Josefina pretende aún ser la abanderada del feminismo. Conquistar el voto de las mujeres, apelando a figuras como la maternidad y la familia. Eso le ha fincado algunos votos, pero evidentemente no los suficientes para ganar. Para ganar, los josefinistas han echado mano de una campaña sucia, primero atacando a Enrique Peña Nieto a través de Peña No Miente, y también a López Obrador con “spots”, algunos sacando completamente de contexto sus declaraciones, falta de seriedad que sólo ha debilitado otro flanco en lugar de fortalecerlo.
Su campaña, en desequilibrio permanente, con un discurso que no avanza, un panismo que ha retrocedido para analizar otros horizontes, se encuentra en la recta final, y la desesperación es evidente.
Ésta es la transcripción de su discurso en una concentración realizada en Mazatlán, Sinaloa.
“Que vayan todas a votar, pero que no vayan solas, que vayan con 10 o 20 votos más, que vayan con 15 o 30 votos más, que vayan temprano, antes que nadie a las urnas, que lleven e inviten a sus hijos, a sus amigas, a su pareja, y,¡ay! de aquella pareja que no vaya, porque no le hacemos “cuchi-cuchi” en un mes”
Pueden ver el video completo de 30 segundos aquí: http://www.youtube.com/watch?v=vcKt6_JFLok
Parece una declaración simpática, descuidada, sin importancia. La podríamos dejar pasar sin la debida reflexión, pero tiene un trasfondo siniestro. Es una invitación abierta a que las mujeres, sean mercenarias de sus ideales políticos, a través de la administración del coito. Un despropósito literal de cualquier campaña que se ufane de ser feminista.
La seguidora ideal de Josefina, no tiene ideas ni argumentos de peso para convencer a su pareja de compartir afinidad política. Sin embargo, debe recurrir a la extorsión, ya sea con la negación completa de las relaciones sexuales por un mes como su líder sugiere, o quizá las menos osadas una reducción categórica de los pecados de la carne.
La humillación al género es intrínseca. Josefina no cree en la mujer como potencial de cambio, no cree en mujeres de ideas fuertes y argumentos válidos, mujeres que no ven su cuerpo como una mercancía negociable. Para la derecha, el sexo femenino es un botín, al que se le simula respeto y veneración para retener el poder presidencial de éste país.
La politización del sexo como arma de campaña, es chantajista, decadente, desesperado e insultante. Le pido a Josefina Vázquez Mota que se declare anarco-feminista de una vez por todas.
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La verdad es que es triste que se negocie con el cuerpo...
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