Transgenicos+II (Photo credit: trianero2) |
Víctor M. Toledo
S
e ha llegado al límite. Tras más de una década de permanente tensión entre las poderosas compañías biotecnológicas (Monsanto, Pioneer, Dow) y las resistencias ciudadanas hoy representadas por decenas de comunidades campesinas e indígenas, miles de científicos nacionales y de otros países, grupos ambientalistas, organizaciones rurales y de jóvenes, al gobierno de México le ha llegado la hora de arbitrar y decidir si en definitiva se abre el país al cultivo comercial del maíz transgénico o no. De especial importancia han sido los aportes de la investigación científica que han dejado claro el panorama en un reporte hecho público el 15 de noviembre de 2012 y suscrito por cerca de 2 mil 500 científicos y académicos de todo el mundo.
Tres principales argumentos hacen de la siembra del maíz transgénico un acto no solamente ilógico e irracional, sino inmoral. El primero es que los acuerdos internacionales prohíben la introducción de organismos genéticamente modificados en aquellas áreas donde la especie se originó y se diversificó, pues los riesgos de contaminación genética de las variedades es más que inminente. A ese punto se llega después de que nuevos y detallados estudios realizados por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio: biodiversidad:) permitieron la elaboración de un mapa construido con 21 mil registros de campo que demuestran contundentemente que todo México es lugar de origen del maíz. El segundo argumento muestra el sinsentido de sembrar maíz transgénico ¡que no incrementa los rendimientos!, ignorando que existe toda una gama de posibilidades de la genética convencional y de la agroecología para incrementar la producción (ver los artículos de Antonio Turrent y sus colegas en La Jornada). El tercero tiene que ver con la salud humana. Tras años de controversia, el microbiólogo francés G. E. Seralini estremeció al mundo el año pasado al mostrar los enormes tumores cancerígenos de los riñones e hígado de las ratas alimentadas por dos años con el maíz transgénico producido por la compañía Monsanto (ver: ogm-alerte-mondiale.net), el mismo que se quiere sembrar en 2.6 millones de hectáreas.
Un cuarto argumento, que será desplegado si el gobierno decide apoyar a las corporaciones, tiene que ver con la dignidad, con la acción y con el fuego. Su eficacia ha sido probada en países latinoamericanos como Brasil, Bolivia, Ecuador y Perú y acaba de ser aplicado en Colombia la semana pasada. Ante la caída de los precios del café y la subida de los insumos, decenas de miles de productores y sus familias bloquearon 70 puntos en carreteras de ese país. En 72 horas el Movimiento por la Defensa y la Dignidad de los Cafeteros Colombianos sentó a negociar durante tres días a cuatro ministros y al vicepresidente de la república. ¿Puede suceder algo similar en México con la entrada de los organismos modificados genéticamente?
Como lo muestra el mapa, se conoce la distribución espacial de las tensiones geopolíticas entre los proyectos de experimentación de maíz transgénico, la contaminación por transgenes de maíces nativos y los procesos de resistencia local y territorial y en defensa de las variedades locales de maíz. Las resistencias localizadas pasaron de 18 en 2009 a 80 en la actualidad. Oaxaca, Guerrero, Yucatán, Chiapas, Veracruz y Puebla han visto crecer especialmente el número de resistencias colectivas durante los dos últimos años. El caso de Yucatán es significativo: el año pasado se realizaron ferias del maíz en 14 comunidades mayas, y miles de productores de miel se manifestaron en contra. Oaxaca es otro lugar emblemático pues allí las resistencias se han multiplicado alrededor de una organización estatal que defiende los territorios y localidades en lucha activa. Hoy existen relaciones de solidaridad entre ONG, académicos, activistas, y organizaciones locales a lo largo y ancho del país (Tlaxcala, Chiapas, Oaxaca, Yucatán, Guerrero, Tarahumara, Puebla, Jalisco, etcétera).
Los pueblos de maíz han mostrado la contundencia de sus movilizaciones en los últimos años. Sólo un botón de muestra: Seis mil indígenas y activistas marchan contra presa en Pinotepa Nacional; Indígenas nahuas cancelan minera china en Sierra Norte de Puebla; Huaves toman el palacio municipal y zapotecos levantan barricadas en contra del parque eólico de Mareña Renovables; Nueva alianza nahua-totonaca enfrenta hidroléctricas en Veracruz y Puebla; Zapotecos expulsan a minera canadiense. ¿Y acaso las más de 100 comunidades que se autodefienden, no defenderán al maíz? Esta vez la protesta alcanzará a las ciudades, a los millones de consumidores, además de organizaciones ambientalistas, académicas, estudiantiles y campesinas. Según lo anunciado por una unión nacional de jóvenes ambientalistas, ¿veremos en cada tortillería del país las fotografías de los tumores de las ratas alimentadas con el maíz de Monsanto? El gobierno de Enrique Peña Nieto tiene la palabra.
Twitter: @victormtoledo
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