21 de abril de 2012

¿Por qué no quiere debatir EPN?

¿Por qué no quiere debatir EPN?:


Las campañas electorales avanzan y la claridad de las propuestas de Enrique Peña Nieto brilla por su ausencia. En sus discursos dominan los lugares comunes, el vago compromiso (con firma incluida ante notario público o sin ella) por mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, la frivolidad para abordar las problemáticas nacionales, el intercambio de fotografías “autografiadas” por la asistencia a los mítines; una ausencia total del qué hacer y cómo hacerlo; todo ello poco a poco va recorriendo hacia abajo el velo de oropel que cubre al candidato presidencial priísta, EPN.


Su campaña es pura imagen, aunque no podemos negar que con esa “estrategia” podrá granjear una cantidad significativa de votos. Sus apariciones “públicas” se planean para espacios y auditorios controlados. Los cuestionamientos permitidos a la gente que “asiste” a sus eventos pasan por un filtro con antelación. Son escenas cuidadas con apuntador, como si se trataran de secuencias televisivas de alguna telenovela. Declina participar en eventos donde pueda encontrar un público adverso a su candidatura que pueda mostrar posturas críticas hacia su programa de gobierno. Por ello realiza una campaña no por tierra, cercana a la gente, sino que se mueve en las alturas alejado de la pesada realidad que ya no soportan millones de mexicanos.

¿Por qué la negativa a debatir de Enrique Peña Nieto? Por el peso de la historia; más de setenta años de gobiernos priístas con la famélica cosecha levantada por los ciudadanos y el caudal de riqueza nacional saqueado por los “gobiernos revolucionarios” no son poca cosa. Representar a un partido cuyos gobiernos emanados de él dejaron abatida la economía nacional, construyeron un sistema político basado en la corrupción, la impunidad y el compadrazgo, y violentaron la democracia resultan un pesado lastre imposible de sacudirse. Asumirse como demócrata y políticamente moderno para encabezar al “nuevo PRI” rodeándose de los personajes más deleznables del priísmo suena hueco, huele a mentira, es una simulación.

Sobre EPN recae su propia historia, él se ha encargado de construirla: la represión contra los pobladores de Atenco en 2006 por su oposición a la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México; la ola de feminicidios cometidos en el Edomex y la negativa de su “gobierno” para establecer una alerta de violencia sobre la vulnerable situación que viven las mujeres mexiquenses; la sistemática violación a los derechos humanos de varios luchadores sociales contrarios a su administración, lo que coloca a la entidad como uno de los estados más peligrosos para exigir condiciones dignas de vida y defender el respeto a los derechos humanos; el nivel de endeudamiento del Edomex ha hipotecado el futuro de cientos de miles de familias que tendrán la obligación de pagar los recursos contratados por EPN para realizar muchas obras de “relumbrón”; su relación con Carlos Salinas como figura principal del grupo político que impulsa su camino a Los Pinos; sus compromisos incumplidos; y su maridaje con el duopolio televisivo. Todo esto lo convierte en parte central del México que es harto necesario olvidar y superar.

Desde la semana pasada la periodista Carmen Aristegui invitó a un debate radiofónico a los cuatro candidatos presidenciales en el marco de su noticiero matutino en MVS; hasta el día de ayer el único que no había confirmado su asistencia era EPN, evidentemente rehúye el debate. Caso contrario, esta semana asistió al programa radiofónico de Maxine Woodside, en Radio Fórmula, un programa dedicado a las noticias del “espectáculo” y la “farándula”. Lo dicho, se siente como en promoción de su telenovela. Lo peligroso para la república es que la sociedad termine por creer lo que la imagen muestra y aprehenda al candidato salinista haciéndolo presidente.

Lo mismo pasa en Jalisco con el candidato tricolor al gobierno del estado, Aristóteles Sandoval. Esta misma semana dejó colgados a miembros de cincuenta organizaciones civiles y empresariales que convocaron a todos los candidatos y el abanderado del PRI simplemente no llegó. Asimismo, el Tecnológico de Monterrey organizará la siguiente semana un “Foro Democrático” para que los candidatos presenten a la comunidad universitaria sus propuestas de gobierno, el único que no ha confirmado su asistencia es el abanderado del PRI.

¿A qué tienen miedo los priístas? ¿Por qué le dan la vuelta a los debates y a la confrontación de ideas? Si en realidad, como dicen ellos, sus propuestas de gobierno son las mejores ¿por qué no las presentan en todos los escenarios? ¿Por qué solamente asisten a lugares políticamente seguros? ¿Será acaso que esa es la manera en la cual quisieran gobernar, con una sociedad a “modo”, poco crítica y sensible al mal ejercicio de gobierno? ¿Cuál es el temor a debatir? Quedo en espera de sus respuestas.





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