El arzobispado distribuyó unas cuartillas llamando a los que se congregaban junto la Catedral Metropolitana a regocijarse con la asunción de Francisco como si tratara de un festejo en familia. "Nuestro Papa nos llama a poner de lado nuestras diferencias y a celebrar como hermanos en Jesucristo", decía la consigna, traducida por si acaso al francés y al inglés.
La vigilia en vísperas de la ceremonia que tendría lugar en el Vaticano comenzó a las 22 (hora local), con una misa cantada por el Padre César y los Pecadores, la más famosa banda de «rock eclesiástico» de la Argentina, reforzada en esta ocasión con un coro de la congregación de María Auxiliadora.
"Quién hubiera imaginado a los curas y a las monjitas organizando un festival de rock al aire libre" bromeó un joven de los tantos que se instalaron en las inmediaciones de la catedral, a la espera de que las pantallas gigantes mostraran al pontífice argentino tomando posesión de su cargo. Un reloj digital marcaba las horas que faltaban para las 5 de la madrugada del martes (las 9 en Roma) cuando daría inicio a la transmisión desde el Vaticano. Muchos se propusieron pasar el resto de la noche en oración o alternado las oraciones con visitas a los cafés de Plaza de Mayo.
"Vino mucho más gente de la que esperábamos. ¡Quien dijo que la espiritualidad pasó de moda en la Argentina!", exclamó Federico Walts, secretario de prensa del arzobispado, medio afónico de tanto impartir órdenes a los que repartían mantas entre el público y agua caliente para cebar el mate (infusión típica del país). En sintonía con el pedido de solidaridad de Francisco, la Red Solidaria Hambre Cero recolectó alimentos no perecederos para los necesitados.
Desde el campanario de la Catedral se veía un mar encrespado de banderas argentinas y de pañuelos blancos y amarillos (los colores del Vaticano), haciendo caso a la orden de no traer carteles de contenido político. Pero la política se filtró en las conversaciones de los que se mantenían en vela mientras otros ya roncaban. Hubo insultos a Horacio González, director de la Biblioteca Nacional quien pidió a los militantes del oficialismo, "no caer en la superchería" de que el Papa es peronista.
El afiliado a Carta Abierta, el sínodo de los intelectuales kirchneristas, dijo que el estilo de Francisco es bien conocido en Argentina. "Es el estilo demagógico de los que se dicen del pueblo porque alguna vez usaron el transporte público", dijo González en alusión a que Bergoglio viajaba en metro cuando era arzobispo.
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