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Todos los mediocres se mueren; el idealista, no: Tomás Mojarro
texto y foto: Juan José Flores Nava
Viernes, 21 de septiembre de 2012
Las ocho décadas del Valedor.
Hoy, don Tomás Mojarro cumple 80 años. Pero lo celebrará mañana. Con el añadido de que en esta ocasión el festejo coincide con el del "divino Tomás": santo Tomás de Villanueva. Y aunque don Tomás nació en un hogar católico fanático, estuvo en el seminario y actuó como Jesucristo en una película, el detalle le parece sólo una curiosa coincidencia que lo hace sonreír.
-¿Cómo se encuentra, don Tomás, en este momento? Hace poco decía usted en un texto: "Senectud, divino tesoro..."
-Quisiera decirle que me siento viejo, cansado, que he entrado a una zo- na penumbrosa. Pero no. Créame: hago exactamente lo mismo que cuando tenía 25 o 30 años, aunque de alguna manera voy trabajando un poco más, voy esforzándome un poco más. A cambio, tengo más sentido de la vida.
Tres pretensiones ha sostenido don Tomás durante casi toda su existencia: una alimentación bue- na; que antes de dormir ha- ya aprendido algo; y que la parte amorosa y sexual esté en el nivel de un principio, cuando se inició en estas cuestiones.
-Y lo he logrado -dice-. Mi mente está lúcida. Tengo una condición física estupenda. No tengo un kilo de más. Hace poco me decía un taxista: "Míreme, tengo 65 años y estoy sano, como y bebo de todo..." Entonces yo le pregunté por la parte del amor y la sexualidad. "¿Amor? Eso ya quedó atrás", me dijo, "y en cuanto a la sexualidad, no mucho, ya uno no tiene apetencia". Ahí pude ver la diferencia entre vida y calidad de vida. Porque se puede estar parcialmente bien, pero si uno no está enamorado, si uno no tiene penas de amor en este momento, si uno no está ávido de la sexualidad, si no tiene necesidad de saber, si no duerme bien, si no siente lo que es una sabrosa ensalada de frutas, la calidad de vida ha disminuido. Yo quisiera no presumirle, insisto, pero estoy absolutamente enterito. El mediocre es viejo. Tendrá 35 o 40 años y ya es viejo. Ya tiene vientre fofo, en su proyecto de vida no pone mayor empeño, no tiene mucho que decir. En cambio, hay viejos jóvenes. No intento decir con ello que soy un prodigio o defenderme de los años. De verdad me gustaría decirle que me siento viejo, pero, ¿en qué?
-Cuando el hombre, el ser humano, se sostiene en eso que usted llama "horrorosísimo estado de mediocridad", ¿es como estar muerto en vida?
-¡Por supuesto! Estos mediocres, que por cierto no son muchos, nada más algo así como el 99 por ciento de los mexicanos, no viven: sobreviven y vegetan. Lo de ellos es comer, descomer, beber un poco de licor los fines de semana y mantenerse con un trabajo como el de Sísifo: todos los días levantan el piedrón, y el piedrón cae todos los días. Ya que levantaron la piedra y la piedra cayó, se van a media tarde a su casa, encienden la televisión, se enajenan viendo episodios gringos en los que aparece el triunfador según la tabla de valores de Estados Unidos: tener cerca a una rubia y mucho dinero. Es el cartabón que ha tri- unfado. Se posesionan, entonces, del triunfador y en eso les dice la mujercita, que es su esposa: "Viejo, ya vente a cenar". Y de este modo vuelven a la realidad. Ya con los amigos sólo hablan de futbol y de política con cabeza ajena, porque repiten lo que oyen en la televisión y en la radio sin darse cuenta de que ellos no son sino voceros oficiosos del sistema de poder, que es el verdadero enemigo de las masas sociales.
Hasta aquí, y luego de casi tres mil 400 caracteres, nos tomamos la venia de dar por sentado que todo mundo, a estas alturas, sabe quién es don Tomás Mojarro. Pero como esta suposición es falsa, diremos brevemente que es periodista. En prensa escrita ha colaborado en medios como Siempre!, Ciencia y Desarrollo, Punto y Aparte, Ovaciones, unomásuno, EL FINANCIERO y Metro. En televisión condujo el programa Trizas en Trazos, que se transmitía por canal 11. Su fuerza, sin duda, ha estado en la radio: XEQ y Radio UNAM, sobre todo. Quizás el programa que más proyección le ha dado es Domingo Seis, que se transmite los domingo de 11 a 12 horas por el 860 de AM. También es autor de libros como El cañón de Juchipila, Mala fortuna, Trasterra, Yo el Valedor (y el Jerásimo) y ¡Mis valedores! Al poder popular. Por cierto, a don Tomás también se le conoce como el Valedor (vocablo que significa, ha dicho, "el que auxilia, el que nos echa la mano").
-Don Tomás, ¿qué le fal- ta por hacer?
-Seguir viviendo. El imperativo básico del hom- bre es seguir viviendo. Porque como dijo Miguel de Unamuno: "Yo no me voy a morir".
-¿...?
-Si le digo que "yo no me voy a morir" y usted no pide explicación, va a quedar como una fanfarronada, y además estúpida. Entonces, cuando Unamuno dijo "yo no me voy a morir" significa que va a llegar la muerte, sin duda, como llegó; pero yo no "me" voy a morir. Todos los mediocres se mueren a sí mismos. El idealista, el que siente, el que piensa, el que vive no "se" muere. La muerte va a venir, está dentro de uno, el reloj biológico es implacable. Pero uno no se murió: la muerte lo alcanzó.
-Hace un momento hablaba usted de Sísifo, ¿no siente que el periodismo es un poco así, como llevar cuesta arriba una y otra vez la roca sólo para que ésta ruede hacia abajo? Lo que uno hizo o dijo hoy ya mañana es pasado.
-No. El periodismo es creativo. Y el creativo no levanta una piedra para que se caiga. Levanta una piedra que se va colocando en la cumbre de ese crestón de roca. No. Sísifo y el obrero, el oficinista, el burócrata, el mecánico alienados levantan la piedra que luego se cae. Ahí está la inutilidad. Un día más. No por falta de creatividad, sino por falta de educación. El periodista con sensibilidad construye con cada texto, con cada palabra, su trascendencia. Y la trascendencia es otra cualidad indispensable para la salud mental: el no morir del todo. El creador, pues, construye trascendencia.
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