ÁLVARO DELGADO
16 DE DICIEMBRE DE 2013
ANÁLISIS
El titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto.
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F. (apro).- La hipocresía de panistas, priistas y vocingleros sobre la privatización del petróleo evoca la respuesta de uno de los habitantes de una isla señalados de alimentarse de carne humana: “Aquí no hay caníbales, al último nos lo comimos ayer”.
Si ya han consumado con toda prepotencia las reformas a los artículos constitucionales en materia energética, y Enrique Peña las promulgará en horas, por lo menos que dejen de considerar estúpidos a los mexicanos.
Esta reforma revierte la nacionalización de la industria petrolera, decretada por Lázaro Cárdenas hace 75 años, y vuelve a poner en manos de las trasnacionales el petróleo a través de cualquiera de los esquemas previstos en artículos transitorios ya aprobados.
El diseño de esta reforma, cuyos litigios por los contratos con empresas trasnacionales sólo podrán dirimirse sólo en tribunales internacionales, la hace también irreversible: Es una ilusión que con la consulta popular prevista en el artículo 35 constitucional, cuya reglamentación quedó mucha, pueda revertirse en 2015, como se alega desde la izquierda.
Este proyecto de privatización del sector energético, que tiene sólo la lógica del lucro y está dictado desde Estados Unidos, jamás se pondrá a consulta, como no lo propusieron nunca en sus plataformas electorales y sus campañas PAN y PRI, que han asimilado lo peor de cada uno.
Esto –y no otra cosa– es lo que festeja en particular el Partido Acción Nacional (PAN), fundado un año después de esa decisión de Cárdenas, en 1939, precisamente para combatirla, como se ufana Gustavo Madero, en una entrevista que tuve con él y que se publica en el semanario Proceso.
“El PAN nace para combatir esta visión estatista del nacionalismo revolucionario y justo esta reforma es la lápida de la visión estatista, nacionalista y revolucionaria que creó el PRI y que adoptó el PRD a lo largo de toda su historia como partidos políticos clientelares, corporativos y estatistas”.
–¿Y el PRI contribuyó a revertir la expropiación petrolera?
–Con los votos del PRI ganó la visión del PAN, la visión liberal, de una economía de mercado que triunfó en esta reforma. Fue la visión ideológica, política y económica del PAN la que se aprobó, cambiando la visión estatista, clientelar y corporativa del PRI que había sido la predominante durante estos 75 años de historia. Es una lápida a esa visión obsoleta.
–¿Se puso fin a un ciclo histórico?
–Es una lápida a esa visión obsoleta y es un reconocimiento a lo que debió haber sucedido hace ya tiempo en México.
Esta confesión, que es más un ajuste de cuentas histórico que una medida de beneficio colectivo –y que, más que Madero, el sepulturero de la nacionalización petrolera es Peña–, ratifica el dogma desnacionalizador que domina a la clase política hegemónica.
Fue un panista, el senador Javier Corral, quien puso un ejemplo inequívoco de que, en todo el mundo, gobierno de izquierda y la derecha protegen sus recursos estratégicos: “Ahí está el referente grotesco pero imbatible del dictador genocida Augusto Pinochet: nunca planteó privatizar el cobre en la República de Chile”.
Este jueves 12, día de la virgen de Guadalupe –igual que el saqueo que hace 15 años perpetraron también PAN y PRI–, se ha consumado la vieja ambición de revertir la expropiación petrolera a la de a fuerzas.
Y si ya privatizaron el petróleo, sin oposición vigorosa, sólo queda la entrega territorial…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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