Por: Sanjuana Martínez - julio 29 de 2013 - 0:00
COLUMNAS, Daños colaterales - 1 comentario
El territorio en poder de los cárteles de la droga se expande en México. Michoacán es solamente un botón de muestra. Hay que incluir municipios enteros de Tamaulipas, Coahuila, Veracruz, Nuevo León, Zacatecas, Durango, Sinaloa, Chihuahua…
La ausencia del Estado ha generado una auténtica ingobernabilidad en estos lugares donde impera la ley del narco. No es algo nuevo. En Tamaulipas, por ejemplo, hay lugares en poder del crimen organizado desde hace algunos años. El cártel del Golfo y “Los Zetas” tienen bien delimitados sus territorios en donde ni siquiera entra el Ejército.
Felipe Calderón lo sabía, también Enrique Peña Nieto. Ambos han sido incapaces de llevar el Estado allí donde ha sido suplantado por los cárteles de la droga.
En esos lugares, los cárteles tienen su propia Secretaría de Hacienda: recaudan el “impuesto” de la pax del narco, mejor conocido como “cobro de piso”, un pago que comerciantes, ganaderos, empresarios, agricultores, trabajadores o profesionistas, tienen que entregar cada semana si quieren seguir vivos. También tienen su Banco Central alimentado de la venta de la droga y la industria del secuestro.
Los cárteles de la droga dueños de territorios mexicanos también tienen su propia Secretaría de Gobernación o cuerpos de inteligencia para detectar a los enemigos. Cuentan con sus propias fuerzas armadas; de hecho, se visten como militares y además gestionan su Secretaría de Seguridad Pública con policías que vigilan en convoy vehicular la “tranquilidad” de los pueblos.
fuente: http://www.sinembargo.mx/opinion/29-07-2013/16259
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