22 de enero de 2013

Lo fiscal y lo energético - Ricardo Monreal Ávila

PEMEX Reynosa
PEMEX Reynosa (Photo credit: Reynosa Blogs)
Lo fiscal y lo energético:

Ricardo Monreal Ávila

2013-01-22 • ACENTOS


Para que Pemex sea atractiva a la inversión privada, nacional o extranjera, el gobierno necesita hacer primero lo que ha anunciado en estos días: recortar personal, centralizar su estructura administrativa y, sobre todo, “destetarse” fiscalmente de la paraestatal.

Ningún inversionista va a inyectarle un peso a una empresa que para producir un barril de petróleo necesita el doble de personal de sus similares en el mundo. Mucho menos va a destinar 80% o más de sus utilidades al fisco (en 2011, Pemex destinó 110% de sus utilidades a pagar impuestos; es decir, se endeudó para cumplir con sus obligaciones fiscales).



Por ello, el gobierno no puede prescindir de la renta fiscal petrolera sin encontrar antes una fuente de financiamiento alterna. Esta fuente es precisamente la reforma fiscal. Es decir, el bolsillo de los contribuyentes.

Por ello, las reformas fiscal y energética van de la mano en el discurso y en la estrategia legislativa del actual gobierno. Solo que hay un círculo vicioso: no podrán “abrir” Pemex (eufemismo de privatizar) mientras el gobierno no incremente sus ingresos fiscales no petroleros, y no aumentarán estos ingresos mientras no se haga “atractiva” la industria petrolera a la inversión privada.

La presión para que el gobierno instrumente a la brevedad ambas reformas se debe también a la necesidad de cumplir los amplios compromisos de campaña y, a la vez, no disparar el déficit fiscal. Tan solo uno de estos compromisos, la “seguridad social universal”, requiere de 900 mil mdp frescos.

Cada punto de incremento del IVA representa 33 mil mdp aproximadamente. Aumentar el IVA de 16 a 20% aportará 132 mil mdp al fisco. Poco para las necesidades financieras del programa de gobierno, y mucho en términos del costo político a pagar. Sin embargo, habrá ese incremento al IVA (en cuatro o más puntos porcentuales) porque el gobierno no se puede suicidar fiscalmente, privatizando la gallina de los huevos de platino, sin encontrar una fuente de reemplazo.

Por ello, en materia de reforma fiscal, el gobierno echará mano del resto de los instrumentos impositivos, directos e indirectos (ISR, IETU, IDE, etcétera) y, además, de la privatización de Pemex y otros activos del Estado.

Las reformas fiscal y energética tienen en la agenda legislativa no menos de 15 años. En 1997, el PAN le dio a escoger a Ernesto Zedillo entre ambas reformas o el Fobaproa. Zedillo priorizó lo urgente, el rescate bancario, y pospuso las llamadas reformas estructurales.

En los 12 años del panismo en la Presidencia, el PRI le regateó sistemáticamente a Fox y a Calderón ambas reformas, con un argumento que todavía retumba en el recinto de San Lázaro: “En ninguna parte del mundo, la oposición aprueba aumento de impuestos a los ciudadanos y, de paso, le da al gobierno armas presupuestales para rebasarla” (en esencia, es el argumento que actualmente manejan también en el capitolio norteamericano los republicanos frente a los demócratas para afrontar el abismo fiscal).

La regla que el PRI aplicó al PAN en el período 2000-2012 fue clara: “Hay que darle reformitas: aprobar lo mínimo necesario. Ni tanto que lo catapulte ni tan poco que lo inmovilice”. La reforma fiscal del “IVA copeteado” que el PRI le aprobó a Fox aportó escasos 120 mil mdp, mientras que la reforma fiscal que le aprobaron a Calderón redituó otro tanto. Es decir, 240 mil mdp en 12 años. Buena parte de ellos, además, condicionados a repartir entre los estados y municipios del país, donde el PRI mantenía su hegemonía y donde se atrincheró para regresar finalmente a Los Pinos.

Hoy la historia se repite y, una vez más, lo energético está atado a lo fiscal, como nunca antes. Lo que ha cambiado son las coordenadas políticas. Hoy el PAN es oposición y seguramente le regresará la copa parlamentaria al PRI. Es decir, le dará reformitas en lugar de reformotas…, salvo que quiera aparecer como oposición de aparador, y afianzarse en su tercer lugar nacional.

Del otro lado del espectro está la izquierda, MC, PRD y PT, con un nuevo referente: Morena, que tiene un 70% de identidad de nombre y un 28% de acuerdo ciudadano. Aquí la reforma privatizadora de Pemex y la reforma fiscal confiscatoria tendrán un muro de resistencia política. Es un nuevo jugador que el próximo 5 de febrero, con motivo del aniversario de la Constitución Política, definirá su papel frente a estos temas. Deberá mostrar inteligencia y altura de miras. Decir No a estos dos atracos bipartidistas, pero también mostrar sus proyectos alternos de reforma fiscal y energética. El reto apenas inicia.

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