Rubén Martín ::: El Economista ::: 2 agosto 2013
Ya sólo falta que le hagan un monumento en el Paseo de la Reforma y pongan su nombre en letras de oro en la Cámara de Diputados, junto a otros próceres de la patria. Es tan porosa la justicia mexicana que incluso Raúl Salinas de Gortari podría ganar un juicio por difamación y daño moral.
La noticia de que el hermano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari ganó a la justicia federal un litigio por el que se le exoneró del delito de enriquecimiento ilícito ha generado un alud de críticas a la justicia del país.
Con la decisión del juez 13 de Distrito de Procesos Penales Federales, Carlos López Cruz, el llamado Hermano Incómodo podrá disfrutar plenamente de 41 propiedades ubicadas en nueve estados del país, incluido Jalisco. Dichas propiedades tienen un valor de 224 millones de pesos. La Procuraduría General de la República (PGR) ha dicho que impugnará la decisión del juez López Cruz, pero no parece que vaya a prosperar.
Ya antes Raúl Salinas desmontó las acusaciones que se le fincaron cuando fue detenido en marzo de 1995, al arrancar el sexenio de Ernesto Zedillo: fue absuelto de ser el autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, su ex cuñado. También resultó absuelto de los delitos de peculado, defraudación fiscal y lavado de dinero. Por si fuera poco, en julio del 2008, la justicia de Suiza le devolvió 110 millones de dólares que tenía congelados desde 1995, con un premio de 40 millones de dólares por intereses.
Por supuesto que las personas acusadas tienen oportunidad de defenderse y de acreditar su inocencia, pero éste no es el caso. Más bien estamos ante un caso de impunidad de un hombre poderoso, de un miembro de una familia que tiene los contactos, los recursos, las mañas y la información secreta suficiente para presionar a quien se requiera para proteger a los suyos.
Basta hacer un breve repaso a las notas publicadas desde hace 20 años, al final del sexenio de Carlos Salinas, y la avalancha de notas y reportajes en los primeros meses de su detención para llegar a la conclusión de que el ahora exonerado no es un hombre inocente.
Tampoco fue un hombre que actuó traicionando a su hermano presidente de la república, como Carlos Salinas declaró en el 2000. Hay elementos para sostener que el Hermano Incómodo era solapado en sus actividades. Luego de su paso como funcionario público, parece que al inicio de la Presidencia de Carlos Salinas, la actividad principal de Raúl Salinas era la de broker de los grandes negocios y contratos gubernamentales. Se publicó incluso que cobraba 50 millones de viejos pesos por cita.
El dinero que la familia utilizaba para comprar propiedades o invertir en negocios pudo provenir del erario, como el propio Raúl Salinas le dijo a su hermana Adriana Salinas en una conversación telefónica divulgada en octubre del 2000 por Joaquín López Dóriga. El dirigente perredista Pablo Gómez calculó que la partida secreta utilizada por Carlos Salinas ascendió a más de 50,000 millones de pesos en su sexenio. El Ministerio Público federal acusó en su momento a Raúl Salinas de usar parte de estos fondos secretos. Y luego se publicó que una parte del dinero amasado por Raúl Salinas se trianguló con empresarios nacionales para la compra de empresas públicas en los procesos de privatización.
Y para la memoria queda la acusación del ex presidente Miguel de la Madrid, quien aseguró que Raúl Salinas tenía vínculos con el narcotráfico (y luego fue obligado a desdecirse).
Todas las pistas, todas las pruebas, todas las indagatorias han quedado ahora sepultadas, gracias a la impunidad que protege a los Salinas. Y Raúl Salinas se dispone a disfrutar de su enorme riqueza inexplicable.
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