04/01/2014 04:38 AM
Ciudad de México
Pese a la reforma energética aprobada ya en la Constitución, la cuesta de enero aguarda a la población con incrementos también en los combustibles, pues, aunque el gobierno impulsa una campaña según la cual los cambios a los artículos 25, 27 y 28 permitirán bajar tarifas, la reforma hacendaria dice lo contrario y prevé cuando menos dos años más de gasolinazos.
En ese sentido, Acción Nacional admitió que con la reforma energética solo se pueden reducir las tarifas de electricidad al entrar nuevos competidores, pero no las de las gasolinas, diésel o gas, porque éstas se determinan por los precios internacionales.
En el debate de la reforma energética, de última hora, el tema de los subsidios al gas, diésel y gasolinas salió de la discusión, sin explicaciones de las comisiones dictaminadoras de Energía, Estudios Legislativos y Puntos Constitucionales, que el día de su votación ante el pleno presentaron un anexo al dictamen ya votado en comisiones, del que desapareció el artículo transitorio décimo primero, según el cual:
“El Ejecutivo federal propondrá al Congreso de la Unión un programa de sustitución de subsidios generalizados por subsidios focalizados en los insumos energéticos. Lo anterior con objeto de promover el aprovechamiento sustentable de la energía y el cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por el Estado mexicano, así como el uso eficiente de recursos”.
Sin embargo, la reforma hacendaria prevé mantener los gasolinazos mensuales con el desliz mensual aprobado desde 2007 y que inicialmente debía concluir en 2008.
Durante la discusión del paquete hacendario de 2013, las Cámaras de Diputados y Senadores aprobaron prolongar la medida hasta 2014, al aprobar la vigencia del artículo 2, fracción segunda, de la Ley del Impuesto sobre Tenencia o Uso de Vehículos y la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), que contempla un sobreprecio mensual de 36 centavos por litro a la gasolina magna, 42 centavos a la Premium UBA y 29 centavos al diésel.
Mientras que la reforma hacendaria aprobada en septiembre refiere que a partir de 2015 los precios de las gasolinas Magna, Premium y el diésel se ajustarán mensualmente acorde a la inflación, “siempre y cuando los precios internacionales permanezcan estables o disminuyan”.
Es decir, que pese a que la propaganda oficial que promueve la reforma energética señala que van a mejorar los precios de las tarifas eléctricas y combustibles, en los hechos los mexicanos tendrán que aguantar dos años más de gasolinazos.
De acuerdo con el presidente de la Comisión de Comercio del Senado, el panista Héctor Larios, los gasolinazos no son fruto de la reforma energética y es falso que el gobierno subsidie a los mexicanos el costo de las gasolinas, porque la mayoría se importa de Estados Unidos y allá se vende más barata que en México.
“A mí me parece que nos dicen que tiene subsidio la gasolina y nos sale más cara que en Estados Unidos. La verdad no tiene un subsidio, lo que pasa es que el gobierno estableció un IEPS (Impuesto Especial sobe Producción y Servicios) a la gasolina, entonces la fórmula para cobrar dice ‘no me alcanza para cobrar un IEPS entonces estoy subsidiando el impuesto’”.
De acuerdo con Larios ése es un simple artilugio del gobierno, porque no hay un solo centavo que se destine a subsidiar gasolina.
—¿Es cierto que van a bajar los precios con la reforma energética?
—Yo estoy seguro de que en el caso de la energía eléctrica, una vez que haya competencia, van a bajar los precios de las tarifas eléctricas, hay estados del país que por el clima que tenemos, como Sonora, pagamos hasta tres veces de lo que pagan los vecinos de Arizona, un verdadero absurdo”.
Refirió que hay casos de mineras que solo prenden su maquinaria pesada el sábado en la noche y las 24 horas del domingo, porque no son horas pico, de otra manera saldría de la competencia.
“El desarrollo de la industria requiere de tarifas competitivas y a mí me parece que el mayor beneficio en cuanto al consumo será en cuanto opere la reforma, porque habrá competencia en electricidad, que nos permitirá tarifas más accesibles y a la industria la volverá competitiva para generar nuevos empleos”.
—¿Bajarán las gasolinas y gas?
—Yo creo que van a seguir en precios internacionales, ahorita es también una manera de recaudar, pero deben estar a precios internacionales, no puede ser de otra manera.
De acuerdo con el presidente de la Comisión de Comercio del Senado, los mexicanos tienen derecho a tener combustibles a precios internacionales y que no con malabares matemáticos se diga que tienen un subsidio cuando ese combustible se compra a precios internacionales.
Aseveró que, por ejemplo en el caso de la gasolina magna, prácticamente la totalidad se elabora en Estados Unidos, de modo que los mexicanos “no tenemos porque pagar la gasolina más cara de lo que nos la venden y ese es un tema central”.
En la argumentación de la reforma energética, las comisiones dictaminadoras explicaron en los Considerandos que hoy la política de combustibles depende del abasto externo: en gas natural, y en mucho mayor proporción en gasolinas, combustóleo y gas licuado, cuyas importaciones representan la mitad del consumo interno y su valor es 56 por ciento de las exportaciones de petróleo.
“Lo que eleva los subsidios al consumo hasta cantidades inmanejables para Pemex, y su traslado al consumidor final, crea tensiones sociales que no se están procesando adecuadamente, porque el mayor peso se deja implícito a costo de la paraestatal”.
Se refiere que el resultado ha sido que el abasto de gasolinas depende hasta en 50 por ciento del exterior y sujeta la tendencia de los precios del mercado mexicano al de Estados Unidos, que es el proveedor.
Paralelamente, el gas licuado del petróleo (GLP), principal combustible en los hogares, también es insuficiente y México figura ya entre los principales importadores del mundo de este energético.
Larios, quien votó a favor de la reforma energética, dijo que “este error contumaz de política energética ha propiciado serias deformaciones en el resto del sistema económico: en primer lugar, para mitigar los precios, el gobierno se ha visto obligado a subsidiar el consumo, con un costo, para el caso del GLP, de 146 mil millones de pesos que absorbe Pemex, y 91 mil millones de pesos para gasolina. Son subsidios ciegos que no están vinculados con el nivel de ingreso de quien los percibe y, por tanto, son ineficaces; en segundo lugar, los subsidios a la gasolina objetivamente retrasan las inversiones para modernizar los sistemas de transporte colectivo, mientras el parque vehicular crece a tasas superiores a 7 por ciento anual; en un auténtico círculo vicioso donde, al final, los subsidios impulsan la importación de gasolinas y llevan, fuera del país, un ingreso que podría permitir a Pemex la construcción de nuevas refinerías”.
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