Un ambiente de hermandad y felicidad reina entre la clase política del país en donde elementos del pasado salen del sarcófago para tomar posiciones estratégicas en el gobierno mientras la luna de miel del nuevo régimen atrae como abejas a férreos opositores de antaño en una especie de reconciliación nacional, donde sólo falta que salga José Luis Rodríguez ‘El Puma’ cantando ‘Agárrense de las manos’.
Bajo esta situación donde el idilio flota el aire al ritmo de una República Amorosa que no se prometió precisamente desde este lado, sorprende una acción por parte del Presidente Enrique Peña Nieto en uno de los tantos eventos a los que acude.
Sucedió el pasado 6 de enero en Boca del Río, Veracruz, con motivo de la celebración de aniversario de la promulgación de la Ley Agraria. Ahí, entre cientos de personas que con seguridad sintieron que su regalo del Día de Reyes sería una foto y saludo con el mismísimo primer mandatario, una persona no sólo se quedó con las ganas sino hasta con la mano estirada.
Se trata de Carolina Gudiño Corro, alcaldesa del puerto de Veracruz, ubicada en el camino que Peña Nieto tomaría de regreso para tomar su lugar al pronunciar su discurso.
Sin embargo, algo extraño pasó, pues luego de saludar y hasta tomarse el tiempo para charlar con algunos de los ahí presentes como fue el caso del joven Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, a quien hasta doble abrazo le tocó, de repente el Presidente acelera el paso para limitarse a dar apretones de mano y cerrar con broche de oro con la mujer que se encontraba al final de esa fila, es decir, darle una palmada en el brazo ignorando la mano extendida que se quedó en el aire junto con una expresión de incredulidad y un balbuceo perceptible.
¿Descuido, descortesía, desaire, prisa o un mensaje velado en dicha acción? Decía Jesús Reyes Heroles que “en política, la forma es fondo”, un adagio que combinado con el famoso “el que se mueve no sale en la foto” de Fidel Velázquez podría explicarnos en parte el acontecimiento.
Por supuesto que mientras Peña Nieto no lo diga todo es especulación. Sin embargo hay elementos que podrían darnos pistas de lo que se está moviendo en esa hermandad priista que como toda familia, no estará exenta de broncas.
Por un lado, entre los cotilleos jarochos se ha puesto de manifiesto que el incidente podría deberse a que el Presidente quiere marcar un distanciamiento entre el grupo afín al ex gobernador Fidel Herrera, al cual pertenece Carolina Gudiño, sobre todo ahora que vienen elecciones para renovar el congreso local y el mando en sus 212 ayuntamientos.
Para otros, la señal vino a raíz de los resultados de las pasadas elecciones presidenciales, donde Peña Nieto ganó en ese estado con un final de fotografía, apenas por 820 votos, lo que no sucedió en los 2 distritos ubicados en el puerto y donde gobierna Gudiño Corro, pues ahí Josefina Vázquez Mota lo aniquiló con una diferencia de más de 46 mil votos en cada uno. Este hecho no tendría nada contenta a la cúpula priista y entonces estarían empezando a mover las fichas.
Lo cierto es que lo que para muchos es una bendición, para Carolina Gudiño fue sin duda uno de los tragos más amargos de su carrera, tanto así que a diferencia de muchos políticos, no dijo ni pío sobre su asistencia al evento presidencial a través de su cuenta en redes sociales. Claro está, que su foto no era como para presumirse.
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