Fuente: El Universal
25 noviembre 2012
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Era el mediodía del 14 de diciembre de 2010, en el patio central del Palacio de Gobierno, Marisela Escobedo declaraba a la prensa, a manera de premonición, su temor de morir asesinada frente a ese mismo inmueble. Dos días después sus miedos se volvieron realidad: un hombre le disparó a quemarropa y la privó de la vida
Foto: Vanguardia/ Archivo
CHIHUAHUA.- “No me voy a esconder. Si ese hombre me va a venir a asesinar, que venga y me asesine aquí enfrente, para vergüenza del gobierno. Tengo amenazas, él ya está involucrado con un grupo del crimen organizado, entonces, ¿qué está esperando el gobierno?, ¿qué termine conmigo?, pues que termine conmigo, pero aquí enfrente, a ver si les da vergüenza”.
Era el mediodía del 14 de diciembre de 2010, en el patio central del Palacio de Gobierno, Marisela Escobedo declaraba a la prensa, a manera de premonición, su temor de morir asesinada frente a ese mismo inmueble. Dos días después sus miedos se volvieron realidad: un hombre le disparó a quemarropa y la privó de la vida, justo en las puertas del edificio.
El calvario de Marisela inició en 2007, cuando contrató a un joven para que le ayudara en el negocio familiar. Un joven de 23 años, llamado Sergio Barraza, al que apodaban Daddy Yanqui, por el corte de pelo que usaba al estilo del cantante.
Meses después su hija, Rubí Marisol Frayre, comenzó una relación con él, lo que no fue del agrado de Escobedo, ya que éste era siete años mayor. Al poco tiempo la adolescente se embarazó y un día avisó que se iría a vivir con Sergio.
El principio de los problemas
Marisela se opuso rotundamente, según relató en entrevistas posteriores, pero no tuvo otro remedio que aceptar ante el miedo de que su hija se escapara con rumbo desconocido.
“Se juntó con ese muchacho que no la dejaba trabajar ni estudiar, no la dejaba salir. Era celoso. Yo no quería, pero finalmente ella decidió irse. Le decía que le pagaba la escuela y guardería, pero que estudiara. Él nunca quiso”, recordaba a principios de 2009 la mujer.
La pareja vivía en una casa de la familia Frayre, pero tras una discusión con Marisela, Sergio se llevó a Rubí y la bebé que recién habían tenido. Por meses perdieron contacto, hasta que se supo que tenían una casa en renta, en una colonia precaria de Ciudad Juárez, el fraccionamiento Cuernavaca.
“No la veía desde septiembre (2008) porque se la llevó y luego me dijeron unas amigas de ella que él la golpeaba y mi hija se tenía que quedar con las vecinas”.
En Navidad, Marisela decidió ir a buscar a su hija, pero no pudo localizarla. “Ya no estaba, nada más estaba él y la niña. Dijo que Marisol se había ido con otro, pero la verdad no lo creí porque ella quería mucho a su hija, no era capaz de dejarla porque no se separaba de ella nunca”.
Sergio trabajaba vendiendo discos pirata y huyó de la casa cuando supo que intentaban localizar a su pareja, llevándose a la pequeña.
El surgimiento de la activista
Fue así como inició el activismo. Tras interponer la denuncia ante la entonces Procuraduría de Justicia de Chihuahua, la familia Frayre comenzó a distribuir volantes y colocar pancartas con las fotografías de quien se pensaba estaba únicamente desaparecida.
Para febrero, la desesperación llevó a la desconsolada mujer a aparecer en televisión nacional en el programa de la conductora peruana Laura Bozzo, donde relató su historia y evidenció la falta de atención de las autoridades.
A los seis meses se habían realizado varias marchas por las calles de la frontera, mientras que la Procuraduría había “peinado” la colonia 16 de Septiembre con perros en busca de pistas de Marisol.
El abril 20 de 2009, Marisela denunció a la prensa que su hija había sido asesinada, que el homicida era Sergio Barraza y que el padre de éste lo había entregado a la Policía Municipal, pero en dicha corporación nunca notificaron al Ministerio Público y lo dejaron en libertad “porque no había denuncia en su contra”.
El 16 de junio de 2009, Sergio Rafael Barraza Bocanegra fue detenido en un domicilio ubicado en el Callejón de la Golondrina, en Fresnillo, Zacatecas, un día después era trasladado a Ciudad Juárez.
A los cuatro días se le formularon cargos por homicidio, luego de que se localizara en unas tapias abandonadas de la colonia Vista Hermosa la osamenta de Rubí Marisol. Él mismo guío a las autoridades al sitio donde estaban los restos.
Frente al juez, el Ministerio Público sostuvo que Barraza asesinó a su pareja tras sorprenderla sosteniendo relaciones con otro hombre en el domicilio familiar. Se le dictó prisión preventiva, mientras que la bebé quedó bajo custodia de su abuela materna.
