No hay argumentos sólidos por parte de los neoliberales para rematar a PEMEX. RNR.
La Jornada/México SA/Carlos Fernández-Vega
Palabras más o menos, a lo largo de los últimos 30 años (de Miguel de la Madrid a la fecha) los habitantes de esta República de discursos han escuchado la misma cantaleta para justificar la venta de garaje (léase política privatizadora) de los bienes nacionales: por no contar con presupuesto público suficiente para desarrollar el sector (aquí ponga el que crea conveniente, porque todos pasaron por esa etapa), el gobierno de la República promoverá la participación complementaria (eufemismo por privatización) del capital privado para detonar el crecimiento, democratizar el capital, mejorar el bienestar de los mexicanos y liberar recursos públicos para atender las urgencias del país.
Tres décadas después, los anaqueles de la venta de garaje están prácticamente vacíos (sólo queda el oro negro y uno que otro cable de la Comisión Federal de Electricidad), y el crecimiento brilla por su ausencia, el bienestar se mantiene prófugo de la justicia social, la democratización del capital nunca fue tan antidemocrática y las urgencias nacionales jamás fueron atendidas. La experiencia ha sido escalofriante, pero insisten: van por el oro negro y lo que queda de la generación eléctrica. No tienen llenadero.
En un intento por salir del callejón en el que se metió luego de sus declaraciones al diario Financial Times (la reforma energética incluiría los cambios constitucionales necesarios para dar certeza a los inversionistas privados), el inquilino de Los Pinos utilizó la tradicional creatividad del régimen para intentar justificar el siguiente paso. Dijo (¡sorpresa!): Petróleos Mexicanos, por sí mismo, no tiene los recursos económicos suficientes para detonar y desarrollar infraestructura para generar más energía (¿dónde hemos escuchado esto?), ergo, el siempre desinteresado capital privado tiene que venir a salvar la situación, es decir, lo mismo que se argumentó para la banca, carreteras, telecomunicaciones, fertilizantes y todo lo demás, que es mucho.
Dos cosas quedan nítidas en esta, la última etapa de la venta de garaje: a) Pemex sí tiene recursos propios, y muchos (el problema no es de insuficiencia o carencia, sino del brutal cuan permanente saqueo fiscal que el gobierno federal aplica a la paraestatal) y b) si en esta aventura el gobierno mexicano procede tan erráticamente como lo hizo con los demás sectores estratégicos privatizados, entonces ahora sí México se va al carajo, se hunde completito. El BBVA estimó que el impacto positivo de la modernización del sector petrolero sería no mayor a medio punto porcentual del PIB. Ustedes dirán si por esa miseria vale deshacerse de la joya de la corona.
La dependencia gubernamental del ingreso petrolero comenzó con el cambio de modelo económico, con la llegada de Miguel de la Madrid y la tecnocracia, es decir, cuando liberó a la gran empresa de pagar impuestos, en medio del estancamiento económico y la crisis recurrente. La Auditoría Superior de la Federación lo detalla muy bien: de 1938 (año de la expropiación cardenista) a 1984, el importe total anual de los impuestos, derechos y aprovechamientos pagados por Pemex y sus organismos subsidiarios no tuvo representatividad en relación con el producto interno bruto. A partir de 1985, con Miguel de la Madrid Hurtado, comenzó a incrementarse la carga tributaria (a la paraestatal) al igual que la proporción respecto del PIB, al pasar de 0.1 por ciento ese último año a 7.2 por ciento en 2010, con Felipe Calderón.
Para dar una idea de cómo creció la dependencia gubernamental del ingreso petrolero, va la siguiente numeralia: en el sexenio de Ernesto Zedillo tal proporción fue –promedio anual– de 2.6 por ciento del PIB; con Carlos Salinas de Gortari de 0.63 por ciento, y con Miguel de la Madrid, de 0.12 por ciento. Cuando José López Portillo administraba la abundancia petrolera, tal indicador no tuvo representatividad en el PIB. Paralelamente, los gobiernos tecnocráticos fueron liberando al sector privado cupular del pago de impuestos, por medio de la evasión legal y/o los regímenes especiales. Entonces, Pemex fue utilizado como caja grande para tapar los agujeros fiscales dejados por el gran capital que hoy viene a complementar” y salvar a la paraestatal.
¿Que Petróleos Mexicanos no tiene los recursos económicos suficientes para detonar y desarrollar infraestructura para generar más energía? (EPN dixit). Va un ejemplo: los que mayor raja sacaron del ingreso petrolero fueron los dos gobiernos panistas. Nunca se acumuló tanto ingreso proveniente del oro negro como en los tiempos de la docena trágica, pero tampoco nadie los dispendió como la dupla Fox-Calderón. Con el primero de estos nefastos personajes en Los Pinos, Pemex aportó a la Secretaría de Hacienda 2 billones 634 mil millones de pesos (todo su rendimiento antes de impuestos y derechos, más 207 mil millones); en los del segundo, 4 billones 500 mil millones de pesos (todo su rendimiento, más 400 mil millones). Una catarata de dinero fue la que produjo Pemex, misma que se malgastó sin consecuencia alguna para los responsables. Siete billones 134 mil millones de pesos en 12 años, algo así como 550 mil millones de dólares en el periodo. ¿Y no tiene suficiente?
Un dato adicional que documenta si existe o no la posibilidad de obtener recursos de Pemex: el costo de extracción del crudo mexicano es uno de los más bajos del mundo: cuando Calderón se instaló en Los Pinos tal costo era de 4.13 dólares; en 2008 llegó a 6.16 dólares, para reducirlo a 4.85 dólares en 2009 e incrementarlo a 5.22 dólares en 2010. El margen de ganancia por barril, descontado el costo de extracción, fue de mil 184 por ciento en 2006; mil 270 por ciento en 2008; mil 83 por ciento en 2009; mil 285 por ciento en 2010; mil 555 por ciento en 2011, y mil 388 por ciento en 2012. De ese tamaño es el negocio. Queda claro, pues, que la paraestatal no tiene recursos y por qué es necesario capital privado complementario.
Las rebanadas del pastel
Entonces, antes de una reforma energética lo que se necesita es una profunda reforma fiscal, sin comillas, para diversificar el ingreso gubernamental y para que los grandes corporativos no dejen a Pemex la carga fiscal que a ellos les toca. Como bien revela La Jornada (Víctor Cardoso, con información de Fitch Ratings), la situación financiera de Pemex se ha debilitado debido a la significativa carga fiscal, que en los últimos cinco años se reflejó en transferencias al gobierno federal de 54 por ciento sobre las ventas, o 122 por ciento sobre su resultado operativo. Así, no hay empresa, pública o privada, que aguante el paso.
cfvmexico_sa@hotmail.com
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