11 de septiembre de 2012

AMLO en Asamblea en el Zócalo 9 de Sept VIDEO-FOTOS


Mensaje de Andrés Manuel López Obrador en la asamblea informativa del
Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) en el Zócalo de la Ciudad de
México


Amigas y amigos:

Como todos sabemos, el Tribunal Electoral decidió validar la elección
presidencial a pesar de las evidentes violaciones a la Constitución y a
las Leyes.

Muy poco tengo que decir sobre lo torcido del proceso electoral porque
casi todo es de dominio público. Si acaso subrayo, aunque tampoco es
novedad, que se violó el artículo 41 de la Constitución que establece que
las elecciones deben ser libres y auténticas.



El distintivo de esta contienda fue el uso del dinero a raudales para
comprar millones de votos. En los hechos, el candidato del PRI rebasó por
mucho, los topes de gastos de campaña que establece la ley y, aunque se
demostró el uso de dinero de procedencia ilícita, prevaleció el cinismo y
la impunidad.

Tampoco hubo equidad en la actuación de los medios de comunicación. Por el
contrario, la mayoría de los periódicos, la radio y, sobre todo, la
televisión, en especial Televisa y Milenio, se convirtieron en los
principales patrocinadores de Peña Nieto.

Ante estas violaciones, las autoridades electorales siempre se hicieron de
la vista gorda. Los Consejeros del IFE y los Magistrados del TRIFE
demostraron que son personajes sin convicciones, acomodaticios,
seleccionados a modo para formar parte del engranaje del régimen
antidemocrático que predomina.

Se podrá replicar que esto ya lo sabíamos y que a pesar de ello, decidimos
participar en la contienda. Sin embargo, puedo argumentar que siempre debe
intentarse la transformación por la vía pacífica y electoral. Respeto
otros puntos de vista, pero no considero a la violencia como alternativa.

Pienso que produce más sufrimiento y se terminan imponiendo con mayor
facilidad quienes no tienen la razón, pero cuentan con la fuerza para
reprimir. La violencia en vez de destruir al régimen autoritario lo
perpetúa.

Al mismo tiempo, mantengo la convicción de que, aún en condiciones
adversas, enfrentando a los poderes más siniestros, se pueden lograr
cambios profundos siempre y cuando exista una voluntad colectiva dispuesta
a ejercer a plenitud sus derechos y a no permitir ningún régimen de
opresión. Sostengo que cuando el pueblo decide ser dueño y constructor de
su propio destino, no hay nada ni nadie que pueda impedirlo.

Pero este proceso virtuoso de toma de conciencia y participación
ciudadana, no es fácil de lograr. Lleva tiempo, requiere de mucho trabajo
educativo con la gente y de predicar con el ejemplo; exige temple,
convicciones y perseverancia.

Quienes estamos en esta causa, debemos saber que llegar al gobierno para
mantener el régimen dominante es relativamente fácil, pero el triunfo de
la justicia sobre el poder implica fatigas y confrontación política. Los
procesos de cambios estructurales suelen ser lentos y complicados, pero
son indispensables y gloriosos.

Basta con recordar la historia: Hidalgo proclamó la abolición de la
esclavitud y ese anhelo de justicia se hizo realidad un siglo después. Las
reformas liberales se consumaron luego de 30 años de cruentas luchas
internas y de invasiones extranjeras. En 1910, Francisco I. Madero convocó
al pueblo a la Revolución para derrocar a la dictadura porfirista con el
lema del Sufragio Efectivo y, aún cuando se avanzó en la atención de
demandas sociales, todavía no hay democracia en México.

De modo que no es sencillo lograr una transformación pacífica y profunda
como la que nosotros queremos y necesita el país. Hay que enfrentar
intereses creados muy poderosos que se oponen de manera rotunda a perder
sus privilegios.
Los defensores del régimen de corrupción imperante, como lo vimos en las
recientes elecciones, utilizan todo su poderío: sus medios de
comunicación, sus relaciones de complicidad y, sobre todo, cuantiosos
recursos económicos. A esa prepotencia hay que agregar, y eso es lo que
más les ayuda, el atraso político y la pobreza extrema que se padece en el
país.

