2011, que fue puesto a disposición de los estrategas lopezobradoristas. ¿Por qué perdió AMLO en el 2006?, era la premisa de ese trabajo. Por el embate propagandístico que resumió la frase: “es un peligro para México” —que confeccionó un grupo de encuestadores, al que asesoró Dick Morris—y una andana de spots pagados por legisladores del PAN que ridiculizó sus propuestas y materializó el temor del segmento del electorado más conservador hacia un gobernante progresista.
EFECTOS SECUNDARIOS
PERPLEJOS. Llegan noticias desde Madrid, donde ayer —en el Círculo de las Bellas Artes— hubo alfombra roja para la premiere de la cinta Luna Escondida, protagonizada por Ana Serradilla. Un grupo de diputados mexicanos y funcionarios de distintas entidades acudió a ese recinto; entre ellos cundió la sorpresa cuando identificaron a su colega Francisco Arroyo Vieira entre los personajes secundarios, personificando a un sacerdote. Nos reportan que esa película llegó a estas latitudes gracias a los patrocinios de la oficina de Turismo del gobierno de Guanajuato. El mandatario de aquella entidad, Miguel Márquez, figuraba entre los invitados de honor, pero canceló a última hora por la crisis de influenza en su estado.
LANZAMIENTOS. Además de Ricardo Monreal, otros dos de los líderes izquierdistas muy respetados, Porfirio Muñoz Ledo y Alejandro Encinas, coincidirán en la presentación de sendos trabajos bibliográficos. En una semana, Muñoz Ledo estará en el Museo de la Ciudad de México para lanzar Memoria de palabra, un personalísimo diccionario político. Encinas, por su parte, presentará su libro también en una semana.
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