Javier Risco Reyes
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11 febrero 2013
El viernes 10 de febrero de 2012 el diario italiano de izquierda Il Fatto Quotidiano publicó a ocho columnas “Complot contra el Papa, dentro de 12 meses morirá”. Se trataba de una de las filtraciones del Vaticano, los Vatileaks; la noticia citaba una carta anónima fechada el 30 de diciembre de 2011, entregada por el cardenal colombiano, Darío Castrillón Hoyos, un prelado ultra-conservador, con la leyenda de “estrictamente confidencial para el Santo Padre”, donde informaba que durante un viaje a China “el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia), profetizaba la muerte de Benedicto XVI en los próximos 12 meses”.
La carta recibida por el Secretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, fue filtrada a la prensa- en aquél momento se desconocía la fuente, meses después salió a la luz que el asistente personal del Papa, Paolo Gabriele, era el responsable de dar a los diarios estos documentos confidenciales- no sólo hablaba del homicidio de Ratzinger, también denunciaba luchas internas en las altas esferas de la iglesia católica “La relación entre el Santo Padre y su secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, sería muy conflictiva. En una atmósfera de confidencialidad el cardenal Romeo dijo que el Papa Benedicto XVI odia literalmente a Tarcisio Bertone y que lo reemplazaría con ganas con otro cardenal" se leía textualmente en la carta.
En otro de los párrafos de la misiva, filtrada exactamente hace un año, se consigna que el Papa está listo para su sucesión y que en su lista de candidatos aparece en primer lugar para reemplazarlo el cardenal Angelo Scola, de 70 años, arzobispo de Milán y ex patriarca de Venecia, citando el texto “En secreto el Santo Padre se estaría ocupando de su sucesión y habría ya elegido al cardenal Scola como idóneo candidato, porque es más cercano a su personalidad”.
En aquellos días el Vaticano calificó las filtraciones de “delirios tan increíbles que no hay que tomar en serio”, lo dijo el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede.
Los Vatileaks develaron una crisis de intereses inocultables, se habló de casos de corrupción en el Instituto para las Obras de la Religión, conocido como el Banco Vaticano, se hablaba de “irregularidades” en las oficinas centrales y de traiciones cantadas entre cardenales.
Cuando juzgaron al mayordomo Paolo Gabriel, responsable de las filtraciones, en el último acto del juicio, el tribunal le dio a Paoletto la posibilidad de hablar a su favor, el mayordomo dijo: “Siento dentro de mí la fuerte convicción de haber actuado por exclusivo amor, diría visceral, por la Iglesia de Cristo y por su Jefe visible. Si lo debo repetir, no me siento un ladrón”.
Justo hace un año, el miércoles 15 de febrero, L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, publicó una editorial titulada: el Papa Benedicto XVI es “un pastor rodeado por lobos”. Hoy los lobos se han comido al pastor, el último año en la cumbre de la jerarquía católica le sirvió a Ratzinger para exhibir y modestamente limpiar su iglesia.
En este espacio lo escribí el 9 de octubre de 2012, “La sucesión se prepara”, Ratzinger 12 meses después ha muerto, la carta anónima se volvió un delirio creíble.
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