Tenemos que aceptar que todavía hay muchos mexicanos, de todas las clases
sociales, susceptibles al engaño y a la manipulación. Están, por ejemplo,
y lo digo de manera respetuosa, quienes en las pasadas elecciones
decidieron no apoyarnos porque creen en las vulgaridades y calumnias que
difunden de nosotros los voceros de los dueños de los medios de
información.

Sin embargo, no fue la desorientación lo que más influyó para impedir el
cambio de régimen, en esta ocasión, lo determinante fue el uso del dinero
para traficar con la pobreza de la gente.

Ya hemos visto cómo Peña Nieto, con sus patrocinadores y cómplices,
obtuvieron la mayoría de los votos en el medio rural y en las colonias
marginadas del país.

No se trata de juzgar a quienes por necesidad venden su voto. La
perversidad es de aquellos que, valiéndose del hambre y de la miseria,
compran la voluntad de los desposeídos.

Esta es, sin duda, la mayor inmoralidad que se registró durante la
elección presidencial y, al mismo tiempo, este es el gran desafío que
tenemos por delante, porque si no hacemos nada para contrarrestar esta
práctica inhumana y corrupta, nunca habrá una auténtica democracia en
nuestro país.

Permitir a los poderosos que, encima de empobrecer al pueblo, se
beneficien electoralmente de sus carencias, es aceptar que se instaure un
sistema de esclavitud moderna en el que, entre más miserable y debilitado
se mantenga al pueblo, menos esfuerzos serán necesarios para oprimirlo. En
otras palabras, tolerar este retroceso significa dejar que los pobres se
conviertan en peones y que haya amos que les compren su libertad.

Enfrentar esta infamia es una razón más para seguir adelante. Aquí es
oportuno recordar que luchamos por ideales, no por cargos. Por más que nos
haya dolido este nuevo fraude, no debe haber motivo para el desaliento y
la rendición. Por el contrario, debemos sentirnos orgullosos de tener la
encomienda de regenerar la vida pública y lograr el renacimiento moral de
México.

Además, hay que tomar en cuenta que, en poco tiempo, hemos avanzado mucho.
Nuestro movimiento ha contribuido a cambiar la mentalidad de amplios
sectores del pueblo de México. Hemos puesto al desnudo al actual régimen
con sus formas de control y manipulación. Se ha hecho evidente que el PRI
y el PAN representan lo mismo. Que no hay diferencia entre Elba Esther
Gordillo, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Diego Fernández de
Cevallos, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Ahora se sabe más sobre
los que verdaderamente mandan y hay más claridad sobre su proceder y
avaricia.

Esto ha sido, estimo, la mayor aportación social y política de nuestro
movimiento. Tengamos presente que no se puede cambiar lo que no se conoce
y lo que bien se comprende, difícilmente se olvida.

Fruto de este trabajo de concientización es el despertar de muchos
ciudadanos de las clases medias, que en las pasadas elecciones por primera
vez nos dieron su respaldo. Aquí aprovecho para mandarles el mensaje de
que nunca traicionaremos su confianza.

Somos testigos, también, del surgimiento del movimiento estudiantil de
nuestro tiempo, el #YoSoy132.

Estos jóvenes han sabido estar a la altura de las circunstancias, han
levantado el orgullo de muchos otros y les han dado poderosas razones para
luchar por el derecho a la información, la justicia y por la democracia.
Es un movimiento limpio, auténtico, independiente y creativo. Al grado que
podemos proclamar que ya se tiene relevo generacional.

Abro un paréntesis para reconocer que hubo ciudadanos de todos los
sectores que nos ayudaron a convencer a empresarios y a integrantes de
clases medias, que debido a las campañas de desprestigio, mantenían una
mala imagen de nosotros. Solo menciono, por no poder hablar de todos, a
Alfonso Romo, Demián Bichir, León Larregui, Epigmenio Ibarra, Luis
Mandoki, Manuel Clouthier, Dolores Heredia, Tomás López Rocha, Paco
Ignacio Taibo, Lorenzo Rojas Guzmán y María Antonieta Laso.

