Arq. Eduardo Bistráin |
Y sí que fue un sábado, el pasado 27 de octubre, de definiciones.
La tarde-noche del día anterior al Congreso, ante un grupo que se reunió en la Casa del Migrante y con los afanes que ahí se ventilaban decidí ser candidato a la presidencia de Morena Jalisco.
Ciertamente no ganaría, pero ante la visión de dos grupos antagónicos cuyos candidatos eran sólo "los menos peores" imposible quedarme con las manos cruzadas. De último minuto.
Tan sólo el jueves anterior había trascendido la polarización de delegados en dos bandos contrarios.
El sábado llegó, los delegados entramos al recinto. Sólo de ver que un grupo se sentaba de un lado y el otro del lado opuesto, se distinguía la polarización del grupo.
A los candidatos que nos declaramos como tales se nos permitió tres minutos al micrófono.
Yo hablé de Morena. Declaré que a pesar de que, casi seguro, de Morena brotaría un partido; Morena A.C. no desaparecería. Morena seguiría siendo un movimiento de masas que fiscalizará a los tres niveles de Gobierno, a los partidos todos y en especial al partido que emane de ella.
Al regresar a mi lugar y antes de la votación, un grupo de 8 delegados del interior del estado, dos mujeres y seis hombres me invitaron a platicar con ellos sobre mis planes como presidente. Fue una plática amigable y breve. Entre ellos había una doctora y varios abogados
El último candidato terminó sus tres minutos y enseguida se anunció la votación.
Las urnas se nos mostraron vacías y fueron llevadas a nuestros lugares para depositar en ellas nuestros votos en boletas que habían sido previamente repartidas.
Los resultados fueron contados en voz alta y anunciados:
80 para uno,
76 para el otro
10 para mi.
El júbilo por un lado y la molestia por el otro se entremezclaron en el foro.
Muchas almas inocentes hacían el análisis superficial de que si yo hubiera apoyado al candidato en el segundo lugar, este hubiera ganado. Falso. Algunas lo hacían hasta con evidente desprecio.
Como candidato a presidente yo no gozaba de votos amarrados. De no haber participado como candidato mi voto, mi único voto hubiera sido uno nulo. Ya con esos diez votos en mi haber no podía "cederlos" a ningún candidato.
En las escaramuzas que iniciaban para contrarrestar los resultados de la primera votación, el grupo de 8 delegados que me habían llamado para conversar, mencionó que ellos habían votado por mi y que de no haberlo hecho hubieran votado por quien recibió el mayor número de votos. Entonces los resultados hubieran sido 88, 76 y 2. Pude después obtener los teléfonos y correos electrónicos de todos esas compañeras y compañeros del interior del estado que votaron por mi, gente valiosa e independiente.
Los otros dos votos que recibí fueron el mio mismo, y el voto con el mayor valor moral en todo el Congreso, el del Dr. Joel Robles. Dicho por él.
Algunos se preguntarán ¿qué se gana con todo esto? Y les digo, bueno ¿no queremos una democracia? ¿no queremos pluralidad? ¿No queremos a los mejores elementos en la conducción de Morena?
Cierto que un grupo de aproximadamente 100 personas que no eran delegados irrumpieron en el recinto. A muchos de ellos reconocí como luchadores sociales a favor de Morena con una larga militancia. Irrumpieron al grito de "Fraude, fraude" reaccionando sin duda a la partidocracia aceda practicada en este proceso desde las asambleas distritales. El congreso fue disuelto con varias de las secretarías por votarse.
Al momento de escribir esto la conclusión no ha sido resuelta.
El proceso que nos ocupa es tan sólo un primer paso. Tambaleante, inestable, riesgoso lo es.
Mi visión es que a lo largo de esta ruta se purifique y se salvaguarden los principios y valores que hacen y seguirán haciendo del Morena un movimiento sin igual en la historia moderna de México.
La necesidad de un cambio en el país es imperiosa, por el bien de todos.
Arq. Eduardo Bistráin
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