| English: A house in Tijuana, Mexico, promoting Felipe Calderón during the 2006 Mexican Presidential Election. Español: Un hogar de Tijuana, México, promoviendo la campaña de Felipe Calderón durante las elecciones presidenciales de 2006. (Photo credit: Wikipedia) |
Ricardo Monreal Ávila
2012-10-02 • ACENTOS
A partir de este año, el día de hoy, 2 de octubre, es oficialmente día de duelo nacional. La bandera estará a media asta, en memoria de “los caídos en la lucha por la democracia en la Plaza de la Tres Culturas en Tlatelolco, en 1968”, señala la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno, con base en una iniciativa presentada por el senador del PRD Pablo Gómez el año pasado, aprobada por el Congreso y publicada el martes 20 de diciembre de 2011 en el Diario Oficial de la Federación.
Tuvieron que pasar 44 años para que la memoria de los jóvenes mexicanos masacrados aquella tarde del 2 de octubre por militares y policías al servicio del régimen fuese honrada de esta manera. ¿Qué exigían los estudiantes de 1968? Lo mismo que exigen los estudiantes hoy, representados en el movimiento #YoSoy132: democracia.
¿Es que en 44 años no ha habido democracia en el país? Sí, pero ha sido una democracia inacabada, imperfecta, a cuentagotas, saboteada en ocasiones y, últimamente, pervertida. Especialmente por la injerencia de dos elementos que han hecho de la inequidad su principal déficit de legitimidad: los poderes fácticos y el dinero de procedencia ilegal.
Hoy como ayer, los jóvenes universitarios están poniendo los puntos sobre las íes. Hoy como ayer, hay quienes los tratan con desprecio, incomprensión y autoritarismo. Hoy como ayer hay quienes los espían, los siguen y los persiguen. Hoy como ayer hay policías vestidos de civil que los detienen arbitrariamente, los amenazan e intimidan. Hoy como ayer los acribillan: ayer con balas asesinas, hoy con adjetivos que buscan su desaparición cívica: “manipulados”, “inocentes”, “extraviados”, “ternuritas”, “románticos”, “infiltrados”, “porros”, “fósiles”, “radicales”, etcétera. Hoy como ayer hay medios de comunicación que repiten esas mentiras para intentar convertirlas en verdad. Sin embargo, hoy como ayer, la verdad y la historia terminarán reivindicándolos.
Sin embargo, el duelo nacional por el genocidio de entre 30 y 40 estudiantes hace 44 años será una hipocresía, una simulación y una santurronería si damos la espalda al otro luto nacional que están llevando en silencio miles de hogares mexicanos y fuera de México (en Centroamérica principalmente) por los más de 70 mil muertos y 10 mil desaparecidos que se han registrado en los últimos seis años, en el contexto de la guerra contra las drogas (que ahora resulta que ni es guerra, ni es contra la drogas, ni va contra la delincuencia, sino que es un “combate a favor de la seguridad”, una especie de guerra florida o de los pasteles).
Hoy como ayer, hay víctimas inocentes, no de una tarde, sino de seis años. No en una plaza, sino en la mayor parte de México. Hoy como ayer hay criminalización de las víctimas: los de ayer eran “comunistas desestabilizadores”, los de hoy “delincuentes matándose entre ellos”. Los de ayer “no fueron ni menos de 30 ni más de 40… para qué tanto escándalo” (Díaz Ordaz). Los de hoy, “las víctimas inocentes son una parte mínima, no pasan del 10%” (Felipe Calderón). Es decir, siguiendo esa norma, serían siete mil muertes inocentes. Lo de ayer fue genocidio activo o por comisión (intervención directa de las fuerzas del Estado). Lo de hoy, genocidio pasivo o por omisión (consistente en iniciar oficialmente una guerra irregular y posteriormente perder el control de sus efectos y daños colaterales). Por lo de ayer hubo un juicio, pero no se castigó a los responsables. Por lo de hoy, hay responsables claros y en funciones, pero aún no hay un juicio (ni lo habrá en México, por el acuerdo de impunidad mutua que han tejido en estos días PRI y PAN, convirtiendo la transición en una vulgar transacción),… salvo lo que decida la Corte Penal Internacional.
El próximo 11 de diciembre se cumplirán seis años de haberse iniciado formal y oficialmente este combate que hoy ha enlutado a 70 mil hogares por lo menos, dejado más de 200 mil familiares afectados directamente, más de 300 mil desplazados, un costo fiscal al erario sin precedente y provocado la caída de un gobierno en las urnas. ¿No es todo esto motivo de luto nacional?
En las sociedades contemporáneas, el luto trasciende lo escatológico y abarca lo teleológico; es decir, el sentido de la vida. Es una forma de honrar la memoria de los justos que no debieron morir, menos en condiciones trágicas. Pero también es una forma de rendición de cuentas y una práctica de sanación colectiva y prevención de futuras tragedias.
Que el día de luto nacional que hoy existe en el país, sirva para recordarnos que nunca más debe presentarse un 2 de octubre en México. De la misma manera, el próximo 11 de diciembre, estaremos recordando que nunca más debe haber en el país una guerra civil de 70 mil muertos “en tiempos de paz” y de vigencia de un estado de derecho.
Twiter.@ricardomonreala
'via Blog this'
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
#Dontriananews gracias por escribirnos