También va a quedar para la historia el gabinete que presentamos, por la
honestidad y experiencia de las personas que propusimos: Marcelo Ebrard,
Rogelio Ramírez de la O, Juan Ramón de la Fuente, Claudia Sheinbaum Pardo,
Javier Jiménez Espriú, Fernando Turner, Adolfo Hellmund López, María Luisa
Albores, René Drucker Colín, Víctor Suárez Carrera, Sergio Rodríguez
Cuevas, José Agustín Ortiz Pinchetti, Genaro Góngora Pimentel, Miguel
Torruco Marqués, Raquel Sosa Elízaga, Bertha Elena Luján Uranga, Bernardo
Bátiz Vázquez, Manuel Mondragón y Kalb, Elena Poniatowska Amor, Jorge
Eduardo Navarrete López y el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

En contraste, ya estamos viendo que en el gobierno de Peña Nieto ocuparán
los puestos más altos, los hombres y las mujeres del más bajo nivel moral.

Pero, sobre todo, agradezco a los cerca de 16 millones de mexicanos, que
expresaron con su voto su firme decisión de abolir el actual régimen de
corrupción, injusticias y privilegios. Estoy seguro que, aún con los
resultados oficiales, están satisfechos por haber actuado con dignidad y
decoro, y no formar parte del mundo de la sumisión y del conservadurismo.

A todos les digo que nadie se desanime, que no debemos decir adiós a la
esperanza. Tengo elementos para afirmar que el actual régimen está en su
fase terminal, ya caducó; carece de consenso. La mayoría de los mexicanos
no lo respalda, aunque muchos no lo expresen abiertamente. Baste decir que
a pesar de tratarse del supuesto regreso del PRI a Los Pinos, la gente no
festejó, al contrario, hay duelo nacional. El pueblo tiene un instinto
certero y sabe que por desgracia nada bueno se puede esperar, que
continuará el empobrecimiento, la corrupción, la inseguridad y la
violencia.

A los hombres del régimen solo les queda el dinero y el aparato de
manipulación y de fuerza. Pero el dinero no lo es todo, no es Dios, deja
de dominar en la medida en que la gente va tomando conciencia. Ahí está el
ejemplo de millones de pobres que, a pesar de sus necesidades, no
vendieron su voto.

Asimismo, el control que ejercen los potentados a través de los medios de
comunicación es, cada vez, menos determinante. El caso Peña Nieto es un
ejemplo; pensaron que bastaba con la publicidad, con lo mediático y no les
resultó, tuvieron que recurrir a la compra de voluntades. Y, en cuanto al
uso de la fuerza, es cosa de no caer en ninguna provocación y no olvidar
lo que dijo Talleyrand a Napoleón: “Las bayonetas sirven para todo, menos
para sentarse en ellas”.

De modo que, ánimo, es poco lo que falta. Uno, dos, tres, seis años, una
década, son como un suspiro, representan un abrir y cerrar de ojos en la
historia nacional. Quienes luchamos por una transformación que servirá a
varias generaciones, debemos aprender a medir el tiempo de un modo
distinto. No nos debe preocupar tanto, cuanto dure consumar la obra de
transformación. Lo importante es no dejar de caminar hacia ese ideal. Si
tenemos la fuerza necesaria para resistir, veremos el triunfo de nuestra
causa y, en cualquier circunstancia, habremos ayudado mucho a quienes
vienen detrás de nosotros para lograr el cambio anhelado.

Amigas y amigos:

Por estar concentrado en la defensa de nuestro juicio de inconformidad
para demandar la invalidez de la elección presidencial, no respondimos a
las interrogantes en cuanto al futuro de nuestro movimiento, pero ahora es
el momento de hablar sobre lo que sigue. Empiezo con lo obvio: diciendo
que lucharemos hasta alcanzar el objetivo superior de transformar a
México.

Con mucha claridad, hace unos días expresé mi rechazo al fallo del
Tribunal Electoral que declaró válida la elección presidencial. Dije que
nunca vamos a jugar el papel de paleros del régimen antidemocrático. Por
el contrario, lucharemos siempre por abolirlo.

Considero que haríamos mal en darle vuelta a la página, como si nada
hubiese pasado. Sería tanto como prestarnos para dejar cancelada, en los
hechos, la vía democrática.

En consecuencia, reitero, no voy a reconocer a Peña Nieto como presidente
legítimo de México.

