Escrito por Índice Político en 23 abril, 2013. Publicado en Francisco Rodríguez
Rosario Robles Berlanga inaugura hoy el desfile de funcionarios a los que las Cámaras del Congreso de la Unión citan para dilucidar denuncias, minimizar escándalos o intentar salvar de la picota pública a quienes, desde el Ejecutivo Federal, son reos de sospecha. La primera del sexenio. ¡Menudo honor!
Pero esta comparecencia, para no variar, sólo pondrá en evidencia a la clase política, al dejar patente la enorme distancia que la separa de la sociedad a la que dice representar.
El caso de Robles Berlanga es prototípico. Como muchos otros personajes de esta nuestra clase política –sin clase–, ella se encerró en un mundo propio en el que sólo se reúne con políticos y en ese medio prevalece una fuerte endogamia sin apenas comunicación con el exterior, lo que tal vez explique el que sus integrantes muestren un nivel intelectual y moral muy inferior a la media.
En 1992, los sociólogos Erwin y Ute Scheuch publicaron un libro, que produjo entonces un cierto revuelo, sobre los motivos por los que en los partidos ascienden los menos capaces, que, al carecer de alternativas en la vida civil, suelen destacar por su fidelidad y constancia; o los más inmorales, que, formando a menudo clanes cerrados, saben recurrir a todas las artimañas para permanecer y hasta para promocionarse.
Y es por ello que en las encuestas los políticos son el grupo con más baja credibilidad, hasta el punto de que el ciudadano considera que mentir es parte integrante de la naturaleza del político.
FUENTE: http://www.indicepolitico.com/comparecencia-2/
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