La visita de Enrique Peña Nieto a Washington generó más de una ceja levantada. La mayor sorpresa, confusión y extrañamiento está en el Departamento de Estado, donde no entendieron el por qué el equipo del presidente electo borró por completo de su agenda con el Ejecutivo al embajador de México ante la Casa Blanca, Arturo Sarukhán. Dicen los que saben que está bien que el embajador está totalmente fuera del interés de Peña Nieto y su equipo, pero que en materia de protocolo, lo que hicieron este martes rompe cualquier forma.
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