12 de septiembre de 2012

El Estado debe ayudar a la gente, no a las empresas - Entrevista a Joseph Stiglitz

El Estado debe ayudar a la gente, no a las empresas:

(Entrevista tomada de Libération, hecha por Christian Losson, traducida por Hasardevi)
11 Septiembre 2012

Entrevista a Joseph Stiglitz, Nobel de Economía 2001, fustiga la austeridad y llama a «transformar las fuerzas del mercado».



El precio de la desigualdad. La degradación de la economía, el sentimiento de injusticia y la subversión de la democracia. Tal es la tésis que el economista estadounidense Joseph Stiglitz defiende en su nueva obra (ediciones LLL). En treinta años, el 99% de los estadounidenses han visto sus ingresos aumentar en sólo el 15%, cuando la élite del 1% ha sido obtenido una explosión del 150%. ¿La desigualdad está institucionalizada? Estados Unidos lideró el camino; Francia le siguió. Algo no visto desde los años 30.



 Esta captación no está vinculada a una productividad o auge de los banqueros. Su contribución a la sociedad a menudo ha sido negativa. La "economía de escurrimiento" es lo que priva: aumento de riqueza a los ricos, pero no hacia abajo. El mito del crecimiento equitativo no se sostiene más; se multiplica la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas. Los mitos del sueño americano y de la igualdad de oportunidades se despedazan: Los EUA es el país más desigual de los países industrializados, el ascenso social está bloqueado.

¿Ya no son suficientes las "fuerzas del mercado"?

Los países de Europa del Norte lo prueban. Las fuerzas del mercado son las mismas por todos lados: hay que transformarlas para que privilegien la democracia en lugar de a los intereses particulares. Los impuestos necesarios para financiar las prestaciones sociales no ahogan el crecimiento; Suecia conoció un crecimiento superior a los Estados unidos entre 2000 y 2010. La misma Francia, tiene mayor tendencia al modelo anglo-sajón que al modelo escandinavo. 

Usted dice que los 150 mil millones de dólares (117 mil millones de euros) inyectados en 2008 para salvar la aseguradora AIG de la bancarrota, representa menos que seis años de ayuda a los pobres. ¿Es comparable? 

El Estado no debe ayudar a las empresas, sino a la gente que tiene necesidad. Si una firma no funciona, debe cerrar. En la gran recesión que vivimos, la mitad de los desempleados no tienen seguro médico. Y la opacidad que rodea la ayuda a las empresas por el Estado, es absoluta. Todavía no se sabe como se utilizaron esos 150 mil millones de dólares: además de que el mayor beneficiario se llama Goldman Sachs...

La política es, según usted, una batalla por una parte del pastel económico, la cual está en manos de un 1% de privilegiados. ¿Qué hacen los elegidos?

Obama ha tratado de abordar el "gobierno del 1%, para el 1%, por el 1%", a los PDG que no prosperan gracias a su creatividad. Ha hecho muy poco y puede ser que demasiado tarde. Ha tocado muy poco los impuestos sobre los millonarios, y ha olvidado abordar el lastre de la deuda de los estudiantes, 25,000 a 30,000 dólares en promedio al final de sus estudios. Es la generación de los jóvenes egresados endeudados. Finalmente, uno de cada cuatro niños vive en la pobreza.

Si las desigualdades destruyen el pacto social, socavan el crecimiento, minan también la democracia...

Estamos en la dinámica de "un dolar, un voto" más que de "una persona, un voto": algo así como un sufragio censatario, en donde sólo los que pagan el censo tienen derecho a votar. La confianza de los que viven la debacle social, está erosionada. El sentimiento de equidad y ética ha desaparecido. La impunidad de los banqueros culpables reina. La desilusión predomina. La abstención electoral de los jóvenes alcanzó 80%.  Frente a un movimiento saludable como Occupy Wall Street, hay una derechización extrema con el Tea Party. Ambos experimentan lo mismo: frustración y cólera.

¿Por qué se mantiene la situación del capitalismo, el amiguismo y el monetarismo a pesar de la crisis?

Demasiados economistas fundamentalistas tienen una fe excesiva en la perfección del mercado. Viene una nueva generación  que va a hacer tambalear este fanatismo. Pero los políticos son los responsables. Los cambios son lentos. La asimetría y la desigualdad de la mundialización comienzan a producir iniciativas, como el impuesto Tobin. (Tasa Tobin, que debe su nombre a James Tobin, premio Nobel 1981, fallecido en 2002 y quien se oponía a que se utilizara su nombre ya que la idea original de dicha taza, según él, fue desvirtuada. N. de T.).

Pero con la crisis, particularmente en Europa, defendemos siempre este "fetichismo presupuestario" y esta "loca austeridad" que usted fustiga.
 

 Ideología simplista de la estupidez, política y económicamente. Es decir: "Sé bueno, no gastes demasiado y todo estará bien." Ninguna economía se ha recuperado nunca de la recesión con la austeridad. Esto debilita la economía, aumenta el déficit y la desigualdad es cada vez mayor. Resultado, el euro se mantiene en espera de su ejecución y ésta se retrasa constantemente. Para contener la crisis, el BCE (Banco Central Europeo) debe dejar de condicionar su rescate del Estado a la cura de austeridad. Estas sangrías matan al paciente.

¿Qué Piensa de la elección de Francia de reducir su déficit presupuestario al 3% en 2013 y comprometer 33 mil millones de euros para el ahorro? 

Eso me provoca gran pesimismo sobre Europa, al menos a corto plazo. Con ello se alimentará la recesión en los grandes países cuando otros dos, España y Grecia, están sumidos en la depresión. En Francia, la recesión continuará y el déficit presupuestario se agravará: El Estado tendrá menos ingresos y más gasto social. Se puede, a pesar de todo, mover alguna palanca como aumentar los impuestos a los más ricos y bajar los de los más pobres para favorecer el consumo y así estimular la economía. Pero no será suficiente.

Se necesita planes masivos de estímulo. Existe una ceguera en la carrera por la austeridad: la historia lo demuestra. Alemania tiene miedo de volverse a encontrar con la inflación que hubo entre las dos guerras mundiales. Berlín tiene memoria selectiva. No es la inflación lo que llevó a Hitler al poder. Se trató de un desempleo masivo. Ahí está el  trauma económico histórico: no se puede vivir en una sociedad donde el desempleo, como en España, sobrepasa el 25% y más del 50% es de los jóvenes ...





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