Esta postura forma parte, como aquí se ha dicho, del plan de desobediencia
civil, que incluye el compromiso de seguir luchando bajo el principio de
la no violencia, sin caer en provocaciones, sin afectar a terceros y,
sobre todo, de oponernos por medios pacíficos a la aplicación de las
llamadas reformas estructurales como la laboral, la fiscal, la energética
y todas aquellas medidas que se tomen en contra de los intereses del
pueblo y de la nación.

También debe quedar de manifiesto que vamos a proteger a los jóvenes, a
los luchadores sociales y a cualquier ciudadano u organización que padezca
del acoso del régimen autoritario. No permitiremos la violación de los
derechos individuales y colectivos de los mexicanos.

Vamos a seguir trabajando en el fortalecimiento del Movimiento
Regeneración Nacional, MORENA. El día de hoy, se ha dado a conocer la
convocatoria para elegir a los órganos de dirección en los estados, así
como al Consejo y al Comité Ejecutivo Nacional de MORENA.

Además, en los congresos distritales que se celebrarán a partir del día 12
de septiembre, entre todos decidiremos, de manera democrática, si MORENA
continúa como asociación civil o se constituye en partido político. En lo
que a mí respecta, voy a participar el 15 de septiembre como delegado
efectivo en la asamblea donde me corresponde, en Copilco, de esta ciudad.
Invito a todos a que sean parte de los 125 mil delegados que
participaremos en los 300 congresos distritales que se llevarán a cabo en
todo el país. También informo que asistiré del 10 de octubre al 11 de
noviembre a los 32 congresos estatales y, desde luego, estaremos presentes
en el congreso nacional que celebraremos el 19 y 20 de noviembre.

De modo que lo primero será consolidar la organización interna de MORENA,
manteniendo el carácter de movimiento amplio, plural e incluyente. Es
decir, MORENA continuará siendo un espacio abierto a todos los ciudadanos,
corrientes de pensamiento y clases sociales.

MORENA seguirá sembrando ideas y haciendo conciencia. Fortaleciendo
valores culturales, morales y espirituales. En esta nueva etapa se pondrá
énfasis en la formación política de los jóvenes. Se mantendrá el periódico
Regeneración y se continuarán usando las redes sociales para difundir
nuestro proyecto, fijar posiciones y contrarrestar la propaganda de los
medios de información al servicio del régimen.

Con MORENA defenderemos a los que sufren injusticias, protegeremos a los
débiles y cuidaremos el patrimonio nacional, herencia de las futuras
generaciones. Y hay algo en especial que evitaremos con toda nuestra
fuerza: la privatización del petróleo. Adelanto que nos opondremos a
cualquier reforma al artículo 27 Constitucional, para entregar el petróleo
a particulares, nacionales y extranjeros.

Amigas y amigos:
En lo que a mí corresponde, en esta nueva etapa de mi vida, voy a dedicar
toda mi imaginación y trabajo a la causa de la transformación de México.
Lo haré desde el espacio que representa MORENA, por esta razón me separaré
de los partidos del movimiento progresista.

No se trata de una ruptura, me despido en los mejores términos. Me separo
de los partidos progresistas con mi más profundo agradecimiento a sus
dirigentes y militantes.

Agradezco todo el apoyo que recibí de militantes y dirigentes del partido
Movimiento Ciudadano, antes Convergencia.

Estoy obligado a decir que en los momentos más difíciles, siempre contamos
con el respaldo decidido de militantes y dirigentes del Partido del
Trabajo, del PT, en particular, de su dirigente, Alberto Anaya.

Agradezco, en especial, a los militantes y dirigentes del PRD, partido en
el que me tocó participar desde su fundación, del cual fui dirigente y en
el que milité durante estos últimos 23 años. Tengo en el PRD muchos
amigos, que en todo momento me dieron su confianza y respaldo y, en
correspondencia, considero que les di lo mejor de mí y los representé con
entrega y dignidad. Estamos a mano y en paz.

Estoy seguro que esta decisión ayudará a renovar y a fortalecer al
movimiento progresista. Además, siempre que se trate de la defensa del
pueblo, del patrimonio nacional y de luchar por la transformación del
país, estaremos dispuestos a caminar juntos y llegaremos a acuerdos para
actuar como una sola organización.

