11 de junio de 2012

GUILLERMO Y LAS MANZANAS (2/2). Por José Martín Vélez

GUILLERMO Y LAS MANZANAS (2/2).
MANZANA PROHIBIDA.
Hace unos días, en este espacio se comentó acerca  de la imposibilidad del crecimiento de Josefina VM en los índices de intención de voto. En los últimos días se ha confirmado esta afirmación, pues en las encuestas publicadas se ha incrementado el margen que separa a AMLO de Josefina. Así, la contienda por la presidencia de la república ya es asunto de dos: AMLO y Peña.
El panorama que se presenta ante el gobierno de Guillermo Padrés luce adverso. En pocos meses, un nutrido contingente de panistas compartirán con millones de mexicanos menos afortunados, la necesidad de buscar un empleo; refugiados como están, hasta hoy, en las cómodas oficinas de la burocracia federal. Muchos de ellos acudirán a reclamar ante el gobernador sonorense los puestos que no necesitaron en 2009. Todos ellos, contribuyentes de la campaña que llevó a Padrés a la gubernatura, tendrán razones para pedir lo que creen les corresponde: “Guillermo, toma chocolate y paga lo que debes”, solicitarán apremiantes.


El asunto se complica si se piensa en el escenario de arranque que quedará, este año, para la elección de quien sustituirá al actual gobernador de Sonora. Se complica porque la eventualidad del triunfo de Peña Nieto y del PRI le presentará nuevas adversidades al grupo que ocupa el gobierno de Sonora. Ese grupo ha elegido el camino de la confrontación; ha incubado violencia que no se ha quedado en palabras; ha procurado sus intereses en terrenos que van más allá de lo legal. En fin, Guillermo Padrés ha instrumentado una política ofensiva en más de un sentido: Una política que ataca y que ofende a sus adversarios.
La derrota de 2009 dejó al PRI en el suelo. Durante los años recientes, Padrés no dejó de patear a su postrado enemigo. El eventual triunfo de Peña pondría de pie al PRI sonorense, que vendría en un regreso fuerte para las elecciones locales de 2015. Es lo malo de patear a quien está en el piso; que luego se levanta  muy enojado. Hay que considerar en este escenario los expedientes abiertos, legales incluso, que debilitarán al gobierno de Padrés en su segunda mitad; en la que no contará con el apoyo financiero, legal y político del gobierno federal, hasta hoy de sino panista.
Ante ese horizonte fatal (pues la perspectiva de la derrota panista en la elección federal es irreversible), el vertiginoso  avance de López Obrador pudiera significar, para Guillermo Padrés y su gobierno la esperanza de un futuro menos adverso. De entrada, el cada vez más probable triunfo de Andrés Manuel, no significará el fortalecimiento del principal adversario local del PAN. Es cierto que el PAN sonorense, ya sin el gobierno federal, se debilitará; es cierto que el PRI local se levantará, pero sin la fuerza para noquear rivales; es cierto que la Izquierda sonorense se fortalecería, pero carecerá de estructura para representar una amenaza seria.
Con el triunfo de Andrés Manuel, Guillermo Padrés tendrá la posibilidad de aplicar la política mediante la cual Manlio Fabio Beltrones hizo gobernador a Armando López Nogales (El famoso Torpedo: que era torpe y se la llevaba pedo. No confundir con Calderón, ese es otro). Ante el amenazador fortalecimiento del PAN,  Beltrones propició el crecimiento del PRD en 1997; logrando con ello una elección de tercios, en la que el PRI tiunfó como tercio mayor.
 Del mismo modo, el eventual fortalecimiento de la izquierda sonorense, derivado del probable triunfo de López Obrador, le representará a Padrés la posibilidad de compensar el debilitamiento panista. Aspirando a llevar la elección de 2015 a una situación de tercios, en la que el PAN pudiera conservar el tajo mayor.  De otra manera, ante el PAN sonorense se avizora un “cielo más que azul”, tirándole a negro; como dice Lola Beltrán: “que triste me esperaba  el porvenir”.
He ahí el porqué, ante los ojos de Guillermo Padrés, y demás panistas enchufados a la nómina estatal y federal, la manzana prohibida del pejismo luce cada día más apetitosa. Situación impensable hasta hace unas semanas, el eventual triunfo de Andrés Manuel se presenta como la única salida para un PAN sonorense al que se le irán cerrando los caminos. Paradojas de la vida política: el “Peje” sirviendo de salvavidas involuntario del “Memo”. Este panorama está a la vista, pero la soberbia es cegadora. Perdida ya en la derrota la manzana de Josefina, la fruta prohibida del pejismo se presenta como una perspectiva tentadora.
Por lo anterior, el voto útil de los panistas sonorenses en favor de AMLO, sería una medida eficaz para enfrentar en mejores condiciones las batallas políticas por venir. Si no los ciega la soberbia de un triunfalismo sin sustento, sabrán elegir entre las opciones posibles: votar estérilmente por Josefina, contribuyendo con ello al triunfo del PRI; o contribuir con su voto al triunfo de AMLO, para frenar a su enemigo inmediato.
Para ellos, los panistas sonorenses, la sopa del pejismo será amarga. Pero, como aquel jarabe de aceite de hígado de bacalao, la famosa Emulsión Scott, será una amargura necesaria. Tomar el jarabe pejista, votar por Andrés Manuel, o enfrentarse a “La noche de su mal”, aquella canción en la que José Alfredo anunciaba el triste porvenir. Votar por Andrés Manuel, o consolarse luego con la voz desgarrada, sufriente, de Lola Beltrán; he ahí el dilema padresista.


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