Al titular del Consejo Nacional contra las Adicciones, Fernando Cano Valle, le pareció buena la idea de lanzar una campaña focalizada y encaminada a insultar a las mujeres que viven con el vicio de fumar.
Así fue como este organismo, adscrito a la Secretaría de Salud, consideró que la mejor forma de disuadir a las mujeres (que no a la población en general) para que consideren abandonar la práctica de fumar es a través de un mensaje fatuo, sin sentido y contradictorio. Ya encarrerados, los funcionarios responsables de semejante obra de la comunicación política, decidieron que como dependencia del Estado sería buena idea trasladar su escala deontológica a una política pública, de tal suerte que suponen una mujer cifra la realización de sus hábitos a partir del éxito con el sexo masculino.
Al margen de retirar el spot, la Conapred tendrá que dar cursos, pláticas, talleres, coloquios y demás, si es que intenta salvar un poco la cara de la institución encabezada por el doctor Cano Valle. No está mal ignorar o no saber cómo comunicar algo, seguramente la intención es buena, excelente. Pero es inaudito olvidar que se comunica para millones, que los recursos que a ellos llegan son para aprovecharse de forma responsable y no en exhibiciones tan carentes de sentido común y racionalidad como la campaña: “Las mujeres que fuman huelen horrible”. Una vez más, y no es opinión sino realidad contundente, el gobierno federal evidencia el profundo desprecio que siente por a quienes se supone sirve.
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