Amigas y amigos:
Iniciamos una nueva etapa. Vamos a recomenzar porque así lo exigen las
circunstancias. Hagámoslo con el mismo entusiasmo de siempre. Sigamos
despertando y organizando a los ciudadanos. Que no nos angustie y detenga
el qué dirán nuestros adversarios. Lo más importante es sentirnos bien con
nosotros mismos, con nuestras conciencias y con el prójimo.

Comparto con ustedes mi experiencia, que es semejante a la de muchos otros
luchadores sociales. Llevamos años batallando, trabajando con intensidad,
avanzando y recibiendo reveses. Hemos aprendido que, aun en condiciones
adversas, con el predominio del régimen antidemocrático, se va avanzando
en la creación de conciencia, en la organización del pueblo y en la
conquista de espacios políticos.

Una prueba de ello, por solo poner un ejemplo, es el triunfo del
movimiento progresista en Tabasco. Es memorable que este año a pesar del
caudal de dinero utilizado para la compra de votos y otras trampas, el
pueblo de mi tierra y de mi agua dijo basta y se pudo ganar la gubernatura
del estado, luego de 80 años ininterrumpidos de gobiernos priistas.

Esta experiencia es, repito, una prueba de que se pueden ir obteniendo
victorias parciales, al mismo tiempo que se van creando las condiciones
para alcanzar el hermoso ideal de ver triunfar la justicia sobre el poder.

La fórmula es luchar, resistir, no claudicar, avanzar, caer y levantarse,
recomenzar y así, hasta la victoria final.



Todo depende de no perder la fe o desmoralizarse, de comprender que los
procesos de transformación son tardados pero sublimes; hacernos a la idea
de asumirlos como forma de vida porque hasta en lo personal producen dicha
y grandeza. Es decir, podemos ser felices si dedicamos nuestra existencia
a procurar el bienestar y la felicidad de otros. Además, la vida es
demasiado corta para desperdiciarla en cosas que no valen la pena.

Amigas y amigos:

Créanme que estoy consciente del coraje, el desánimo, la impotencia y
malestares del alma que sienten millones de mexicanos luego de este nuevo
fraude electoral. Pero debemos superar todas estas tristezas y
decepciones, pensando que nada es en vano, hasta en las peores
circunstancias, nuestra noble labor significa limpiar el camino a las
futuras generaciones, a nuestros hijos, a nuestros nietos, es promover la
aurora, la llegada de una nueva vida, de una patria nueva, del reino de la
justicia y del humanismo.

Y a los dirigentes sociales y políticos de nuestro movimiento, les
recuerdo que debemos guiarnos por valores más elevados que nuestros
propios intereses personales. Aunque a algunos les pueda parecer una
utopía, nada se puede hacer sin ideales.

Cuando pensemos que no se puede, recordemos que Hidalgo enseñó que “el
pueblo que quiere ser libre lo será, que el poder de los reyes es
demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos”.

Y cuando no tengamos lo suficientemente claro los motivos de nuestra
lucha, no olvidemos las palabras de Morelos, cuando les dijo a sus
allegados: “Quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza
que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos
somos iguales, pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios
ni abolengos.

Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo
ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.

Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro
Congreso deben de ser tales a que obliguen a constancia y patriotismo,
moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal
del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y
el hurto.

Que se eduque a los hijos del labrador y del barretero, como a los del más
rico hacendado y dueño de minas”.

Y cuando necesitemos fortalecer nuestras convicciones, emulemos a Juárez
cuando decía “que el enemigo nos venza o nos robe, si tal es nuestro
destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole
voluntariamente lo que nos exige por la fuerza”.

Y cuando nos falte idealismo, pensemos en ese extraordinario luchador
social, Ricardo Flores Magón, que decía: “Cuando muera, mis amigos quizá
escriban en mi tumba: ‘aquí yace un soñador’, y mis enemigos: ‘aquí yace
un loco’. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción:
‘aquí yace un cobarde y un traidor a sus ideas’”.

Por todas estas consideraciones, aquí, en el Zócalo, corazón político y
cultural de la República, decimos a los cuatro vientos que no
claudicaremos. Que con la misma fe de siempre, vamos de nuevo a
entregarnos al fecundo trabajo de despertar a los que faltan para que
todos juntos logremos el renacimiento de México.

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Que reviva México!

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