La Procuraduría, mediante un comunicado, informó que con el arresto quedaba prácticamente cerrado el caso.
“Con la captura del imputado Sergio Rafael Barraza Bocanegra, de 23 años, se resuelve en investigación un caso más de homicidio de mujer a causa de violencia doméstica y de género en Ciudad Juárez.
“El probable responsable de la muerte de Rubí Marisol Frayre Escobedo fue detenido en Fresnillo, Zacatecas, después de una exhaustiva investigación criminal de rastreo de un número telefónico, que finalmente llevó a la comunidad mencionada. Una vez a disposición del Ministerio Público de la Subprocuraduría Zona Norte, Sergio Rafael Barraza Bocanegra indicó el lugar donde había enterrado a la víctima”, detallaba el documento oficial fechado el 24 de junio de ese año.
“Caminatas por la justicia”
Mientras que la titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos relacionados con los Homicidios de Mujeres, Flor Murguía, anunció que el Ministerio Público solicitaría la pena máxima vigente en ese momento, que era de 60 años de prisión, debido a que la víctima era mujer y menor de edad, dos agravantes para un homicidio, según el Código Penal.
La defensa solicitó un Juicio Abreviado —mecanismo jurídico que permite al acusado recibir una sentencia mucho menor, siempre y cuando reconozca su delito—, lo cual representó una aceptación clara de la culpabilidad de Barraza.
Sin embargo, el fiscal negó la solicitud por considerar que el caso era tan contundente que se podía lograr la sentencia de 60 años que se había anunciado.
Al acercarse el inicio del juicio oral, la mañana del 19 de abril de 2010, Marisela Escobedo y su familia comenzaron sus “Caminatas por la Justicia”. Bajo el inclemente sol de la frontera, cada día caminaba desde las instalaciones de la Procuraduría hasta los tribunales penales, con su nieta en una carriola y portando un cartel con la leyenda “Sergio R. Barraza. 25 años. Asesino. Pena máxima”.
Un veredicto injusto
El 30 de abril, en la Sala de Juicio Oral los jueces Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vázquez y Rafael Boudid Jurado, tomaron su lugar y llegó el momento de dictar una resolución.
Antes se le dio al oportunidad al acusado de decir unas palabras, se dirigó a la madre de la que fuera su pareja: “Yo sé que es un daño grande que nadie va a poder reparar. Como ella lo ha manifestado, que no me perdona, de antemano te pido perdón Marisela porque yo sé que es un daño grande y es cierto, como tú dices: ¿dónde estaba Dios? Yo no conocía a Dios en otro tiempo, peor me ha dado la oportunidad de conocerlo en un penal”.
Ochoa, presidenta del Tribunal, explicó que el Ministerio Público no logró acreditar la causa de muerte, ya que los peritajes coincidían en que no era factible determinar que Barraza golpeó a Frayre hasta causarle la muerte.
El veredicto caló en lo más hondo de la familia de la víctima: Sergio Barraza fue absuelto por unanimidad de los juzgadores. Marisela estalló en gritos y llanto, las familias de las partes se liaron a golpes.
La noticia generó revuelo en los medios, sin embargo diversos actores políticos salieron a “defender” la resolución. En el Congreso local, la bancada mayoritaria del PRI, por medio del diputado Jorge Neavez (actual titular de la Defensoría de Oficio del Estado) respaldó la postura de los jueces.
El gobierno del estado anunció que se interpondría de inmediato el recurso de Casación, el cual permite que un Tribunal revise el caso y en su momento, ratifique, suspenda o modifique la resolución original de los jueces.
A finales de mayo se ordenó reponer el proceso y realizar un nuevo juicio, pero Barraza había abandonado la frontera. Un Tribunal sentenció en ausencia al acusado a 50 años de prisión.
Lucha incansable
Marisela continuó realizando protestas tanto en la capital como en Juárez, pero ahora la acompañaban decenas de personas, organizaciones civiles y su caso era seguido de cerca por medios de comunicación nacionales e internacionales.
En diciembre de 2010 decidió “irse a vivir” frente a Palacio de Gobierno, por lo que instaló un campamento en la Plaza Hidalgo. Estaba decidida a pasar ahí Navidad y todo el tiempo que fuera necesario hasta que se hiciera justicia.
El 16, alrededor de las 19:20 Marisela y dos personas más estaban a punto de retirarse del campamento. De pronto un hombre descendió desde un automóvil compacto color blanco, acercó hasta la mujer e intentó dispararle.
Cruzó la calle Aldama y momento que subía la banqueta la alcanzó el pistolero, ahora si logró su cometido. Marisela vestía un pantalón de mezclilla azul, sudadera beige y tenis, su cuerpo quedó tendido en un charco de sangre a un metro de la puerta del Palacio de Gobierno.
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Fuente: El Universal
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