apoyos de peña nieto (Photo credit: trianero2) |
La insoportable brevedad
Quince minutos
Augurios en San Lázaro
Miedo sí anda en Metro
Julio Hernández López
Q
uince minutos no significan nada para un diálogo político serio, con ánimos de trascendencia y con respeto mutuo de los interlocutores. Cierto es que a un locuaz sin noción histórica, como Chente Fox, ese lapso le pudo parecer suficiente para arreglar el conflicto armado de Chiapas, al que finalmente dejó como lo había tomado, pero en el caso del mexiquense engolosinado con su fiesta sabatina parece desatento y tal vez hasta desdeñoso el que la Casa Blanca destine tan poco tiempo a la plática en privado, en un virtual saludas y te vas (una especie de involuntaria reproducción en Washington de la celeridad silente con que se realizará la toma de protesta en San Lázaro) que en su fugacidad delata poco aprecio de Barack Obama y poco peso de Peña Nieto.
Quince minutos a solas y unos treinta y cinco en grupo, con las comitivas de ambos personajes principales, explicó apresuradamente en Twitter el virrey Videgaray, tratando de conjurar la picaresca colectiva que ya se ensañaba con el tema. En total, la reunión se extendería por espacio de aproximadamente 50 minutos, según tuiteó el coordinador general del equipo para la transición gubernamental, aunque más tarde ese mismo equipo, contraviniendo las expandidas estimaciones cronológicas del jefe Luis, se aventó a emitir, nomás con base en su ronco pecho boletinero, una declaración a la palabra que le adjudicaba unilateralmente un poquito más de tiempo (por espacio de una hora) a la reunión que de haber sido por los ensueños peñanietistas habría incluido comelitona, brindis, sobremesa, tertulia, canto a dúo con mariachi y menudo o pozole de madrugada.
Pero lo cierto es que el mexicano sólo tendrá 15 minutos a solas frente al estadunidense, según el programa oficial. Muy poco tiempo para desahogar lo que la imaginación popular atribuye, sin mayor prueba, a esos encuentros: la presentación de la lista del gabinete para conseguir aprobaciones o cuando menos no tener objeciones, sobre todo en rubros tan delicados como los hacendarios y los de seguridad y combate al narcotráfico, y la entrega de llaves para que el interés gringo decida lo que le convenga en materia de energéticos y en especial en cuanto a privatización de Pemex.
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http://www.jornada.unam.mx/2012/11/27/opinion/004o1pol
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